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Esta es la despectiva carta de Diego Portales sobre la Constitución y el Estado de derecho; el legado portaliano en tela de juicio

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El documento que sigue posiblemente sea el texto más despectivo de la Constitución y las leyes y, en definitiva del Estado de derecho, escrito por una personalidad política relevante en la historia de la humanidad. Y tiene el triste sello de haber configurado nuestra mentalidad nacional tremendamente “fáctica” del ejercicio del poder en la práctica histórica, disfrazada de una teórica actitud de respeto a la Constitución, las leyes y el Estado de derecho.

Es la carta dirigida por Diego Portales a su amigo Antonio Garfias el 6 de Diciembre de 1834; y extractada textual e íntegramente del Epistolario de Don Diego Portales 1834-1837. Recopilación y notas de Ernesto de la Cruz. Con un prólogo y nuevas cartas recopiladas y anotadas por Guillermo Feliú Cruz, Tomo III; Edición impresa por acuerdo del Ministerio de Justicia con ocasión del centenario de la muerte de Portales, Santiago de Chile, 1938; pp. 378-9.

Pese a su carácter formalmente público, esta carta ha sido celosamente ocultada por la generalidad de los historiadores chilenos que han estudiado el período y la obra de Portales; y, particularmente, por la educación escolar y la educación universitaria de nuestro país.

 

 

  TEXTO DE LA CARTA




 

Valparaíso, Diciembre 6 de 1834.

 

Mi don Antonio[1]:

 

A propósito de una consulta que hice a don Mariano[2] relativa al derecho que asegura la Constitución sobre prisión de individuos sin orden competente de Juez, pero en los cuales pueden recaer fuertes motivos de que traman

oposiciones violentas al Gobierno, como ocurre en un caso que sigo con gran interés y prudencia en este puerto, el bueno de don Mariano me ha contestado no una carta sino un informe, no un informe sino un tratado, sobre la ninguna facultad que puede tener el Gobierno para detener sospechosos por sus movimientos políticos. Me ha hecho una historia tan larga, con tantas citas, que he quedado en la mayor confusión; y como si el papelote que me ha remitido fuera poco, me ha facilitado un libro sobre el habeas corpus. En resumen; de seguir el criterio del jurisperito Egaña, frente a la amenaza de un individuo para derribar la Autoridad, el Gobierno debe cruzarse de brazos, mientras, como dice él, no sea sorprendido infraganti.

 

Con los hombres de ley no puede uno entenderse; y así, para qué carajo! sirven las Constituciones y papeles, si son incapaces de poner remedio a un mal que se sabe existe, que se va a producir, y que no puede conjurarse de antemano tomando las medidas que pueden cortarlo. Pues es preciso esperar que el delito sea ingraganti.

 

En Chile la ley no sirve para otra cosa que no sea producir la anarquía, la ausencia de sanción, el libertinaje, el pleito eterno, el compadrazgo y la amistad. Si yo, por ejemplo, apreso a un individuo que sé está urdiendo una conspiración, violo la ley. Maldita ley entonces si no deja al brazo del Gobierno proceder libremente en el momento oportuno! Para proceder, llegado el caso del delito infraganti, se agotan las pruebas y las contra pruebas, se reciben testigos, que muchas veces no saben lo que van a declarar, se complica la causa y el Juez queda perplejo. Este respeto por el delincuente o presunto delincuente, acabará con el país en rápido tiempo. El Gobierno parece dispuesto a perpetuar una orientación de esta especie, enseñando una consideración a la ley que me parece sencillamente indígena. Los jóvenes aprenden que el delincuente merece más consideración que el hombre probo; por eso los abogados que he conocido son cabezas dispuestas a la conmiseración en un grado que los hace ridículos. De mí sé decirle que con ley o sin ella, esa señora que llaman la Constitución, hay que violarla cuando las circunstancias son extremas. ¡Y qué importa que lo sea, cuando en un año la parvulita lo ha sido tantas por su perfecta inutilidad!

