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Por fin hay luces sobre las defecaciones

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En estos días, un grupo de científicos ha resuelto el misterio de la forma geométrica del excremento del wombat. Este simpático marsupial de Australia, mantenía de cabeza a la ciencia, que estudiaba la razón de porqué su excremento posee forma cúbica. No se especificará aquí de cómo se llegó a este estremecedor resultado científico, pues se trata de una investigación que llevó años de estudio. Quienes deseen mayores antecedentes, lo buscan en Internet o llaman al Ministerio del Interior, para informarse. Ahí siempre tienen explicaciones para todo. De repente, el wombat ha acaparado los titulares de la prensa del mundo. Bien podría ser una noticia de optimismo para la humanidad. A corto plazo se podría descubrir las razones de la pandemia del coronavirus y de las cagadas, que dejan algunos gobiernos.

Estudiar las excreciones, bien podría transformarse en una nueva ciencia vinculada a las sociales, o a la política, donde en mayor abundancia se producen estas evacuaciones. Ahora, ha surgido una manía por estudiar hasta el estornudo de los murciélagos. La aparición de estos mamíferos voladores en Las Condes, que tanto seduce a quien gusta leer novelas de terror, sorprendió a las autoridades. ¿Acaso anuncian una nueva pandemia?

No me consta, pero se asegura, que en el Congreso Nacional y en La Moneda, son los lugares donde más abundan las letrinas, perdón, los baños. La función de mover el vientre, involucra al presidente, pasando por sus ministros, a quienes aspiran a la presidencia y al resto de la población. No hay distingos y las clases sociales se borran, cuando se realizan estos menesteres. Llegada la hora y al ritmo de la música intestinal, nos debemos sentar en el trono. Sea en el inodoro de loza, en la bacinica, a campo traviesa o en un cajón, encima de un pozo negro.

Bajo el prisma de la filosofía, sin embargo, no se vislumbra donde podría encajar este tema. Que ahora, el estudio de la filosofía en nuestro país sea superficial o casi nulo, menoscaba cualquiera investigación, lo cual afecta la función intestinal. Desde Sócrates hasta nuestro tiempo, no se ha sabido de cómo escapar de esta necesidad biológica. Hasta los faquires deben ir al excusado, desde luego, no con nuestra frecuencia. Por norma se hace filosofía, caminando, sentado enfrente de nuestro escritorio o en el retrete. Quienes nos dedicamos a escribir regulareque o mal, debemos mantenernos alertas a estas novedades científicas. Cada cierto tiempo, las investigaciones sorprenden, en un mundo globalizado. La noticia sobre la forma cúbica del excremento del wombat, ha estremecido nuestra sociedad. Se vislumbra una civilización distinta, donde se incorpora un aire de humor, mientras vivimos de tragedia en tragedia.




¿De qué forma son las cagadas de nuestro gobierno? Compleja tarea que debe ser abordada por expertos. Al menos, yo no lo soy. No existen datos sobre la materia, sin embargo, al amparo del estudio de las ciencias sociales, es posible algo aventurar. Bien podrían ser cuadradas, redondas, rectangulares o de alguna forma caprichosa, aunque las diarreas, frustren la seriedad del estudio. Todo depende donde se realizan las evacuaciones. No es lo mismo en alta mar, en la cordillera o en medio de una plaza. Sería una insensatez, desde luego, que alguien le vaya a ensuciar el litoral, a quien tiene una casucha a la orilla del mar o de un lago.

La geometría es pródiga en ofrecer abundantes alternativas. Así, cada cual pueda buscar otras formas caprichosas, de cómo serían las evacuaciones en el futuro. Todo un intríngulis por definir en beneficio del arte. En el gobierno, en forma denodada, luchan por mejorar la apariencia de las defecaciones de sus funcionarios, dándoles un aspecto de melancolía. Aires de nostalgias del pasado, encaminadas a suprimir la permanente fetidez, que desde hace tiempo, recorre nuestro país.

 

  Por Walter Garib

 

 

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