50 años del triunfo de la UP

Recordando las brigadas de Acción Directa en la distribución de alimentos durante el gobierno de la Unidad Popular

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Durante el gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende, la lucha de clases fue manifestándose en forma cada vez más abierta, y los sectores populares comenzaron a sentirse     – y efectivamente   a ser- protagonistas de su propia historia.

La descarnada y violenta lucha desarrollada por los sectores de la burguesía desde antes que asumiera el compañero Allende la Presidencia, apoyados por el Imperialismo norteamericano, fue día a día in crescendo, utilizando todos los instrumentos a su disposición para desestabilizar, crear el caos económico y social necesario para provocar la pérdida de apoyo y la caída del Gobierno Popular.

Comenzando la construcción del Campamento Salvador Allende (año 71)

 

 

Unidad pobladores estudiantes en Campamento Salvador Allende (año 71)

 

 

Pero contrario a las pretensiones de la burguesía  , los sectores populares fueron organizándose e incrementando sus fuerzas, tanto en el campo como en la ciudad, lo que se tradujo en el aumento del apoyo al compañero Presidente, lo que quedaba reflejado, además, en los resultados electorales.

El acaparamiento, el mercado negro, la especulación y el desabastecimiento, en donde el gremio de los camioneros jugó un papel preponderante, fue una de las herramientas utilizadas para crear malestar en el pueblo, pero esto, contrario a lo que la derecha pretendía y esperaba, provocó que los sectores del populares comenzaran a organizarse desde las bases, a nivel territorial y local, para resolver por sí mismos esta situación, lo que además iba transformándose en una escuela de educación popular que les permitía darse cuenta del poder que poseían como pueblo.




En el tema del abastecimiento fueron dos los mecanismos que se desarrollaron al calor de las necesidades y la lucha de clases, por un lado fue la implementación de las Juntas de Abastecimientos y Control de Precios (JAP), y por otra parte la distribución directa de alimentos mediante la entrega de las denominadas “Canastas Populares” y los “Almacenes Populares” organizados directamente por los pobladores y pobladoras organizadas.

En esta pequeña crónica me referiré a mi participación en la distribución directa de alimentos en que me tocó participar, siendo alumno de la Universidad de Chile de la sede de Valparaíso.

Nuestro planteamiento político en ese entonces, para optar por este mecanismo de abastecimiento y no el de la JAP, era pues lo considerábamos necesario para estimular y aportar al desarrollo de las organizaciones populares autónomas, ya que a través de esta acción nos relacionábamos en forma directa con las bases poblacionales organizadas, distanciándonos de las organizaciones de carácter institucional como la JAP -que entonces considerábamos se orientaban solo a satisfacer una necesidad coyuntural, con una visión más bien paternalista o asistencialista, coordinándose con los pequeños comerciantes del lugar, y que, a nuestro entender  no se orientaban políticamente a la creación de lo que otros sectores – como en el Partido Socialista, en el Mapu, en la Izquierda Cristiana y en el MIR – consideraban necesario impulsar, es decir, la formación de organizaciones populares autónomas tendientes a sembrar los gérmenes del Poder Popular en los territorios.

Aparentemente contradictorias, en  teoría, ambas iniciativas se complementaban en términos muy generales a nivel sectorial, ya que eran los mismos pobladores y pobladoras quienes fiscalizaban y exigían el cumplimiento efectivo de sus respectivos funcionamientos.

En los centros de distribución de alimentos afines al gobierno popular nos reuníamos en equipos multipartidarios para realizar el análisis, ordenamiento y clasificación de los alimentos e insumos básicos que conformarían cada “Canasta Popular”, confeccionándolas luego para que de esta manera, una vez que llegáramos al sector que nos correspondía en cada ocasión, se fueran entregando en forma directa a cada una de las familias, las que previamente habían sido organizadas por los colectivos y organizaciones populares existentes en el lugar. En otras ocasiones se entregaban a los encargados de los “Almacenes Populares”, quienes procedían a la distribución al interior de las poblaciones o tomas de terreno.

Día a día recorríamos distintos sectores poblacionales de Valparaíso y Viña del Mar, con una fuerza y alegría que nos llenaba de orgullo, ya que era nuestro pequeño granito de arena que aportábamos en la defensa del Gobierno Popular y en la solución directa y concreta de una necesidad tan básica y vital como es el abastecimiento de alimentos.

Desde el lugar de distribución se fijaba el destino de la mercadería y, en el caso concreto al que me referiré para ejemplificar estas acciones, este sector era el Campamento Salvador Allende.