 

Escribí a Tocornal sobre este mismo asunto, y dígale usted ahora lo que pienso. A Egaña que se vaya al carajo con sus citas y demostraciones legales. Que la ley la hace uno procediendo con honradez y sin espíritu de favor. A los tontos les caerá bien la defensa del delincuente; a mí me parece mal el que se les pueda amparar en nombre de esa Constitución, cuya majestad no es otra cosa que una burla ridícula de la monarquía en nuestros días.

 

Hable con Tocornal, porque él ya está en autos de lo que pienso hacer. Pero a Egaña dígale que sus filosofías no venían al caso. ¡Pobre diablo!

 

Hasta mañana. Suyo.

 

  1. PORTALES[3]

[1]Don Antonio Garfias.- G. F. C.

[2] Don Mariano Egaña.- G. F. C.

[3] He aquí definido con absoluta claridad el pensamiento jurídico de Portales, o mejor dicho, el sentido de la ley; ¡Cualquier comentario está demás!.- G.F.C.

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  1. Hector Ortega V. says:

    Eso de «endei» de Juan Cordoba me gusto,me recuerda la manera de hablar de nuestros viejos campesinos que hablaban como cantando,y no es que se haya perdido esas formas de lenguaje en los campos chilenos.En cierta oportunidad Violeta Parra fue llevada a mi rancho en Isla Negra en el estero de Cordoba por mis amigos,Teruca Vicuña y su esposo,
    Violeta interpreto una tonada con el «endei»

  2. Acaso se olvidaron del nombre de ese edificio que fuera emblema del Gobierno de Salvador Allende: De UNCTAD a Gabriela MIstral y endei , como decia un tio mio, endei a Edificio Diego Portales donde funcionaba el brazo «fuerte y verdadero» del Dictador… que algo sabria de «Historia de Chile».

  3. Vaya «pastelito» el Portales que interpretaba la constitución a su amaño y ahora los nuevos autoritarios portalianos hacen gárgaras ciñéndose con estrictez a su idolatrada guzmán-lagos…

  4. Felipe Portales says:

    Es como todo en Chile Germán: Una extrema disociación entre el discurso y la práctica; y entre lo formalmente público y lo realmente oculto. Una analogía la podemos ver en el oculto regalo de la mayoría parlamentaria que le hizo el liderazgo de la Concertación en 1989, a través de la Reforma Constitucional de ese año; y que fue consistentemente continuada con la negativa en los 90 (pública, pero con pretextos distractivos) a realizar pactos meramente electorales con el PC que le habrían dado a la Concertación ¡mayoría propia en 1998!; y después con la silenciosa falta de empleo de la mayoría parlamentaria a partir de los 2000, cuando efectivamente la obtuvo. Todo fue, en definitiva, oculto pero a la vez «público». O cuando el gobierno provisional de Barros Borgoño eliminó «pública» pero a la vez ocultamente la cédula única en noviembre de 1925 establecida en septiembre por Alessandri. Tan eficazmente oculto siendo en rigor público, que la centroizquierda ¡se demoró más de treinta años en darse cuenta políticamente de la situación en 1958; y podríamos seguir indefinidamente dando ejemplos de nuestra nuestra realidad histórica chilena entre lo formalmente público y lo realmente oculto.

    • Germán Westphal says:

      Será que lo mismo ocurre en otros países latinoamericano en cuanto a la señora Constitución? Habrán tenido también su propio Diego Portales?

  5. Germán Westphal says:

    Lo que se hace difícil entender es que si «esta carta ha sido celosamente ocultada por la generalidad de los historiadores chilenos que han estudiado el período y la obra de Portales; y, particularmente, por la educación escolar y la educación universitaria de nuestro país», cómo es que «tiene el triste sello de haber configurado nuestra mentalidad nacional tremendamente “fáctica” del ejercicio del poder en la práctica histórica, disfrazada de una teórica actitud de respeto a la Constitución, las leyes y el Estado de derecho».

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