
La izquierda chilena ya no está sorprendida, simplemente convencida. Jeannette Jara acaba de demostrar –otra vez– que su irrupción en la conversación pública no fue un acto de prestidigitación, sino el fruto lógico de años de tozudez social empujando hacia el centro. No hay “sorpresa” cuando la lógica de fondo es más fuerte que la pantalla mediática.













