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Voto obligatorio: el alma autoritaria de Chile

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El acuerdo constitucional alcanzado por la mayoría de los partidos políticos chilenos—  bastante controvertido como ya todos sabemos—ha dejado fuera del foco mediático otro suceso no menos preocupante: me refiero al hecho de consagrar una vez más el voto obligatorio para el plebiscito aprobatorio de ese nuevo proyecto de constitución. Por su parte, el Senado ya había votado favorablemente el restablecimiento del voto obligatorio para todas las elecciones.

Este acuerdo transversal de obligatoriedad de sufragio me ha hecho recordar ese antipoema de Nicanor Parra: “La izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas”.  Naturalmente, izquierda y derecha tienen argumentos un tanto diferentes para su coincidente visión autoritaria de cómo los ciudadanos deben comportarse en materia de comicios. Eso sí—en esto no nos engañemos—ambas confían en que forzar a la gente a concurrir a las urnas es algo que va a favorecerlas. Naturalmente, una de las dos está errada en sus cálculos.

El argumento usado por sectores de izquierda para insistir en el voto obligatorio tiene dos fuentes que lo fundamentarían, una de carácter estadístico: hay una tendencia desde el reinicio de las elecciones, en que los mayores índices de ausentismo electoral se da en las comunas de menores ingresos, en tanto que comunas donde se concentra el electorado de mayores ingresos, como Las Condes, Vitacura o Lo Barnechea, muestran menor ausentismo de las urnas. Este dato estadístico serviría para apoyar el segundo fundamento de su apoyo al voto obligatorio, que al revés del primero, que es un dato objetivo, este otro en cambio es simplemente una presunción basada en una percepción de la conciencia de clase de acuerdo a manuales de marxismo de los años 60, y que en la actualidad bien podrían ser catalogados como “artículos de fe”, algo que se supone los creyentes aceptan sin mayor examen. Como sabemos, la brutal sacudida de esa percepción vino el 4 de septiembre, cuando esos electores apáticos que no concurrían a votar y pertenecientes a las clases populares, lo hicieron en masa y—¡sorpresa, sorpresa!—le dieron su respaldo a la opción Rechazo. La conciencia de clase que alguna vez existió en esos sectores, ha corrido la misma suerte que el telegrama, la máquina de escribir y los pantalones “pata de elefante”: se ha extinguido.

Nótese que cuando digo lo anterior, no estoy afirmando que el concepto de “conciencia de clase” se haya extinguido, sino su expresión concreta en un contexto social específico: el Chile de lo que va de este siglo 21. Por cierto muchos factores han contribuido a ello: el peso ideológico de la derecha y el marco consumista del modelo neoliberal que exacerba el individualismo, el control casi absoluto de los medios de comunicación por parte de sectores oligárquicos, por ejemplo; pero estos son factores que obviamente iban a estar presentes activamente para desarticular el discurso transformador de la izquierda a los ojos del pueblo, era de esperar que estarían allí. El problema es que la izquierda misma ha perdido terreno y ha dejado de lado su rol educador y formador de conciencia social. Los partidos de la izquierda, sean los históricos o los surgidos de las luchas estudiantiles de los últimos años, no han podido asumir ese rol. Eso sumado además al hecho de que la clase obrera industrial  ha perdido muchos miembros, como consecuencia de la desindustrialización del país. Las que alguna vez fueron llamadas “poblaciones obreras” donde a menudo se forjaba una amplia solidaridad entre estudiantes, pobladores y obreros, que allí habitaban, en muchos casos hoy han devenido reductos controlados por narcotraficantes. Hasta el método de lucha de la tomas de terrenos, que en el pasado dio lugar a grandes jornadas por el derecho a la vivienda, y del cual surgieron combativos campamentos,  hoy ha sido “privatizado” y está a cargo de mafias que le cobran arriendo a los ocupantes de los terrenos, muchos de ellos inmigrantes.




