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PacificBlu amenaza con despidos: una presión empresarial inaceptable ante la recuperación de derechos de la pesca artesanal

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El anuncio del cierre de operaciones de la empresa pesquera coincide con el reajuste de cuotas en favor del sector artesanal. Dirigentes denuncian chantaje empresarial y exigen la redistribución inmediata del recurso.

La reciente decisión de la empresa pesquera industrial PacificBlu de cerrar sus operaciones en Chile ha generado reacciones inmediatas y, en su mayoría, críticas desde el mundo de la pesca artesanal. El anuncio no es casual: se produce justo después de que la Comisión Mixta de Pesca del Congreso aprobara una modificación al fraccionamiento de la merluza común, devolviendo al sector artesanal parte de los derechos históricos que le habían sido arrebatados por la cuestionada “Ley Longueira” de 2013.

En vez de adaptarse al nuevo marco legal y contribuir a un modelo pesquero más equitativo y sustentable, PacificBlu ha optado por una medida drástica que, más que reflejar una real inviabilidad económica, parece una estrategia de presión política y emocional. La amenaza implícita de despidos busca generar un clima de temor entre sus trabajadores y en la opinión pública, forzando a la Comisión a reconsiderar una decisión ya tomada. En los hechos, es un chantaje disfrazado de retiro voluntario.

Los dirigentes de la pesca artesanal no han dudado en calificar esta maniobra como una oportunidad más que una pérdida. Hernán Cortés, vocero de la Alianza Nacional por la Defensa de la Pesca Artesanal y presidente del CONDEPP, fue enfático en señalar que el retiro de la empresa debe traducirse inmediatamente en una reasignación de la cuota liberada hacia el sector artesanal, que históricamente ha sido marginado. Para Cortés, no solo se trata de justicia, sino también de avanzar hacia una pesca más sostenible y menos depredadora, libre del dañino arte de pesca de arrastre que caracteriza a la industria.




Sara Garrido, presidenta de la Corporación Nacional de Mujeres de la Pesca Artesanal, subraya el absurdo del panorama actual: incluso con el modesto reajuste aprobado, el sector artesanal sigue siendo el gran perjudicado. Sin embargo, el retiro de PacificBlu cambia el tablero y abre una nueva ventana de oportunidad que la Comisión Mixta debe aprovechar. No hacerlo sería ceder ante amenazas empresariales.

Más directo aún fue Pascual Aguilera, vocero de la Coordinadora Alianza del Norte (CORANOR), al calificar la declaración de PacificBlu como una «pataleta de niño mimado«. Sus palabras resumen el sentir de muchos: estamos frente a una empresa que, al ver limitada su cuota de extracción, en lugar de adaptarse, recurre al miedo y al chantaje para mantener privilegios obtenidos en un proceso legislativo manchado por la corrupción.

Desde la Federación Nuevo Amanecer, su presidente Miguel Ángel Hernández también respaldó la idea de que el retiro de PacificBlu es una oportunidad estratégica para robustecer a la pesca artesanal. Su llamado es claro: garantizar que la merluza quede en manos de quienes la valoran y la capturan con métodos sustentables.

El conflicto actual va mucho más allá del reparto de una especie. Lo que está en juego es la dignidad de quienes han sido históricamente excluidos del debate pesquero, así como la posibilidad real de avanzar hacia un modelo más justo, sustentable y libre de prácticas corruptas. Si el precio de una legislación más equitativa es la retirada de una empresa que solo sabe operar con privilegios, entonces el país está ganando más de lo que pierde.

La Comisión Mixta aún tiene tiempo para rectificar la distribución de cuotas. Lo que no puede hacer es retroceder ante una amenaza encubierta de despidos. La democracia no se construye con presiones empresariales ni con miedo. Se construye con justicia, participación y visión de futuro.



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