Política Global

Pericia diplomática de México permitió rescatar a Evo Morales sano y salvo

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La inesperada renuncia de Evo Morales a la presidencia de Bolivia, el pasado domingo 10 de noviembre, puso a prueba una vez más a la diplomacia mexicana. Tan pronto como trascendió la noticia a nivel internacional, las máximas autoridades de la diplomacia mexicana, con el canciller Mauricio Ebrard a la cabeza, se pusieron en estado de alerta.

Evo Morales, el perseverante mandatario indígena de los bolivianos, había resistido las últimas semanas a las intensas presiones de sectores opositores a su gobierno, liderados por Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho.

 

A ellos se había sumado la intervención de una Misión de la Organización de Estados Americanos (OEA), para supervisar el proceso electoral del 20 de octubre, y dirimir quién sería en definitiva el próximo Presidente de Bolivia.

 

Tras los comicios, el cómputo final según el Órgano Electoral Plurinacional, el partido Movimiento al Socialismo, de Evo Morales, obtuvo 47,08 por ciento de los votos; en tanto, Comunidad Ciudadana, del candidato Carlos Mesa, obtuvo un 36,51 por ciento.




 

Pese al estrecho margen entre ambos candidatos, se consideró ganador a Morales al superar a su rival político con un 40 por ciento y diez puntos de diferencia, según se estipula en los estatutos electorales bolivianos.

 

No obstante, la oposición liderada por Mesa y Camacho, acordó denunciar que el conteo había sido fraudulento, pues el escrutinio de las actas generó sospechas cuando el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia interrumpió la transmisión de datos, por un momento, durante la noche.

 

En tanto, se hizo escuchar la voz de Luis Almagro, Secretario General de la OEA —muy poco amigo del régimen de Morales—, quién avivó el fuego electoral. En uno de sus polémicos twitter, escribió: “Como lo dijo la Misión de la OEA en Bolivia, permitir que el pueblo se exprese en una segunda vuelta es la salida más democrática y una oportunidad para evitar una confrontación política y social en el país”. Almagro, muy suelto de cuerpo, había sentenciado el futuro de Evo Morales.

 

Pero, además, otro polémico escollo emergía contra Evo Morales, desde un amplio sector de la ciudadanía, al recordarle con insistencia que “no había respetado el Referéndum de febrero de 2016, donde un 51,3 por ciento de los votos rechazaba su nombre para una nueva reelección como mandatario. No obstante, en noviembre del 2017, un fallo del Tribunal Constitucional habilitó a Evo Morales a postularse de manera indefinida a la presidencia de Bolivia, con el rebuscado argumento de que “es un derecho humano”.

 

ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA

 

Evo Morales accedió —a los 46 años—, por primera vez a la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, el 22 de enero del 2006, y se mantuvo en el poder hasta el 10 de noviembre del 2019, siendo Presidente en tres períodos consecutivos: 2006-2010; 2010-2015; y 2015-2019. Tras su renuncia, asumió la presidencia de Bolivia, interinamente, Jeanine Áñez Chávez, vicepresidenta del Senado, de 52 años.

 

El mayor argumento de los acérrimos opositores de Evo —entre ellos, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho—, fue enrostrarle que se había “apernado” en el sillón presidencial. Al momento de su renuncia aspiraba a un cuarto período.

 

INTENSAS PROTESTAS POPULARES

 

En este confuso panorama político-social, enardecidos grupos opositores incrementaron sus exigencias con intensas protestas populares, pugnando por una segunda vuelta electoral entre Morales y Mesa, según petición de la Organización de Estados Americanos.

 

Pero la mediación de la Misión de la OEA caldeó aún más los ánimos al concluir que había que “realizar una segunda vuelta electoral”, resolución a la que Morales y fanáticos seguidores se opusieron tajantes. La efervescencia social, no obstante, aumentó. La violencia, intimidante, arreció en las calles. Ante este explosivo clima social, Evo Morales aceptó la resolución de la OEA: “segunda vuelta electoral”.

 

Sin embargo, la historia tenía otras sorpresas para los protagonistas de este palpitante capítulo. Ese tenso domingo 10 de noviembre irrumpieron los jerarcas de las Fuerzas Armadas y de la Policía, presionando y “sugiriendo” a Morales “renunciar al cargo de Presidente de Bolivia”.

 

“Luego de analizar la situación conflictiva interna, pedimos al Presidente del Estado que renuncie a su mandato presidencial permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad, por el bien de nuestra Bolivia”, sentenció el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, general Williams Kaliman.

 

Más tarde, Evo Morales anunciaba oficialmente su renuncia, acusando ser víctima de “un golpe cívico” y “para que mis hermanas y hermanos no sean hostigados”… Y tras aseverar que “la lucha no termina aquí”, advirtió enérgico que “los humildes, los pobres, vamos a continuar con esta lucha por la igualdad, por la paz y en este momento es importante decirle al pueblo que es mi obligación como primer Presidente indígena y de todos los bolivianos, buscar esta pacificación”. Acusó, en definitiva, ser víctima de un golpe de Estado propiciado por los grupos oligarcas y ultraconservadores del país, proclives al modelo neoliberal, bajo el liderazgo de Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, éste último un empresario ultraconservador de Santa Cruz.

