Crónicas de un país anormal

¿Cuándo se jodió Chile?

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El poeta creacionista, Vicente Huidobro, en su obra Balance Patriótico, escribe que Chile jamás ha llegado a la decadencia, pues nunca ha alcanzado la gloria. Nos hemos movido en una clase plutocrática y mercachifle, cuyo único interés es acumular dinero, (el Presidente Sebastián Piñera es el arquetipo de esta repugnante plutocracia, y ya el 90% de los chilenos claman por su partida, pero él carece del valor moral para renunciar), y ahora, que Chile se hunde económicamente, los primeros en sacar al exterior sus dineros son los familiares del Presidente, una “linda lección de patriotismo” y de solidaridad con aquellos que él considera sus súbditos.

 

Por otra parte, la personalidad narcisista de Piñera le impide empatizar con sus conciudadanos, (entiendo que el antónimo es antipatía), y el Presidente es pesado, prepotente y carente de criterio, incluso en las contadas ocasiones en que quiere ser simpático y dadivoso, pues su avaricia y codicia son oceánicas, ni siquiera acepta los consejos de su mujer, quien le cuenta a una amiga del sacrificio que hay que hacer al desprenderse de algún privilegio, con el fin de salvar la caja.

 

En la colonia española, la Capitanía General de Chile era miserable si se compara con el virreinato de Lima; en nuestro país sólo había militares y curas (estos últimos leían la biblia a los araucanos, quienes para salvar su pellejo aprendían a hacer la señal de la cruz).

 

Los chilenos ni siquiera fuimos capaces de independizarnos, pues fue San Martín quien emprendió esta aventura, y que debiera ser considerado el verdadero padre de la patria, en vez Bernardo Riquelme (O´Higgins), que nunca ganó una batalla y sí fue el culpable de la derrota de Rancagua, convirtiéndose después en dictador y en abusador sexual de mujeres indígenas.




 

Historiadores conservadores, entre ellos Alberto Edwards Vives, tratan de convencernos de que el comerciante y estafador del fisco, Diego Portales, fue el creador del Estado en forma, (idea copiada de O. Spengler).

 

Nos vanagloriamos también de vivir en un país ordenado, legalista y con muy pocas Constituciones: pero las tres que hemos tenido hasta ahora han sido autoritarias, pétreas e ilegítimas en su origen y ejercicio, impuestas por las espadas de Joaquín Prieto, (1933) del inspector del ejército, Mariano Navarrete, (1925) y de Augusto Pinochet, (1980).

 

El escritor Gabriel García Márquez se mostraba impresionado por la venta pública de textos de las leyes y Constituciones, que los venden masivamente en kioscos del centro de Santiago. Cabría preguntarse si se leen para cumplirlas o para violarlas.

 

La única guerra ganada que se atribuye a los militares en contra de países extranjeros fue la llamada del Salitre, en 1879, (la verdad que ni siquiera ésta, pues el mérito fue de los civiles Rafael Sotomayor y José Francisco Vergara), y la guerra contra la Confederación Perú-boliviana fue más bien una traición de los peruanos al mariscal Santa Cruz. Las que sí han ganado dice relación contra el pueblo mapuche, en la llamada “Pacificación de la Araucanía”; como lo sostiene la historiadora Carmen Mc Evoy, en que el ejército chileno se creía con el poder y la misión de “civilizar” a los cholos, bolivianos y “amariconados” limeños, y a los “borrachos” mapuches.

 

Como podemos colegir, lo único que ha hecho el ejército chileno ha sido el de masacrar y exterminar a su pueblo, sobre todos si son pobres, rebeldes y que claman por la justicia social.

 

A comienzos del siglo XX la plutocracia chilena pudo gozar de los millones de libras esterlinas que aportaban las provincias peruanas y bolivianas por concepto de la explotación y venta del salitre y del guano; no había que pagar impuesto a la renta y, además, se podía importar champaña francesa y otros productos suntuarios, así como también especular en la Bolsa y derribar gabinetes en los salones Verde y Rojo del Club de la Unión. La vida era “una lotería”, cuyo único arte era el saber vivir a costa del fisco.

