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La amenaza a la democracia: Kast y los partidos de la derecha

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En estos últimos años hemos visto en distintos países de América Latina el inicio de procesos constituyentes ciudadanos. Los partidos políticos tradicionales han sido incapaces de robustecer la democracia y han caído en el mal de la corrupción tentados por el lucro favoreciendo a la clase privilegiada que sin escrúpulos, apartados de toda ética han contribuido al régimen de explotación neoliberal.
El movimiento social chileno de octubre 2019, y el sacrificio de sus víctimas, encuentra un triunfo democrático en la instalación de diversas fuerzas políticas no vinculadas a los partidos políticos que están mandatadas por el pueblo para la superación de la Constitución de Pinochet que blindaba a la clase política y económica corrupta.
Esta crisis política fue revelando la ausencia de representación que se manifiesta en la escasa participación electoral de los ciudadanos chilenos, cansados de apoyar con el voto las promesas de cambio vacías y engañosas. Así las cosas, la desilusión favorecía a los principales causantes de la crisis que siguen estando en el poder.
Sin duda no es esta la mejor democracia. La demagogia y la mentira de J. A. Kast, desde la violencia, ha ido construyendo una estrategia de restauración conservadora en contra de la democracia atacando las ideas más profundas a favor de mayores garantías a los derechos ciudadanos. La otra estrategia antidemocrática es su crítica al Estado, atentando sobre una base fundamental para la democracia, pero a la vez con una pretensión de agudizar la manga ancha a los dueños del capital. Con toda certeza esta no viene a ser una mejor democracia.
Los desafíos políticos actuales impulsados por la ciudadanía movilizada son una muestra crítica en contra de las democracias débiles, pero también son una posibilidad para la radicalización de la democracia. Este es el punto de partida del que tendría que partir Gabriel Boric para marcar una diferencia histórica con esa democracia débil que también ha criticado.
Las fuerzas políticas más críticas están llamadas a seguir movilizadas, pero esto también incluye la vía de las urnas. Varios sectores ya han ido sumando el apoyo a la candidatura de Boric, que ha ido alcanzando cierta consistencia de representación pluripartidista. Es responsable ir a votar y apoyar la posibilidad por una mejor democracia frenando el engaño conservador que ha ido sumando incluso a esa derecha que venía construyendo una discurso más liberal. La derecha liberal hoy se somete a la derecha conservadora, lo cual sin duda es un daño democrático.
Un posible gobierno de Boric tendrá que enfrentarse a este escenario en donde el discurso de la derecha conservadora irá en aumento y los derrotados partidos políticos de la centro izquierda buscarán sobrevivir de cualquier modo, incluso con el riesgo de que se sumen a sus supuestos adversarios. La conformación del parlamento evidencia con claridad este peligro.
Los aliados que Boric necesitará están en el abierto proceso de la Convención Constitucional que si ha de ser fiel a su mandato popular debería fortalecer una democracia más robusta. Pero, además -y esto es muy importante-, no bastará sólo con el apoyo del voto popular sino que el pueblo tendrá que seguir en las militancias territoriales para deliberar sobre nuestro destino.
Las luchas sociales iniciadas en los distintos procesos constituyentes son la invitación a asumir que el mejor ejercicio democrático es aquel que tiene el control y la creatividad popular. No es el tiempo de los tecnócratas políticos, es el tiempo de la ciudadanía organizada que asume su protagonismo histórico fortalecido en la solidaridad entre quienes constituyen la fuerza que es capaz de realizar la utopía en un tiempo presente.
Por Alex Ibarra Peña
Dr. Estudios Americanos.



Dr. Estudios Americanos

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