
El feminismo no es una identidad estática ni un eslogan vacío; es una lucha necesaria que ha incomodado desde su nacimiento al poder y, por lo mismo, ha sido resistida, manipulada y atacada desde múltiples frentes. Durante los últimos años, hemos presenciado un fenómeno que no es nuevo, pero sí particularmente virulento: una reacción organizada contra los avances