 

Algunos “personajes desagradables” pronosticaron la decadencia del Chile plutocrático: vieron que la riqueza generada por la explotación del salitre y del guano era el veneno que iba a destruir las costumbres espartanas del país. Por ejemplo, Enrique Mac Iver, Alejandro Venegas, Luis Emilio Racabarren, y otros pensadores, intuyeron la crisis de dominación oligárquica, que duraría hasta 1932. (A mi modo de ver, esa crisis es la más parecida a la actual chilena, con la diferencia de que, ni siquiera, contamos con un demoledor y demagogo como Arturo Alessandri Palma, el jefe de la “execrable camarilla”, mafia de ladrones muy similar a que tenemos hoy).

 

En nuestra historia sólo hemos tenido dos Presidentes decentes: don Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende Gossens, (el mito del nacionalismo de José Manuel Balmaceda es, quizás, un cuento ideado por el profesor Venegas y copiado por el historiador Hernán Ramírez Necochea).

 

El dictador Carlos Ibáñez del Campo, a quien no se le probó ningún robo, a diferencia de Augusto Pinochet, que se enriqueció fraudulentamente, con los bienes del fisco y con compra-venta de armas, y que para nuestra desgracia nos legó el nefasto Chile,  (afortunadamente, hoy se encuentra en agonía); ese país en que 1% de sus habitantes se reparte el 95% de las riquezas, y que cinco millonarios se apropiaron del trabajo y del producto de todos los demás chilenos, (Chile tiene el peor Gini de los países de la OCDE, y no ha variado ni un punto después de recaudados los impuestos), y un país en que los más ricos no pagan impuestos, (ex Presidentes con mansiones cercanos al lago Caburga han evadido el pago de impuestos prediales, por ejemplo).

 

El Chile, modelo para muchos países de América Latina y para el mundo, no eran más que una verdadera estafa, (en varios países se habla del “paquete chileno”, por nuestra fama de ladrones y estafadores).

 

Sería bueno que los demás países de América Latina hicieran lo contrario de Chile, es decir, se abstuvieran de la aplicación del ladrillo y del neoliberalismo, (doctrina enemiga del cualquier humanismo), que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

 

¿Cuándo se jodió Chile? En la realidad, desde Pedro de Valdivia hasta el antipático Presidente actual, Sebastián Piñera Echeñique.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

08/12/2019           

Bibliografía

Valdés Canje Sinceridad

Leopoldo Castedo Chile Vida y muerte de la república Parlamentaria

Tancredo Pinochet Chile es tu patria

Luis Vítale Interpretación Marxista de la historia de Chile

Gazmuri Cristian El Chile del centenario los ensayistas de la crisis

Portales Felipe Los mitos de la democracia Chilena

Sofía Correa y otros Historia del Siglo XX chileno

Felipe Portales Historias desconocidas

Harold Blackemore Gobierno Chileno y Salitre Ingles

Luis Barros y Ximena Vergara El modo de ser aristocrático

Armando de Ramón Historia de Chile

Nicolás Palacios Raza Chilena

Alberto Edwards La fronda aristocrática

Gonzalo Vial Historia de Chile

Soledad Reyes Chile en 1910

Alfonso Calderón 1900



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  1. Diego Barahona says:

    Aclaración IMPORTANTE:

    Don Nepo por un error producto de sus años cuando escribió la bibliogragia de su comentario en realidad hizo un Copiar y Pegar de todos los volúmenes que contiene su biblioteca, que aunque sean poco, es lo que se tiene no mas

  2. So ofrece una bibligrafía única en su género de sabiduría ancestral.
    Se darán clases de poesía huoidobriana a domicilio, también.
    La historia es indispensable para entender las maniobras del Piñera y su cáfila
    de seguidores y atentos afiliados al juego de presidir un país..

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