Crónicas de un país anormal

Las consecuencias que derivan del ataque el corazón de Arabia Saudita

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Para medir la hazaña llevada a cabo por los huties basta considerar algunos datos comparativos: Yemen tiene un PIB per cápita de mil dólares, mientras que el de Arabia Saudita es de 56 mil dólares; Arabia Saudita es el tercer comprador de armas en el mundo, fundamentalmente las adquiere de Estados Unidos; el poderío de las Fuerzas Armadas de Arabia Saudita es varias veces superior   al de los yemenitas del norte.

 

Cabe preguntarse cómo un ejército tan inferior ha podido ganar a una de las más poderosas potencias del mundo. En primer lugar, la geografía montañosa de Yemen favorece la guerra irregular; en segundo lugar, los tanques y armamentos de última generación son inútiles para la orografía de Yemen; en tercer lugar, el ejército de Arabia Saudita está dirigido por los miembros de la familia real, que teme cualquier rebelión, y es altamente jerarquizado y centralizado, por el contrario, el de Yemen se adecúa a cualquier situación – algunos llaman a Yemen el “Vietnam de Arabia Saudita”.

 

El llegar  varios drones con misiles, a muy poca distancia de la capital de Arabia Saudita, Riad, supone una capacidad militar de alto nivel  estratégico y, lo que es más importante,  el centro del país debiera estar muy bien protegido, lo cual demuestra la debilidad de las Fuerzas Armadas de Arabia Saudita.

 

Las teorías conspirativas ante tal hazaña de los yemenitas se han multiplicado: el gobierno de Estados Unidos, según su propia lógica, culpa a Irán del atentado contra las refinerías de petróleo, y no faltan los especialistas en estrategias geopolíticas que lo achaquen a disputas internas entre “halcones y palomas”, ante el peligro de las próxima conversación  entre Trump y Rohani, hoy desahuciada por el gobierno iraní.




 

Los huties forman una secta dentro de los chiitas, pero están muy lejos de ser manejados por los iraníes, pues tienen sus propios objetivos de la lucha, y no por el hecho  de que su ejército haya sido instruido por oficiales de Hezbolà , que son libaneses y no iraníes, no lo hacen dependientes   de los persas.

 

El conflicto interno en Yemen ya lleva cuatro años: comenzó como una guerra civil, a raíz del derrocamiento de Alí Abdala Salém, un dictador de la república yemení; los hutíes se habían apropiado del 70% del territorio del país, incluyendo la capital Sanaa. Por otra parte, los independentistas del sur apoyaban al nuevo  Presidente, Mansur Al Haidi, que luego  se vio obligado a exiliarse en Arabia Saudita.

 

Arabia Saudita formó una alianza de países con el propósito de invadir a Yemen, apoyando al Presidente Al Haidi; los aliados estaban integrados Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Catar, Egipto, Jordania, Kuwait, Marruecos, Sudán, Senegal y Bahréin, además de mercenarios salvadoreños, chilenos, mexicanos, británicos, franceses y australianos.

 

La guerra en Yemen ha sido tanta o más mortífera que la de Siria, con la diferencia de que los medios de comunicación occidentales han acallado los crímenes de lesa humanidad en Yemen, cometidos por Arabia Saudita y sus aliados.

 

Dos tercios de la población de Yemen padecen hambruna, que ha sido agravada por la epidemia del cólera y de otras enfermedades contagiosas. La intervención de Naciones Unidas y de Médicos sin Fronteras ha servido de poco, especialmente por la obstrucción de Estados Unidos, Gran Bretaña y Arabia Saudita.

 

Arabia Saudita es el uno de los más grandes exportadores de petróleo, (aproximadamente 10 mil millones de barriles diarios), por consiguiente, el reciente atentado ha reducido la posibilidad de exportación a cinco mil millones de barriles, es decir, el 50%  de su capacidad. En un solo día el precio del petróleo aumentó en un 10%, llegando a 70 dólares el barril, (en los últimos dos días se promedia en 65 dólares).

 

Estados Unidos, ante la inminencia de déficit, ha garantizado el uso de sus reservas, sin embargo, de prolongarse la crisis energética, estas reservas se hacen insuficientes, y todo depende del informe del gobierno saudí de la cuantía y gravedad de los daños a sus instalaciones.

 

Es evidente que un shock petrolero no sería igual a los del siglo XX, (crisis del Golfo, la crisis financiera global de 2007-2008 y las maniobras de la OPEP para aumentar el precio del barril de petróleo), sin embargo, aún el despliegue de las energías limpias no logrado destronar la hegemonía del petróleo y del gas natural.

 

Si comparamos los precios del petróleo en un  largo período histórico, desde 1989 hasta hoy, podemos colegir  la importancia de las crisis y su influencia en los precios del petróleo: en 1990, cuando Iraq invade Kuwait, el barril de petróleo  subió de 20 a 27 dólares el barril; desde 2001-2003, en que se dio el ataque a las torres gemelas y la invasión de Iraq, el barril sube de 28 a 32 dólares  el barril; en el pick de la crisis financiera global, (2007-2008), superó los 120 dólares el barril; en 2011, en la “Primavera árabe”, llegó a 97 dólares el barril. En el presente año, 2019, ha subido del 45 a 65 dólares el barril.

 

A el alza del precio del petróleo se agregan las consecuencias de la guerra comercial-tecnológica entre China y Estados Unidos que, muy posiblemente, provocará una  nueva crisis económica quizás mucho más grave que la de 2008. Según los economistas, la diferencia entre las tasas  de largo  y de las de corto respecto a los Bonos del Tesoro norteamericano estaría anunciando la crisis pronosticada para el año 2020.

 

Como sabemos el único objetivo de Trump es ganar las elecciones presidenciales en 2020, por consiguiente, una crisis económica le sería fatal, pues ningún Presidente ha sido reelegido en crisis económica, hecho que explicaría el por qué Trump está dispuesto a conversar con el gobierno de Irán.

 

Tanto Irán como Yemen tienen la clave del transporte marítimo del petróleo, a través del estrecho de Ormuz y el Mar Adén, en Yemen.

 

Yemen antes formó parte de un territorio dirigido por la reina de Saba, luego fue invadido por el imperio otomano y, posteriormente, por los británicos. En el siglo XX, Yemen del Sur perteneció a la Unión Soviética y, el del Norte, al sistema capitalista. Desde el punto de vista religioso, el 60% de la población es sunitas, y el 40%, a los chiitas, de la secta Zaidi, partidarios de Alá.

 

Arabia Saudita, aliada a Estados Unidos e Israel, es un gigante con pies de plomo, mono productor de petróleo, y dirigido por una  monarquía autoritaria, cuyo rey actual es Salman Bin Abdul azar y su príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, país que podría ser víctima de un nuevo Vietnam ante Yemen y, a su vez, ser derrotado por Irán en la disputa por la hegemonía del Medio Oriente que, hoy por  hoy, la alianza Estados Unidos-Israel-Arabia Saudita está perdiendo.

 

(Notas: 1) la empresa saudí Aramco  es considerada la más rentable del mundo y  pertenece a la monarquía saudí, pero hoy va a entrar a competir en la Bolsa, (se está privatizando). 2) en la guerra también participan el EI (Estado Islámico), y Alcaida).  

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

18/09/2019                   

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