Poder y Política

La ausencia de un consenso para derrotar a la oligarquía

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 31 segundos

Es claro que aún no hay una consistente representación política para el movimiento de octubre 2019. La lista del pueblo que llegó con parte de ese voto a conseguir una importante de los convencionales constituyentes ya he tenido algunas fugas peligrosas hacia la derecha. Si somos sinceros este triunfo político no fue tan celebrado dado que no existía una confianza plena en varios de los elegidos, a pesar de esto había cierta ilusión en esta irrupción política que presentaba un discurso de oposición más decidida. Pero, hemos ido viendo que poco a poco este movimiento va dando muestras de que no es totalmente representativo del pueblo movilizado, sus esfuerzos por instalar ciertas candidaturas populares, a mi modo de ver, va resultando menos convincente y coherente.
Hace unos días atrás escribía planteando de que esta fuerza política está en una situación bastante legítima para elevar una candidatura presidencial propia, esto como en todos los partidos políticos no exige un candidato que reúna el cien por ciento de los apoyos de los involucrados, de este modo la candidatura de Cuevas es válida al interior de estas filas. Lo que no parece legítimo es la retórica de apropiación en la representación de las movilizaciones de octubre 2019, sólo baste una pregunta: ¿en qué asambleas territoriales se escogió a este candidato? ¿Y en torno al mismo candidato que carga consigo tantas ex militancias que garantías da de pertenencia a un proyecto? Para no ser tan aguafiestas señalo dos cuestiones, tal vez no se pueda establecer una evaluación, ya que aquí no se está representando un proyecto consensuado, y lo otro, las distintas transformaciones de Cuevas parecen ser que siempre van más hacia la izquierda, esto tendría valor si es que esas distintas transformaciones no son parte de la mentalidad de un simple operador político buscando espacios en el «negocio» de la política. No tengo elementos suficientes ni claros para establecer un juicio condenatorio, sólo trato desarrollar algunos puntos de reflexión en favor de la representación de la revuelta de octubre.
Me parece que los protagonistas más radicalizados no están convencidos de buscar una representación política, muchos de ellos no han concurrido a las urnas, han declarado un interés en no ir y siguen movilizados, incluso en estas últimas semanas hemos visto fuertes movilizaciones de protestas, aunque no tan masivas como las ya recordadas.
Por otra parte, entre los que si ya decidieron disputar el espacio del poder en las vías institucionales sólo vemos un deseo y escasa claridad. Me parece que las militancias de hoy no responden a grandes manifiestos ni programas, la realidad parece ser bastante cambiante en lo inmediato, la cuestión pandémica colabora a una realidad cercana a la incertidumbre casi naturalizándola.
Con todos estos problemas, me parece que hay algunas cuestiones fundamentales que quedaron abiertas en este proceso, aunque se diluyan me parecen imperiosas. Lo que quiero recuperar es la voluntad por un consenso en torno a la posibilidad de que este proceso político que estamos viviendo alcance el producto de convertirse en una derrota a la oligarquía y a los partidos políticos que la representan en el ámbito del poder. Tuvimos nuestro momento de manifestar la voluntad por una soberanía popular que se llenó de temores frente al ejercicio de una democracia directa, fuimos aceptando la vía democrática de la representación, no todos, pero sí los que volvimos a las urnas. Lo único que podría reestablecer la legitimidad de una vía democrática tendría que ser la disputa del poder a la oligarquía y sus representantes que tenemos bien claro quiénes son.
Quiero insistir, la lista del pueblo que entró en la competencia en el ámbito del poder, debe mantenerse fiel a la voluntad del pueblo que se movilizó y que volvió a la búsqueda de la representación política.  Más que instalar un candidato popular importa alcanzar la derrota de la oligarquía ahora que estamos en una de nuestras posibilidades de interrumpir ese dominio histórico que condena a la miseria a nuestros pueblos. El ejercicio de la política junto con la valoración de la voluntad popular exige la responsabilidad política de no perder las posibilidades que abren las luchas sociales. Esto no sólo es un problema de retóricas, los fundamentalismos sectarios no favorecen la representación de aquellos que se pretende representar. Parece un pesimismo la frase que sentencia que las historias se repiten, esto es así cuando contribuimos a la derrota inversa que nos condena a nosotros mismos.
Por Alex Ibarra Peña
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  1. Felipe+Portales says:

    El gran ganador de las elecciones de mayo en la izquierda fue la Lista del Pueblo. Es un hecho tan irrefutable como sorprendente. Y una de las razones que lo explican es que no se subordinó a las dos derechas el 15 de noviembre -como sí lo hizo la mayoría del FA- ni menos fue partícipe de la decisión de aprobar la ley antibarricadas, como también lo hizo el ya fracturado FA. Y si su triunfo lo hizo sin recursos económicos; sin acceso a los medios de comunicación; y frente al total desconocimiento de sus candidatos por la opinión pública; es dable esperar que ahora -que pasó a ser conocido por la generalidad de chilenos y chilenas; y que puede generar expectativas concretas- tenga mucho más condiciones que el FA para constituirse en el conglomerado líder de la izquierda chilena.

  2. Patricio Serendero says:

    Si es verdad que «los protagonistas más radicalizados no están convencidos de buscar una representación política» como dice el comentarista, este seria fatalmente un movimiento condenado a la intracendencia política.
    Cuevas disputará votos con Boric, con nadie más. Estupendo para la Derecha. Esta tiene como plan A a Sichel, el hombre encargado de crear una nueva Derecha política dirigida por Piñera, Chadwick, Alamand y su «Richelieu» Larroulet. De no pasar Sichel a segunda vuelta aunque ahora con la aparición de Cuevas sus posibilidades aumentan, tiene como plan B a la senadora Provoste, esa de los «mínimos comunes» que terminaron en los términos impuestos por … Piñera!. Y ella, con toda la Derecha y la Concerta unidas como siempre, tendrían altas posibilidades de ganar. Como izquierda hoy por hoy, valemos bien poco.

  3. alex Ibarra Peña says:

    Me parecen bien los énfasis que señalan. Ahora esperaría que Boric y Cuevas hagan algunos gestos de complicidad y que no caigan en la pugna con daños irreparables e irreconciliables. Es sano que la izquierda tenga más de un representante, en momentos en que no hay uno que todavía alcance una amplia representatividad.

  4. Felipe Portales says:

    Concuerdo con Renato Alvarado. La gigantesca falta de oportunidades de la Lista del Pueblo (recursos económicos, acceso a medios de comunicación, centros de estudios, etc.) hacen que pedirles otra cosa para seleccionar un candidato sea utópico. Y me parece, en principio, una buena selección la de Cristián Cuevas. Ya de por sí, tendrá un efecto de «izquierdización» en la alianza FA-PC.

  5. Renato Alvarado Vidal says:

    Tener una candidatura de izquierda, que en este caso significa anti neoliberal, es imprescindible en esta coyuntura. El actual movimiento popular nació de las bases, por esto es tan variopinto, y por ende poco cohesionado Es entonces una necesidad práctica tener una bandera en torno a la cual juntarnos; tener por quien votar evita la dispersión y nos mantiene conversando y deliberando.

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