Columnistas Poder y Política

Algunas consideraciones sobre la columna “Los límites de la protesta como forma de lucha”

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El día 20 de mayo, se publicó en Clarín, una interesante columna del analista uruguayo Raúl Zibechi, a la que hago mención en el título de esta nota. Hubo varios y eruditos comentarios expresados al final del artículo de marras. Personalmente me abstuve de agregar uno mío, con el objeto de explayarme en una nota aparte, entregando algunas consideraciones que, pienso, pueden aportar al debate.

Entre el 22 de diciembre de 2011 y el 27 de enero de 2012, Clarín publicó una serie de 4 artículos titulados “Movimientos estudiantiles y revolución” de mi autoría. Como introducción a la parte medular de esta nota, reproduciré algunos párrafos del primero, del segundo y del cuarto de esos artículos:

Primer artículo: “Con motivo del movimiento estudiantil que se desarrolló en nuestro país, y las recientes elecciones en varias de las federaciones universitarias, se ha publicado un número nada despreciable de análisis y comentarios, lucubraciones sobre lo que debieron hacer o no hacer los estudiantes y qué les depara el futuro próximo y a mediano plazo.

 

El apoyo  al movimiento, que contó con la aprobación del 80% reflejado en las encuestas, llevaba implícito, muy probablemente, el deseo de que los estudiantes, a falta de líderes políticos y dirigentes sociales, llevaran sus demandas gremiales a un nivel político que pudiera producir, si no un cambio radical del sistema político-económico, por lo menos un desarrollo de las fuerzas sociales tal, que las llevara, no sólo  al apoyo moral, sino a involucrarse en un movimiento fuerte y combativo hacia la Asamblea Constituyente.




 

Sin embargo, si revisamos la historia de los movimientos estudiantiles universitarios, tanto en América Latina como en Europa, no nos queda más que reconocer que ninguno, por sí solo, ha llevado a la caída del gobierno (tal vez con una o dos excepciones), ni mucho menos, producido una revolución con el cambio del sistema político-económico que ella conlleva. Esto, por lo menos durante el siglo XX y lo que va del actual.

 

Es importante destacar que existe una opinión generalizada entre investigadores de los movimientos universitarios, que las organizaciones estudiantiles de América Latina se han caracterizado por un alto compromiso político y social. En 1963, el profesor Joseph Fischer planteaba que ‘América Latina posee, probablemente, el cuerpo de estudiantes universitarios más activo y poderoso políticamente del mundo’. (*).”

 

Segundo artículo. “El movimiento estudiantil cubano, por su parte, se constituye a mediados de octubre de 1923 bajo la dirección de Julio Antonio Mella, cuando se realiza el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Cubanos… Es interesante destacar, la existencia de una fuerte vertiente revolucionaria y de un precoz socialismo en el movimiento estudiantil cubano. Sus primeros documentos así lo demuestran: ‘El estudiante tiene el deber de divulgar sus conocimientos entre la sociedad; principalmente entre el proletariado manual, por ser éste el elemento más afín del proletariado intelectual, debiendo así hermanarse los hombres de trabajo para fomentar una nueva sociedad, libre de parásitos y tiranos, donde nadie viva sino en virtud del propio esfuerzo’.

 

En los puntos clave de las ciudades se establece un íntimo trabajo en común entre la ‘inteligencia’ estudiantil y el movimiento proletario. El Directorio Estudiantil, se convierte así en el centro de un movimiento anarco-sindicalista de masas proletarias. Después de la zafra, entre los meses de julio y octubre de 1933, los estudiantes llaman a la huelga política general que termina el 12 de agosto con el derrocamiento del dictador Gerardo Machado, quien había abolido las conquistas académicas logradas poco antes durante el gobierno de Alfredo Zayas.

 

Podría considerarse ésta, tal vez, una de las excepciones a las que nos referíamos en el artículo anterior (primer artículo), en el sentido que un movimiento estudiantil provocara la caída de un gobierno (en este caso dictatorial). Sin embargo, es necesario destacar que, como consecuencia de la revuelta estudiantil triunfante, finalmente es un levantamiento de suboficiales bajo la dirección de Fulgencio Batista quienes entregan, en la práctica, el poder a los estudiantes. Éstos llaman a la Presidencia de la República al profesor de medicina, Ramón Grau San Martín. El “presidente de los estudiantes”, muy poco tiempo después, será derrocado por el mismo Batista.

 

La revolución de 1933 se convirtió en un hito notable en la historia política de Cuba, pues se puede considerar el germen del movimiento que en la década de 1950 lleva al triunfo de la Revolución Cubana.

 

Otra de las excepciones en que el movimiento estudiantil jugó un papel muy importante en la caída de un gobierno, fue en Venezuela, donde la nación, cansada del militarismo, se alza contra el coronel Marcos Pérez Jiménez en 1958”.

 

Cuarto artículo. Otra de las intervenciones importantes de los estudiantes universitarios en el conflicto político, radica en su decidida participación en la caída del dictador Ibáñez. Éste había sido elegido el 27 de mayo de 1927 casi con el cien por ciento de los votos. Su gobierno desencadenó una represión selectiva en contra de la vanguardia del movimiento obrero. Impuso un régimen dictatorial, canceló gran parte de las libertades democráticas, reforzando el aparato represivo con la creación del Cuerpo de Carabineros. Además, hizo elegir un parlamento incondicional, llamado “Congreso Termal” a raíz de su constitución en las termas de Chillán, a espaldas del veredicto popular.

