Crónicas de un país anormal

Elisa Carrió: De Olivos nos sacan muertos

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La diputada por  Buenos Aires  es  tan miserable que no merece ser comparada con un grande  como Salvador Allende. Solo es empleada de los gorilas.

 

 

Mauricio Macri, hijo de millonario, frívolo ignorante y superficial, no tiene ninguna similitud con el Presidente Salvador Allende – de lejos, el líder más importante de América Latina, desde el siglo XX hasta hoy, quien murió con las armas en la mano en defensa de la democracia. Macri, un negociante italiano, que vela por sus propios intereses y por los de clase empresarial, es todo lo contrario de Allende – aristócrata, laico, respetuoso de la  democracia y gran luchador social, como el solía llamarse. Allende, a diferencia de Macri, nunca se ocurrió beneficiarse de una dictadura militar.

 

Elisa Carrió es amante de las frases para el bronce, completamente destempladas y desubicadas. Nadie está pensando en derrocar al ignorante Presidente argentino, y lo único que parece evidente es que renunciará lo más pronto posible. Cada vez que se dirige a la ciudadanía provoca una corrida cambiaria.

 

Todos los malos mandatarios y peores personas siempre terminan culpando a los demás de sus desgracias – en Chile, Sebastián Piñera lo hace con Michelle Bachelet y, en Argentina, Macri con respecto a la pareja Kirchner -.




 

Si Argentina se está cayendo a pedazos, es la culpa de la devaluación de la lira turca, de la guerra comercial China-Estados Unidos, del descubrimiento de los “cuadernos de la corrupción”, del despilfarro de los peronistas, en fin, de todo el mundo “confabulado” contra Argentina.

 

Argentina es un país inmenso y muy rico. Su gobierno de derecha está apoyado por Estados Unidos, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la Comunidad Europea, y la mayoría de los neoliberales del mundo aplauden a Macri (Si no fuera por  FMI Argentina estaría en default).

 

 

Macri no tiene idea de política, pues solo es un empresario más o menos exitoso, tan pillín como la mayoría de sus pares, parte del cartel de la construcción – hoy imputados arrepentidos -.

 

Ningún argentino daría una gota de su sangre para defender el gobierno de Macri, que no ha pensado en derrocar. Los empresarios, que nunca se han caracterizado por entregar su vida por nadie – ni siquiera por sus propiedades, que aman por sobre todo en la vida, y como bien decía Maquiavelo, serían capaces de vender a su padre pero jamás arriesgar su propio pellejo. A los ricos, como siempre, sólo les quedarán los mercenarios, dispuestos a defenderlos.

 

En los años 70 estaban los mercenarios Videla, Pinochet y muchos más, para defender a los ricos y sus propiedades. Hoy los militares se han aprovechado de los regímenes democráticos para enriquecerse, (durante  la dictadura lo hacían sin obstáculo alguno)

 

Solución no gradualista sería matar a los pensionados que, por desgracia, hoy viven demasiados años. Del 40% de pobres argentinos no hay que preocuparse, pues están acostumbrados a que el rico recibe pan y el pobre, mierda, mierda.

Dicen que el ocio es la madre de todos los vicios, lo cual constituye una verdadera estupidez, pues sin ocio no existiría la filosofía, las ciencias, las artes, la literatura…, pero es cierto que un país con mucho desempleo, es el caldo de caldo de cultivo para preparar una rebelión popular.

Desde 1945, con Juan Domingo Perón, los poderosos sindicatos, y hasta los canillitas, usaban corbata. Los argentinos estaban acostumbrados al   ñoqui y a la polenta y, a diferencia de los chilenos – somos argentinos mal vestido – y ahora, “rotos” metidos a gente..

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

19  08   2019

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