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La guerra en Ucrania anuncia un desenlace catastrófico para la civilización occidental

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El mundo fue bipolar a partir del año 1945. Es decir había dos polos de poder. Uno en manos de Estados Unidos y el otro en manos de la Unión Soviética. Este sistema internacional dejó de existir cuando la Unión Soviética se desintegró y Estados Unidos quedó como único hegemón mundial en 1989. Esta unipolaridad duró hasta la caída de las torres gemelas en Nueva York el 11 de septiembre del año 2001.

A partir de esa fecha el mundo se transformó en un sistema multipolar. Es decir, el planeta se dividió en 7 áreas de influencia donde un hegemón regional mantenía el orden y la paz de su respectiva región y esfera de influencia. Así en el continente americano el hegemón regional es Estados Unidos. En Europa occidental el hegemón es Alemania, con Francia como su subalterno. En Europa oriental y Asia central el hegemón es Rusia. En el resto de Asia hay tres hegemones, China en Asia del este, India en el sur de Asia y Japón en las islas de Asia oriental. En África los hegemones son Sudáfrica y Nigeria.

Ya van tres décadas de este nuevo sistema multipolar. El gran problema es que el líder estadounidense actual, el Presidente Biden, cree que aun vivimos en el sistema internacional unipolar. Naturalmente el Presidente cree que su país es un hegemón global con derecho a intervenir en todo el mundo. Este gigantesco error puede causar una catastrófica guerra nuclear que probablemente acabaría con la actual civilización planetaria. La regla básica de la multipolaridad es la no intervención en los asuntos vitales de otras civilizaciones. Este tipo de intervención se operacionaliza con la actual participación occidental en Ucrania. Los problemas de esa región del este de Europa, de acuerdo a la teoría de la multipolaridad, deben ser resueltos por Rusia y la intervención de cualquier país ajeno a dicha región, va directamente contra las reglas básicas de la multipolaridad. Es de esta forma, como esta intervención, pone en realidad en gran peligro la paz mundial.

Afortunadamente Rusia tiene un líder de categoría mundial. Es decir, aquel líder que es capaz de sacar a su país del abismo que por errores garrafales anteriores ha caído previamente. Errores tales como el Presidente Franklin Delano Roosevelt tuvo que enfrentar en los Estados Unidos a comienzos de los años 30  del siglo pasado, o también como los enormes errores internacionales que Winston Churchill tuvo que enfrentar en Gran Bretaña a principios de los años 40 del siglo XX.




En Rusia, Putin ha logrado sacar a su país del abismo provocado por Boris Yeltsin después del fin del comunismo en Rusia. Putin es un líder brillante desde el punto de vista politológico. Él ya ha creado todas las condiciones para que Europa Occidental pase hambre y se congele en este invierno y los próximos. En pocos meses más, todo el continente europeo estará sufriendo las consecuencias de la guerra en Ucrania. La crisis económica y social global, probablemente también afectará a los Estados Unidos. Bajo estas condiciones socioeconómicas de la civilización occidental, es altamente probable, que estos pueblos decidan elegir líderes populistas tales como los fueron Donald Trump en Estados Unidos o Viktor  Orbán en Hungría.

Si todo esto llega a ocurrir, en dos o tres años más es probable que la ayuda occidental a Ucrania se termine totalmente, y con esto se asegure el triunfo militar de Rusia. Ucrania probablemente  se dividirá en 2 partes, una parte oriental que ya pasó a ser parte de Rusia, y una parte occidental que quedará totalmente destruida. Los ucranianos occidentalizados emigrarán a Europa occidental empeorando de esta manera los problemas socioeconómicos del continente. Todo esto aumentará las tendencias populistas y así, la mayoría de los países de la Europa occidental seguirán el actual ejemplo de Italia.

Con todos estos terribles acontecimientos históricos, la civilización occidental entrará en un agudo proceso de profunda crisis económica. De esta forma, el actual neoliberalismo probablemente será reemplazado por un populismo con características fascistas. Así, es probable que se repita el enorme drama planetario que sufrió el mundo en las primeras 3 décadas del siglo XX. En otras palabras, una salvaje lucha entre el fascismo retrógrado y un nuevo socialismo civilizado. Tal como el que hoy día tiene China y Rusia.  En estos países el sector privado sobrevivirá, pero bajo la estricta supervisión y control de una elite política interesada en el progreso colectivo de toda la sociedad, es decir, un constante progreso económico con igualdad social. Los ricos tienen derecho a ser dueños de sus empresas y usufructuar de ellas, pero un Estado fuerte y moderno, garantiza, a través de un inteligente sistema tributario, el bienestar de toda la comunidad. El poder político y militar estará siempre en manos de políticos progresistas interesados en el bienestar de toda la sociedad y en particular de sus trabajadores. En este sistema, aquel líder empresarial que trata de intervenir en el poder político para auto servir sus egoístas intereses, es rápidamente eliminado.

 

Fernando Duque Ph.D.

Cientista Político

Puerto Montt, 07 de octubre 2020

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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