 

OJOS Y OIDOS ATENTOS

 

El canciller mexicano, Mauricio Ebrard, junto a su equipo de colaboradores y funcionarios de la Embajada de México en Bolivia, siguieron minuto a minuto los acontecimientos acaecidos en La Paz, que culminaron con la renuncia de Morales.

 

¿Cuáles fueron los pasos de Evo, tras sus últimas palabras como Presidente de los bolivianos? No fue difícil dilucidar su paradero. Voló hacia El Chapare, Cochabamba, donde tiene un amplio apoyo ciudadano. No obstante, ahí se le perdió la pista, a juicio de observadores “en procura de salvaguardar su integridad física”. Las residencias de familiares cercanos de Evo, así como de la mayoría de su gabinete ministerial, habían sido saqueadas e incendiadas por turbas opositoras descontroladas.

 

La rápida y resuelta decisión de la Cancillería mexicana, trazó la ruta del avión de la Fuerza Aérea para acudir en rescate de Evo Morales de aquel convulsionado territorio boliviano. La tarea no parecía fácil, en conocimiento de que ciertos países latinoamericanos podrían negarle al avión mexicano sobrevolar por su espacio aéreo. Y así ocurrió.

 

RUTA DEL AVIÓN

 

LUNES 11 DE NOVIEMBRE

1.- El avión de la Fuerza Aérea de México emprende vuelo el lunes 11 de noviembre, trazando la ruta inicial desde Ciudad de México a Lima, capital del Perú.

2.- Desde Lima, la aeronave despega rumbo a Chimoré (Cochabamba, Bolivia), pero en pleno vuelo autoridades bolivianas deniegan el permiso a la nave mexicana para ingresar a su espacio aéreo.

3.- La nave de la Fuerza Aérea de México debe regresar a Lima, Perú.

4.- La aeronave mexicana vuelve a emprender vuelo hacia Bolivia y obtiene autorización para aterrizar en Chimoré.

5.- Al despegar de Chimoré, de regreso a Lima, la aeronave mexicana recibe un comunicado de autoridades del Perú notificando que niega el permiso para recargar allí combustible.

6.- Los hilos de la Cancillería mexicana logran que el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, interceda ante el gobierno de Paraguay, logrando así que la nave mexicana aterrice en Asunción para reabastecerse de combustible.

7.- Perú, finalmente, informa que autoriza que la nave mexicana atraviese su espacio aéreo, en su ruta de regreso a Ciudad de México.

 

MARTES 12 DE NOVIEMBRE

8.- Poco antes de emprender vuelo de regreso desde Asunción, la nave recibe un comunicado desde La Paz, Bolivia, advirtiéndole que no puede sobrevolar el espacio aéreo boliviano.

9.- Nuevas gestiones diplomáticas, urgentes, hasta que finalmente Brasil y Ecuador autorizan que el avión mexicano sobrevuelo por sus espacios aéreos.

10.- Alrededor de las 02:00 hrs, el avión despega de Asunción, rumbo a Ciudad de México, sobrevolando territorio de Brasil, Perú y Ecuador, internándose luego en cielos del Océano Pacífico para alcanzar por fin territorio mexicano.

11.-  El avión de la Fuerza Aérea de México, conduciendo al ahora ex Presidente de Bolivia, Evo Morales, arriba a las 11:15 hora local a Ciudad de México.

Misión cumplida. Evo Morales llega sano y salvo a territorio mexicano.

Sus primeras palabras fueron de agradecimiento a Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, y al Canciller Mauricio Ebrard: “México me salvó la vida”, dijo emocionado.

 

MEXICO: PAÍS HOSPITALARIO

 

Una vez más, se cumplía así —tras esta verdadera hazaña de rescate aéreo y diplomático— la tradicional e histórica hospitalidad de México, ofreciendo asilo en su territorio a perseguidos políticos latinoamericanos.

La política exterior de México ha sido impecable, particularmente en el terreno humanitario. Sin duda, la nación más generosa en este aspecto en todo el continente latinoamericano.

Basta recordar algunos casos emblemáticos, como el asilo político otorgado a refugiados españoles tras la Guerra Civil de España (1936-1939); asilo otorgado a chilenos tras el cruento golpe de Estado en Chile (1973); así como proteger y otorgar asilo a ciudadanos provenientes de regímenes dictatoriales esencialmente de Argentina y Brasil.

Los chilenos no olvidan, por ejemplo, la valerosa actitud del embajador de México en Santiago, Gonzalo Martínez Corbalá, quién salvó la vida a cientos de ciudadanos perseguidos por el régimen dictatorial de Augusto Pinochet (1973-1990).

“México me salvó la vida”, balbuceó Evo Morales. Fueron esas sus primeras palabras al aterrizar, finalmente, en territorio mexicano, sano y salvo…

 

 

 

Francisco Leal Díaz

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