 

La crisis de 1929 cortó un proceso de crecimiento económico que se había dado en los primeros años de su gobierno, debido a los altos precios del salitre y del incremento de la demanda de cobre. A las protestas populares, Ibáñez respondió con más represión. Esto, no hizo más que aumentar el descontento. El “frente cívico” alentó las protestas callejeras de la FECH. El 22 de julio de 1931 se declaró la huelga estudiantil con ocupación de la Universidad. Los profesionales, encabezados por los médicos, llamaron a una huelga general de protesta por la muerte de un profesor y de un estudiante.

 

El dictador fue derrocado el 26 de julio de 1931 por un frente político masivo y heterogéneo.

 

Inmediatamente después de la caída de Ibáñez, durante el gobierno de Juan Esteban Montero, se consagra, en los hechos, la autonomía universitaria, que es incorporada a los Estatutos de la Universidad de Chile. Decimos en los hechos, pues en 1927 Ibáñez, mediante un decreto, había otorgado autonomía institucional y financiera a la Universidad de Chile, misma que nunca se concretó.

 

Hasta aquí algunos párrafos de los artículos sobre Movimientos estudiantiles y revolución.

 

Espero haber demostrado, con estos ejemplos, que si bien los movimientos estudiantiles, apoyados por movimientos sociales o viceversa, pudieron haber derrocado gobiernos, el Estado siguió siendo la representación superestructural del modo de producción (sistema o modelo económico) capitalista.

 

Sobre el concepto de modo de producción

 

Carlos Marx en el Prólogo a Contribución crítica de la economía política de 1859, concluye que “en la producción social de la existencia los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción, forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edificio (Uberbau) jurídico y político y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina (bedingen)

el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. (**)

 

Cabe hacer notar, sin embargo, que, si bien el nivel económico es determinante, no necesariamente siempre surgirá como el dominante. El mismo Marx plantea, en el Capital, que “mi opinión de que el modo de producción de la vida material domina el desarrollo de la vida social, política o intelectual… es justa para el mundo moderno, dominado por los intereses materiales, pero no para la Edad Media, donde reinaba el catolicismo, ni para Atenas o Roma, donde dominaba la política”.

 

(*) Joseph Fisher, “The University Student in South and South East Asia”, citado por Aldo E. Solari, “Los  ovimientos estudiantiles en América Latina, Revista mexicana de sociología, vol. 29, 4, 1967, pp.853-869.

(**) Carlos Marx, Prólogo a Contribución crítica a la economía política, Pasado y Presente, 9ª ed. Pp. 76-77. Buenos Aires, 1974.

 

 

Hugo Murialdo

Periodista, escritor, magíster en Ciencias de la Comunicación y magíster en Filosofía Política

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



Periodista, escritor, magíster en Ciencias de la Comunicación y magíster en Filosofía Política

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  1. Eso es lo que debieramos hacer to@s. Estudiar marxismo!! Para poder así terminar con los circos capitalistas! Y terminar de una vez por todas;con la dictadura del capital sobre el trabajo!!!!!!

  2. Felipe+Portales says:

    Por cierto. Buscaba complementar. Además, Ibáñez tenía el mismo proyecto que Alessandri. Sólo que uno bastaba para dirigirlo, y el otro «sobraba». Y ambos eran tremendamente autoritarios. Los dos felicitaron al general Florentino de la Guardia, responsable de la matanza de La Coruña, donde se masacraron centenares o miles de hombres, mujeres y niños, ad portas de la Constitución del 25. Además, bajo Alessandri se hicieron las masacres de San Gregorio (1921), Ranquil (1934) y Seguro Obrero (1938). Y la de Ranquil fue la primera aplicación en nuestro país de las masivas detenciones seguidas de desaparición. Dependen de las estimaciones, entre 300 y 600 personas…

  3. Hugo Murialdo says:

    Felipe: gracias por tu comentario. Efectivamente tienes razón en lo que planteas; lo que pasa, es que tomé sólo unos párrafos de ese artículo, mismos que tenían más relación con lo que quería exponer. Obvié toda la relación de Arturo Alessandri con los estudiantes, el golpe de Estado del 5 de septiembre en contra del mismo Alessandri, encabezado por la marina y sectores del ejército y el golpe de Estado del 23 de enero de 1925, encabezado por el general Ibáñez que desplazó del poder a los antiguos generales y almirantes ligados a la oligarquía terrateniente y al imperialismo inglés. En fin, el artículo es bastante más extenso pero sólo extracté lo más pertinente para la nota.

  4. Felipe+Portales says:

    Ibáñez ha sido muy mitologizado (bueno, como el conjunto de nuestra historia…) pues representó muy bien la alianza oligárquica-mesocrática (la misma de Alessandri y de los radicales) de reformas con un Estado mucho más activo que fomentara la industrialización vía sustitución de importaciones, en conjunto con una integración controlada de los sectores populares urbanos y mineros (y continuación de la virtual servidumbre en el campo), pero muy reprimida si intentaba superar sus acotados marcos.

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