Sin duda, la mayor parte de esos habitantes de campamentos y otras viviendas precarias de las grandes ciudades sigue siendo tan pobre como lo eran esos ciudadanos en el siglo pasado, pero bajo las nuevas condiciones la conciencia de clase se ha desvanecido a favor de un afán de consumo que, a menudo,  ante la imposibilidad de satisfacerlo de un modo honesto, empuja a muchos—especialmente jóvenes—a la delincuencia y la prostitución.

El error de la izquierda al subirse al carro de manera demagógica para que “todos voten” es que no consideró los brutales cambios operados en el modo de pensar de esos sectores de bajos ingresos que “no están ni ahí” con ir a votar y que, forzados a hacerlo, adoptan la postura de rechazo a todos. Para ellos, los  políticos son todos iguales y no hacen distinción entre izquierda y derecha, pero claro, ello le da siempre una ventaja a la derecha porque su mensaje es más compatible con la mentalidad creada por años de bombardeo ideológico del neoliberalismo.

En este tema, el discurso de la derecha ha tomado un cierto giro, su defensa del voto voluntario era coherente con el mensaje neoliberal de la libertad de opción, que incluye la de no molestarse en ir al recinto de votación el dia de elecciones. En el último tiempo, sin embargo, ha reciclado el viejo tema de supuestos deberes cívicos, un enfoque también coherente con una concepción de los ciudadanos como una suerte de boy scouts, dispuestos a hacer el bien. A diferencia de los boy scouts que hacen voluntariamente su labor, al imponerse el voto obligatorio esto de ser un buen ciudadano pasa de ser una práctica voluntaria, a un  comportamiento forzoso.

Los proponentes del voto obligatorio también entran a confundir los que son derechos con los deberes. El sufragio, una forma de participación ciudadana que ha tenido una larga historia para su plena y más amplia realización, un proceso como es también la democracia, es un derecho. Analizado desde un punto de vista lógico, los ciudadanos pueden escoger ejercer sus derechos o no. Uno tiene el derecho a casarse, formar familia, y tener hijos. Uno tiene el derecho a acceder a la educación superior. Uno tiene derecho a adherir a una fe religiosa y participar activamente en ella. Uno tiene el derecho a ser parte de un partido político. Sin embargo, uno no está obligado a formar familia y tener hijos, a ir a la universidad, a ser parte de una organización religiosa o política. Del mismo modo, uno tiene el derecho a voto, pero no puede estar obligado a hacerlo.

En estricto sentido el voto es un derecho, no un deber. Por cierto, algunos dirán que es ambas cosas, derecho y deber, pero eso es—una vez más—forzar las cosas de manera artificial. El mentado deber cívico de votar es una invención que revela un trasfondo ideológico autoritario. Desgraciadamente, esa alma autoritaria chilena parece muy presente y es como una prolongación del viejo dictamen familiar que tanto detestaba Mafalda: “tomar sopa porque es bueno para los niños” (algo falso por lo demás). Al imponerse el voto obligatorio, se nos quiere hacer creer que eso es bueno para la democracia o para el país mismo. Se toma la ruta fácil porque se elude abordar la causa real de los altos niveles de abstención: el hecho que los partidos políticos ya no cuentan con respaldo ciudadano ni mucho menos encantan a la gente.

Volviendo al aspecto estrictamente de estrategia política, el voto obligatorio evidentemente contribuyó a la derrota de la opción Apruebo en el plebiscito constitucional, inexplicablemente la izquierda o más bien dicho sus dirigentes—sea por ceguera política o por incompetencia­­—han concurrido junto a la derecha en concretar una modalidad del ejercicio del derecho a voto que es básicamente contraria a sus propios intereses.

¿Y qué pasaría—como dicen algunos catastrofistas—si con el voto voluntario llegara un momento en que el porcentaje de los que concurren a las urnas bajara a un 30 o un 20 por ciento? ¿Qué sucedería con la legitimidad de nuestras instituciones? Bueno, obviamente su legitimidad pasaría a ser seriamente cuestionada y los actores politicos tendrían que modificar drásticamente su actuación, si quisieran salvarla.  ¿Y si eso no ocurriera? Bueno, entonces la crisis se agudizaría. Pero, paremos aquí un breve instante: okey, hay crisis, y en tales circunstancias pueden ocurrir muchas cosas, incluyendo la aparición de una alternativa de corte fascista bajo el pretexto de “poner orden”, pero también ello puede abrir la puerta a una salida revolucionaria. ¿O ya estamos tan lejos de nuestros sueños de antaño, que esa última alternativa ya no se nos pasa por la mente?