Partimos desde las bodegas de Valparaíso y en un momento determinado nos damos cuenta que el camión tres cuartos en que viajábamos como “peonetas”, dobla hacia el cerro Recreo y se detiene frente a un almacén de dicho sector, localidad que no tenía nada de popular y, por el contrario, siempre fue por esos años (y continúa siendo hasta el día de hoy) uno de los barrios acomodados de Viña del Mar. Al detenerse el vehículo nos bajamos desde la  parte de atrás del camión para encarar a los encargados del vehículo, quienes argumentaron que dicho comerciante era un “compañero”, ante lo cual nos opusimos tajantemente a que se entregara mercadería en dicho lugar, ya que esta debía ser distribuida en el Campamento Salvador Allende. La decisión enérgica y fiscalizadora popular que ejercimos, comunicándoles además nuestra decisión de ir a dar cuenta de forma inmediata al partido al cual pertenecían, los hizo recapacitar y desistir, obligando a estos “compañeros encargados” a echar pie atrás y dirigirse sin reclamar hacia la parte alta de Viña del Mar.

La entrega se realizó sin contratiempo entre los pobladores y pobladoras que a inicios del año 71 se habían tomado esos terrenos para levantar el Campamento Salvador Allende, que durante la dictadura militar pasó a llamarse “oficialmente” como población Glorias Navales, por el nombre de Salvador Allende sigue presente en la memoria colectiva y la Escuela Municipal que funciona allí desde octubre del año 71 lleva en forma oficial el nombre de Salvador Allende Gossens. Para el funcionamiento inicial de dicho colegio se utilizaron, a manera de aulas, buses marca Pegaso dados de baja por la Empresa de Transporte Colectivo del Estado.

 

Durante los años setenta asistí a diversos trabajos voluntarios en dicho Campamento y luego, durante los años ochenta desarrollé, junto a otros compañeros y compañeras integrantes del Codepu V Región, tareas de educación popular en dicha población.

Para un aniversario del  Campamento Salvador Allende se realizó una actividad destinada a rescatar la Memoria Histórica de la población, recopilándose fotografías y testimonios de quienes participaron en su fundación. Las fotografías incluidas en esta crónica corresponden precisamente a copias realizadas a las imágenes facilitadas por las propias familias.

En la imagen que encabeza este recuerdo aparece el compañero Abel Vilches señalado con un flecha, militante del MIR, detenido en Viña del Mar en enero del año 1975 y  que desde entonces forma parte de la larga lista de Detenidos Desaparecidos.

En la Brigada Voluntaria en donde me tocó participar en la entrega de la “Canasta Popular” había compañeros y compañeras pertenecientes a la Juventud Socialista y a la Izquierda Cristiana, principalmente  alumnos y alumnas del Área de la Salud de la Universidad de Chile, con alguno(a)s de los cuales seguimos siendo muy buenos amigos hasta el día de hoy.

Como un hecho anecdótico de “nuestra brigada”, que funcionó durante varios meses, puedo relatarles que, alegre y relajadamente nos llamábamos los “empleados del emporio Nino”, haciendo referencia a una telenovela argentina que fue muy popular en esa época, en donde el protagonista principal era un almacenero llamado “Nino”. De esa misma manera nos relacionábamos familiarmente con las pobladoras y pobladores mientras entregábamos la “Canasta Popular”. Comento esta anécdota para graficar el espíritu alegre que impregnaba nuestro compromiso de lucha con la defensa y la profundización del proceso popular iniciado el 4 de septiembre de 19 70 con el triunfo de la Unidad Popular.

También mediante estas formas de abastecimiento de acción directa, me tocó participar en la distribución de merluzas congeladas en las poblaciones de Valparaíso, que formó parte de una campaña para tratar de aumentar el consumo de productos del mar, buscando incrementar la alimentación de pescado en contraposición a la carne de vacuno, que debido al boicot empresarial era cada vez más escasa.

Estas merluzas eran pescadas y faenadas en barcos factorías soviéticos. Fileteadas y congeladas eran entregadas en cajones, como los de los tomates, con los cuales, llevándolos sobre nuestros hombros, nos dirigíamos a los cerros a ofertarla a viva voz.

Ahora se cumplen 50 años desde aquella vez en que se abrieron las grandes alamedas por donde comenzaron a caminar el hombre y la mujer libre, organizando y creando instrumentos para avanzar en la construcción de una sociedad distinta, más justa y solidaria, que sentara las bases del Socialismo, comenzando por primera vez en nuestra historia a ser verdaderos protagonistas de la misma.

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso septiembre 2020

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