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Relación entre microbios e inmigrantes se basa en la ignorancia y xenofobia

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El político derechista Jaroslaw Kaczynski en Polonia en el 2015 afirmaba que los inmigrantes pueden “traer enfermedades infecciosas peligrosas que no se han visto en Europa en mucho tiempo: como colera en Grecia, disentería en Viena …;, en el 2014 los congresistas republicanos de  EE.UU. T. Rokita and P. Gingrey anuncian que los inmigrantes de México y S. América pueden introducir el virus Ebola al país (a pesar de no existir fiebre de Ebola en las Américas)  y en nuestro país este año, el ex ministro de salud  E. Santelices culpa a los inmigrantes por el aumento del HIV/SIDA y el diputado  R. Celis los acusa de venir al país a diagnosticarse y tratarse las infecciones por HIV/SIDA gratis. Fracastorius en el Renacimiento fue el primero en postular que existían enfermedades que podían trasmitirse de una persona a otra por entidades vivas capaces de multiplicarse, “contagium animatum”, en el Siglo XVII  Kircher, Redi  y von Leeuwenhoek expandieron este concepto, Semmelweis en sus estudios de la fiebre puerperal en el Siglo XIX demostró la trasmisión de la bacteria de ella, de una paciente a otra por las manos sin lavar de los estudiantes de medicina y de los médicos y finalmente Pasteur y Koch a fines de ese siglo confirmaron experimentalmente todos estos conceptos y abrieron las puertas a la Edad De Oro de la microbiología y de las enfermedades infecciosas que dura hasta hoy día.

 

De acuerdo a la transmisibilidad de las enfermedades infecciosas, el mal llamado sentido común pareciera estar de parte de los políticos reaccionarios mencionados arriba, ya que los inmigrantes provenientes de países y de áreas geográficas donde enfermedades como la tuberculosis, el VIH/SIDA y la fiebre tifoidea son frecuentes pueden ser portadores de las bacterias y de los virus que producen estas enfermedades y por lo tanto potencialmente trasmitirlas a la población del país adonde emigran. Sin embargo, para desentramar el conocimiento superficial, y a menudo prejuiciado del sentido común, existe la actividad científica y esta pareciera decirnos que los potenciales contagios y las probables epidemias originadas por emigrantes han sido exiguas e irrelevantes para la diseminación de estas enfermedades a nivel global, y probablemente inexistentes. Por ejemplo, en el pasado epidemias como la peste y ahora el cólera, han sido el resultado de movimientos de ejércitos y del traslado de artículos comerciales y de viajeros ocasionales más que de emigrantes. Estudios en los EE. UU. y Europa han demostrado que los emigrantes en general gozan de buena salud ya que son jóvenes, y que a menudo enferman en el país donde migran por una serie de razones, entre las cuales se incluyen las dietéticas, las discriminaciones de todo tipo y las tensiones de adaptación social y laborales.

 

Contrario a lo afirmado por el diputado Celis los emigrantes en general viajan por problemas laborales, sociales y económicos y para escapar la violencia de los países en donde viven y emigran por las necesidades de ellos y de sus familias y el objetivo de hacer “turismo médico” les es muy ajeno, a pesar de las sugerencias inconsistentes y discriminatorias del Sr. diputado. Además, numerosos estudios en los EE.UU. Canadá y Europa han demostrado que las contribuciones económicas y sociales de los emigrantes a los países que los reciben son importantes para el desarrollo económico de esos países y el pago de impuestos por ellos cubriría adecuadamente los servicios que ellos necesitan, incluyendo la salud y la educación. En numerosos países los inmigrantes además contribuyen a la salud pública porque son médico/as, enfermero/as y técnicos de todo tipo trabajando en consultorios, hospitales, jardines infantiles, escuelas y en el cuidado domiciliario de pacientes incapacitados y de la tercera edad. Paradojalmente donde más problemas de salud tienen los inmigrantes y donde se trasmiten enfermedades infecciosas entre ellos, es cuando se les mantiene en campos de concentración como sucedió en Turquía y Grecia con los de Siria, como sucede ahora en la frontera sur de los EE.UU. con los centroamericanos y tal vez en la frontera peruano chilena con los venezolanos.

 

Sin lugar a dudas que el culpar a los inmigrantes de ser la fuente de enfermedades infecciosas y de un peligro para la salud pública de los países que los reciben, constituye el tradicional ardid del iletrado y discriminatorio pensamiento político conservador, temeroso de la heterogeneidad biológica y cultural, acostumbrado desde siempre a culpar a la víctima de su desfavorable situación y de fomentar de manera oportunista divisiones en la población con objetivos políticos. Los que alertan chillonamente y abusivamente acerca del peligro sanitario de los inmigrantes en nuestro país y en el mundo enmudecen alevemente frente a algunas de las causas evitables de estos desplazamientos de población como son las intervenciones políticas y militares de Europa y de los EE.UU. en el Oriente Medio, el apoyo de los EE.U.U. a fuerzas antidemocráticas en Centro América, a los escuadrones de la muerte en Colombia y al bloqueo económico de Venezuela.  En nuestro país se intenta culpar a los inmigrantes de la epidemia de HIV/SIDA y del aumento de la tuberculosis y en el proceso se oculta que la mayoría de los infectados por estas patologías son aun primordialmente chilenos, y en el caso de la tuberculosis chilenos de la tercera edad, y que estos trastornos se han producido por aumentos de la pobreza, la falta de inversión en salud y el desmantelamiento de exitosos programas sanitarios para combatirlas.  




 

Por ejemplo, las estadísticas indican que la mayoría de las infecciones por HIV/SIDA son de chilenos y qué tal vez los inmigrantes están sobrerrepresentados en este grupo dadas las falencias del diagnóstico de estas infecciones en el país, por su concentración en zonas urbanas y porque probablemente son prejuiciadamente examinados y diagnosticados más frecuentemente que el resto de la población.  En el caso de la tuberculosis los emigrantes constituyen una minoría de los pacientes con tuberculosis activa contagiosa y sería interesante estudiar cuántos tienen otros factores de riesgo para esta enfermedad comunes entre ellos, como la pobreza, el hacinamiento, la situación de calle y la falta de atención médica.  Indudablemente si en Chile, como se ha demostrado en otros países, el control sanitario de estas enfermedades fuera adecuado la contribución de los inmigrantes a la epidemiologia de ellas seria exigua y perfectamente manejable y se podría plantear que sus enfermedades representan entonces un fracaso más del mito que en Chile todo esta tan bien.

 

Si los ignorantes y discriminatorios pronunciamientos de los políticos respecto de los inmigrantes como fuentes de infecciones despiertan indignación, los pronunciamientos de los trabajadores en medicina y en salud pública, como los del ex ministro Santelices y otros, producen revulsión y asombro. Esto porque la medicina y su ética deben reflexionar que su accionar para ser exitoso debe ser inclusivo y que su práctica, comprendiendo la investigación, debe evitar la estigmatización que resulta al tratar a los inmigrantes como ajenos y como peligros para el tejido social, ya que ello aumenta su vulnerabilidad y su discriminación, mina sus derechos humanos y atenta contra el éxito de la práctica médica.  En resumen, uno podría terminar parafraseando a la escritora estadounidense Lillian Hellman diciendo que tanto en política como en salud pública “el patriotismo y la xenofobia son el refugio de malvados.”

 

Por Dr. Felipe Cabello

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