50 años del triunfo de la UP Crónicas de un país anormal

Salvador Allende y la “vía chilena al socialismo”

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Una vez proclamado Allende como candidato a presidente por la Unidad Popular, (UP), la derecha lo hizo por Jorge Alessandri, un candidato independiente apoyado por el Partido Nacional, que reunificaba a los conservadores y liberales; sólo restaba el candidato democratacristiano, que la derecha se empeñaba en que fuera el ex vicepresidente en el gobierno de Frei Montalva, Edmundo Pérez Zujovich. A sabiendas de que este candidato de la derecha de la Democracia Cristina dividía al Partido, se optó por nominar como candidato a la presidencia de la república a Radomiro Tomic, quien postulaba la unidad social y política del pueblo, es decir, la alianza entre la Democracia Cristina y la izquierda.

En el culmen del sectarismo, Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista, declaró que “con Tomic, ni a misa”. A tres candidatos y la derecha dividida, era posible el triunfo de Salvador Allende. (Afortunadamente, no se aprobó el proyecto de la segunda vuelta, propuesta por los senadores Alberto Jerez y Rafael Agustín Gumucio).

Los jefes de la derecha, que creían a pie juntillas en las encuestas norteamericanas, aseguraban el triunfo de Alessandri y, además, contaban con el aporte monetario por parte del gobierno de Richard Nixon, y de la Democracia Cristiana alemana e italiana.

Volviendo a las candidaturas, una unión entre la derecha y la Democracia Cristiana era muy difícil, pues, los primeros estaban resentidos por la aprobación de la reforma agracia, llevada a cabo durante el gobierno de Eduardo Frei, (como diría Maquiavelo, “el hombre prefiere matar a su padre que perder su patrimonio”.




Muy pocos de los partidarios de Salvador Allende creían que ganaría en las elecciones, pues las candidaturas de Tomic y Alessandri se veían fuertes. Afortunadamente, en un foro llevado a cabo en la televisión, (inaugurada hacia los años 60), las manos del envejecido candidato Alessandri empezaron a tiritar, circunstancia muy bien aprovechada por el Diario El Clarín, considerado un enemigo mortal de la derecha, que antes había llamado a Alessandri “La Señora”.

El sector que apoyaba a Tomic, (posteriormente se llamó Izquierda Cristiana”), prefería a Allende antes que verse obligado a votar por Alessandri, ante la posibilidad de un Congreso pleno que dirimiera al triunfador.

La Constitución de 1925 entregaba al Congreso Pleno la nominación del Presidente de la República entre las dos primeras mayorías, si ninguna de ellas alcanzaba el 50%+1 de los votos.

El sistema presidencial chileno se puede considerar como de doble minoría, y tanto el Presidente como la combinación política que lo apoyaba en el Congreso, era minoritaria, por consiguiente, al Presidente le bastaba 1/3 para imponer el veto.

El 4 de septiembre de 1970 se presentó como un día tranquilo, (siempre ocurre en las elecciones chilenas), pero al caer las horas se fue sabiendo que Salvador Allende había obtenido la primera mayoría, con un millón setenta mil votos, y el 36,22%; Jorge Alessandri, un millón treinta y uno, con el 34,89% de la votación; Radomiro Tomic, ochocientos veintiún mil votos, el 27,81%.

Los partidarios de Allende se reunieron en la sede de la Federación de Estudiantes de Chile, (FECH), donde Allende pronunció un brillante discurso en el cual anunciaba la difícil tarea de futuro que le deparaba el movimiento popular.

Por primera vez en la historia del mundo un movimiento socialista y popular ganaba las elecciones sobre la base de las reglas electorales impuestas por la burguesía. A diferencia del Frente Popular, esta vez los partidos obreros y un su líder socialista ganaban las elecciones.

Estoy muy de acuerdo con el escritor Eduardo Labarca en que sólo Salvador Allende, Mahatma Gandhi y Martin Luther King han sido los únicos líderes que han provocado cambios paradigmáticos basados en la no-violencia activa.

La derecha y sus líderes esa misma noche al saber de la derrota de su candidato (según su padre, “estudiaba para Dios), los derechistas cayeron en la “depresión”, y sólo atinaban a buscar la forma de escapar del país. Ellos mismos se habían auto-convencido de que los comunistas “engullían a las guaguas y violaban a las mujeres”: era tan marcado el miedo a los pobres que no podían concebir que, en la marcha del triunfo de Allende no hubo, ni siquiera, un vidrio roto, como tampoco un insulto hacia sus contrincantes.

Al día siguiente, en la casa de Allende, en la calle Guardia Vieja, el Presidente Frei Montalva rindió visita al Presidente electo. Allende recordó, con mucha grandeza y dignidad, la vieja amistad entre ambos líderes. Posteriormente, recibió la visita de Radomiro Tomic.

La derecha se negaba a reconocer el triunfo de Allende, incluso, proponía a la Democracia Cristiana dos alternativas: en primer lugar, que sus votos se dieran para elegir a Alessandri, en el Congreso Pleno y, posteriormente, una vez asumida la presidencia de la república, renunciaría y llamaría a elecciones, en las cuales ganaría Frei, apoyado por la derecha; en segundo lugar, propiciara un golpe de Estado blando, y una vez el ejército en el poder, llamara a nuevas elecciones.

Por su parte, el aún Presidente Frei Montalva estaba muy descontento, y le pesaba el remoquete que le había puesto el fascista brasilero Plinio Correa de Oliveira, “El Kerenski chileno”.

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

26/08/2020

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  1. Solamente me voy a referir al triunfo del compañero Salvador Allende G., fui parte de la campaña en Rancagua, pero no pude votar sólo tenía 18 años y para votar se necesitaba tener 21 años, es decir, mayor de edad.
    Momentos imborrables en mi vida, abrazos, llantos, aplausos, gritos, pero sobre todo HUMILDAD, la tarea que nos venía era gigante, con una derecha que no aceptaría jamás que un socialista, mediante el voto popular, fuera presidente.
    La historia demostró que así fue.
    Grande Presidente Allende.

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