Por Sergio Martínez (temporalmente desde Ñuñoa, Chile)

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Temporalmente desde Ñuñoa, Chile

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  1. Patricio Serendero says:

    Claro que la dialéctica no la propuso Heráclito. Pero es siempre referenciada en la historia de este método para indicar que ya los griegos tenían esta idea que es el primer principio de la Dialéctica. Que todo esta en permanente movimiento. Ahora quien desarrolló la dialéctica fue en verdad Hegel. Marx la ha «puesto de pié» como el dijo. Y lo aplicó al estudio de las sociedades desarrollando el materialismo histórico. La idea que toda la Historia es la historia de la lucha de clases.
    Sin un Partido o Movimento revolucionarios no habrá el cambio de «toma de conciencia de clase en sí, en clase para sí» como dicen los clásicos. Las condiciones materiales objetivas existen. Ahora está más claro que nunca para muchos trabajadores que este sistema no da el ancho para ellos. Por eso no creo que esta conciencia esté desvanecida ni convertida en «fachos pobres». Es la acción de la ideología dominante de los que mandan como es sabido. Falta claro el Partido o Movimento para convertir esa conciencia de clase en si para una de clase para si. Educar, educar y educar. Que como varios de ustedes dicen, la izquierda la ha substituido hoy por el WhatsApp en el mejor de los casos.

    • Serafín Rodríguez says:

      En mi pobla son muy claros. Se sienten burlados en cuanto a todo lo que importa y afecta su vida diaria. Parar la olla, correr detrás de la micro para agarrarla y llegar a la pega, vestir y educar a los cabros chicos, enfermarse, jubilarse y morirse, el desamparo, la vejez. Y te lo dicen derechamente tanto viejos como no tan viejos. De hecho, las mujeres jóvenes, esas que envejecen rápido, son las más aterrizadas. Más aterrizadas que los hombres de cerca su misma edad. Y no es que esta gente esté politizada. Viven su realidad, una realidad que ninguna nueva Constitución, ningún gobierno, ningún político va a cambar. Y te lo dicen. Miran tele y se ríen de la Vallejo, por ejemplo, para mencionar una de las que más aparece. Para qué decir nada del *Merluzo». Se mofan mucho. Y para qué decir nada de los adjetivos que usan!

      • Vamos a ver, don Serafin, ¿y esos en su pobla le platican a usted que clase de sociedad quieren? Es decir, como todo ser humano que lo han acostumbrado a vivir sin alternativas, politicas y de las otras, ya que politicamente ellos ven que la politica es una sola y se mueve al compás de una sola voz, el neoliberlismo, luego lo único que desean son soluciones a sus problemas personales, y ahí está la madre del cordero del por qué en Chile nada cambia, ni va a cambiar, sino que todo se va a mover con parchesitos que les solucione un problemita aquí y otro allá, nada más, pero todavía algunos siguen con la custión de los análisis de cierta ideología social y sus autores, con el análisis histórico de los movimientos y la dialéctica, etc, etc, y pareciera que para ellos las sociedades no han evolucionado conjuntamente con los tremendos avances tecnológicos, avances que están al alcance de hasta los más pobres, o sino vean que porcentaje de chilenos no tienen computadoras, celulares y otros juguetitos, es decir, en la mayoría de los países del mundo, la super explotación practicamente está desapareciendo y con ello el enojo de los grupos que producían los grandes movimientos para cambiar los sistema de explotación. Esta era actual es una muy nueva era de los movimientos sociales y debido a esta modernización de la existencia, tambien se ha dividido la forma de unificación para luchar por cambios. Para terminar, ese grupo de chilenos que don Serafin cita, no tiene nada que ver con las necesidades de la clase media chilena, cuyo motivo de existencia es lo que proporciona este sistema neoliberal y esto, politicamente y socialmente, significa un triunfo parcial del neoliberalismo, queramoslo o no.

