
Papa León XIV: el primer pontífice estadounidense-peruano que llega con un llamado urgente de justicia social
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Con un mensaje vibrante de “paz y justicia” y una historia marcada por el trabajo con los más pobres y excluidos, el estadounidense-peruano Robert Francis Prevost ha sido elegido como el nuevo líder de la Iglesia Católica. A sus 69 años, el ex arzobispo de Chiclayo asumió el pontificado bajo el nombre de León XIV, un guiño inequívoco a la tradición del pensamiento social católico y una clara señal de que su liderazgo será, como lo fue su trayectoria, profundamente comprometido con la justicia, la inclusión y la dignidad humana.
Nacido en Chicago el 14 de septiembre de 1955, hijo de madre de ascendencia española y padre franco-italiano, Prevost combina raíces múltiples que hoy convergen simbólicamente en un liderazgo global. Se convierte así en el primer Papa nacido en Estados Unidos y, al mismo tiempo, el primero con nacionalidad peruana, que adquirió por convicción en 2015, tras décadas de trabajo pastoral en las regiones más vulnerables del norte peruano.
Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, donde saludó a los fieles de todo el mundo con las palabras “La paz sea con ustedes”, León XIV demostró rápidamente su sensibilidad intercultural al dirigirse también en un fluido español a su “querida diócesis de Chiclayo”, la comunidad que pastoreó durante más de tres décadas. “El pueblo fiel ha dado tanto para seguir siendo una Iglesia de Jesucristo”, dijo con emoción. No sólo se trata de un gesto: es una reafirmación de su vínculo profundo con las bases populares y una reafirmación de la Iglesia como espacio de acogida, diálogo y amor.
León XIV es mucho más que un símbolo de integración continental. En Perú se le conoce como “el misionero santo que atravesó el lodo”, una imagen poderosa que remite a los años en los que, en medio de lluvias torrenciales, llevaba personalmente ayuda a los damnificados. Durante la pandemia, lideró la compra de plantas de oxígeno para salvar vidas en comunidades desatendidas. Esta dimensión humanitaria ha sido el eje de su vocación religiosa desde que se unió a los agustinos en 1985, desarrollando una práctica pastoral centrada en los últimos y olvidados, con una mirada que trasciende la jerarquía clerical tradicional.
No ha estado exento de controversias. Durante su gestión como obispo en Perú, enfrentó acusaciones de encubrimiento en casos de abuso sexual, denuncias que fueron rechazadas por la diócesis y su predecesor, y que el periodista Pedro Salinas –reconocido por su investigación sobre el Sodalicio de Vida Cristiana– calificó como “absolutamente falsas”. Salinas incluso denunció que las críticas formaban parte de una campaña de desprestigio orquestada por sectores conservadores contrarios a la línea reformista de Francisco.
Precisamente, su elección como León XIV no es casual. El nombre evoca a León XIII, autor de la encíclica Rerum Novarum (1891), que marcó el inicio del pensamiento social moderno de la Iglesia, defendiendo los derechos laborales frente al capitalismo salvaje de la Revolución Industrial. También remite al Hermano León, inseparable compañero de San Francisco de Asís, santo patrono del anterior pontífice. Todo indica que el nuevo Papa buscará continuar –y quizás profundizar– la senda social, ecológica y moral abierta por Francisco.
Con un pasado crítico frente a las políticas de Donald Trump, a quien censuró por su racismo y su trato a los migrantes, León XIV ha demostrado tener un compromiso político claro con los derechos humanos. En 2023, denunció la represión del gobierno de Dina Boluarte en Perú y exigió al exmandatario Alberto Fujimori que pidiera perdón a las víctimas de su régimen. En redes sociales también fustigó el traslado de migrantes al penal salvadoreño de máxima seguridad, el Cecot, calificando el acuerdo como una afrenta a la conciencia moral.
A pesar de que su posición sobre temas como la comunidad LGBT+ aún no se ha clarificado del todo, muchos analistas apuntan que su formación, sensibilidad social y cercanía con el Papa Francisco lo ubican en la misma corriente reformista que ha intentado abrir la Iglesia al siglo XXI. Su título académico –licenciado y doctor en Derecho Canónico con honores por la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino– augura, además, un liderazgo con bases teológicas y jurídicas sólidas.
La elección de León XIV ha sido celebrada por líderes de todo el mundo, desde Pedro Sánchez hasta Emmanuel Macron, pasando por Giorgia Meloni y Ursula von der Leyen. Incluso el presidente ruso Vladimir Putin y el israelí Benjamin Netanyahu enviaron sus parabienes, en una muestra del peso simbólico y diplomático del nuevo Papa.
Pero tal vez la mejor síntesis de este momento la ofreció la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola: “Que su liderazgo sea un faro de esperanza”. Porque en tiempos de fragmentación y conflicto, el surgimiento de una figura con raíces cruzadas y una biografía anclada en la caridad activa podría ser, efectivamente, lo que el mundo necesitaba.
León XIV, estadounidense por nacimiento y peruano por elección, asume la silla de Pedro en una hora crítica, como una figura moral que une culturas y continentes con una sola brújula: la dignidad de los más vulnerables.