  2. Serafín Rodríguez says:

    «Como sabemos, la brutal sacudida de esa percepción vino el 4 de septiembre, cuando esos electores apáticos que no concurrían a votar y pertenecientes a las clases populares, lo hicieron en masa y—¡sorpresa, sorpresa!—le dieron su respaldo a la opción Rechazo. La conciencia de clase que alguna vez existió en esos sectores, ha corrido la misma suerte que el telegrama, la máquina de escribir y los pantalones “pata de elefante”: se ha extinguido.»

    La segunda frase citada da por supuesto que votar «+Apruebo» era una cuestión de «conciencia de clase» para los sectores populares.

    Alguien sabe a ciencia cierta por qué votaron como votaron? Alguien por ahí los llamó alguna vez «fachos pobres».

  3. Renato Alvarado Vidal says:

    Excelente artículo, muy certero. La participación activa de la comunidad debe obtenerse convenciendo a la gente, no dando órdenes. Por convicción el pueblo puede lograr grandes victorias, es cosa de preguntar a los vietnamitas.
    Respecto a la pregunta final, tal vez le tenemos miedo a la revolución. Ojalá no sea así.

  4. Respecto de las clases, Marx habla de la burguesía y del proletariado (que sólo posee su prole) y que vende su fuerza de trabajo. El que analiza la conciencia de clase del proletariado es Lenin: clase en sí ( es decir que existe) y clase para sí, sólo cuando toma conciencia de su clase. Esto, como bien dice el columnista, debido a múltiples factores, ha dejado de ser un hecho en nuestro país.

    • Patricio Serendero says:

      Solo una pequeña corrección respecto de que es Lenin quien analiza la conciencia de clase. Yo afirmé que eso era de Marx. De hecho es de Marx y Engels. Invito a Murialdo a volver a leer el Manifiesto del Partido Comunista. Ahí está la idea, negro sobre blanco.

  5. Patricio: La frase «ningún hombre pisa el mismo río dos veces, porque no es el mismo río ni él es el mismo hombre», es de Heráclito de Éfeso. El método materialista dialéctico, sin desmerecer a Heráclito, es más complejo que sólo su pensamiento. «Los concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de la diverso»; Karl Marx en Método de la economía política; esto es, la importancia del «referente empírico».

  6. Coincido con pensar que el votar es un «DERECHO» y como tal , puedo ejercerlo o no. La obligatoriedad significa «CASTIGAR» a quien no cumple lo que el PATRÓN ordena y tratándose de «política» , es un término facista dictatorial : lo que el estamento menos aceptado por las mayorías, que son obligadas por las minorías, que van contra los DDHH de las mayorías, porque tienen el respaldo del dinero oligárquico y los asesino militares. Si el algún momento era orgullo internacional la constitución propuesta y el tener al presidente más joven del momento, se han esfumado y volvemos a oír, solapadamente : todo chile trabaja, con el fusil en la………

    • Mamacita, Gino, pero que pasa con los chilenos, señor dáme tu fortaleza. En una democracia el derecho a voto es un derecho conseguido por todos los que constituyen una democracia, y este derecho a voto, en muchas oportunidades se ha conseguido con el sacrificio de innumerables chilenos, que incluso entregaron su vida por este derecho, por lo tanto, este derecho a voto es para elegir a nuestros representantes y en algunas cirucunstancias para salir de embrollos traídos por demócratas y de los otros. Ahora, Gino, putas que irresponsabilidad más grande usted ha expresado con eso que el «derecho a votar le permite el derecho a no votar», ¿no se dá cuenta en el problemita que ahora esta ideita ha traído? Se ha llegado a este momento en que la irresponsabilidad de los que componen esta democracia van a tener que ser obligados a votar para conservar la democracia. Putas que estamos bien, por la cresta. Lo fundamental de esta obligatoriedad para votar va a mostrar fehacientemente lo que los chilenos realmente quieren, y esto es lo que quiero saber de una vez por todas.

  7. Patricio Serendero says:

    Ni el marxismo de los 60 ni el de nunca asigna mecánicamente una conciencia de clase a las clases desposeídas. Marx lo llamaba «falsa conciencia» cuando estudió esto. Es uno de los preceptos fundamentales de la sociología marxista.
    El marxismo tampoco es una fé. Su base es el materialismo filosófico. Esa filosofía y su método de análisis la Dialéctica es la que dice que nunca pasa la misma agua debajo del mismo puente. Todo cambia y todo está en movimiento permanente. Como el Universo entero. También las sociedades y sus luchas. Y por lo tanto a la hora de hacer política basada en ese MÉTODO para pensar, no hay ni fanatismo ni dogmas alguno. De allí que cada país, de acuerdo a todas sus características debe luchar por el Socialismo de manera creadora conforme el tiempo social que vive.

    • Don Patricio, solamente una acotación: ¿cuántas «clases» desposeídas existen ? En mi humilde opinión solamente existen dos clases; la clase de los que poseen todo y la clase del proletariado. Ahora, ¿De qué ha sido desposeído el proletariado, cuando lo único que posee es su constitución física y mental para ser utilizada por la clase empresarial? Por lo tanto, la clase empresarial, en nuestros tiempos, jamás va a desposeer de esta constitución fisica y mental al proletariado, sino, se estarían eliminando a si mismos. Bueno, quien sabe lo que va a pasar en el futuro con los avances tecnológicos que de apoco están reemplazando la mano de obra del proletariado, y esto de apoquito, en nuestros tiempos, ya lo estamos viendo en que las máquinas están minimizando el uso de la mano de obra. Don Patricio, la definición técnica de Socialismo es la que propone que todos los medios de producción estén en manos de los trabajadores, es decir, de un estado formado y dirigido por los trabajadores, pero, la realidad nos dice que esta idea está cada vez más lejos de la realidad de lo que hoy sucede en el mundo. ¿Cual será el sistema económico que prolifere en el mundo? Hay una respuesta de esto en Europa y en Canada. Perdone usted mi intromisión con mis ideas formadas con lo que veo, aprendo y vivo en este mundo tan, pero tan confuso. addendum: hace como 20 años me leí los tres tomos de El Capital, los dos primeros de Marx y el tercero terminado por Federico Engels.

    • Sergio Martinez says:

      He mencionado bien claramente a «los manuales del marxismo» que por cierto no son lo mismo que el marxismo. Cuando me refiero a «articulo de fe» lo hago en un sentido irónico, en este caso concreto, la creencia que esos sectores populares que no iban a votar, al hacerlos de manera obligada lo harían por la izquierda. Gran parte de mi critica va justamente a quienes aplicaron ese esquema producto de una creencia y no de un análisis científico.

  8. DEMOCRACIA:
    Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho de este a elegir y controlar a sus gobernantes.
    Si personas como el del Artículo y el de la opinión, aquí abajito, continúan expandiéndose, luego, calladitos quédense y no se quejen de que los politicos elegidos por, solamente, un grupito de chilenos, les sigan viendo las que te dije. A muchos chilenos les gusta quejarse por todo, hasta por el tiempo que pierden en las elecciones, pero después hacen tremendos movimientos para quejarse de que los políticos no cumplen lo que prometen. Si el voto es voluntario, bueno, tengan la responsabilidad, RESPONSABILIDAD, de votar cuando llega el momento democrático de hacerlo, pero como esto no está sucediendo, luego, algunos políticos que tienen responsabilidad con el término de democracia, han propuesto, debido a la irresponsabilidad de la mayoría de los quejumbrosos chilenos, de hacer las votaciones obligatorias, y en mi opinión y viendo la historia de la irresponsabilidad de la mayoría, esta propuesta es la que se tiene que IMPONER para que siga existiendo LA DEMOCRACIA EN CHILE. Estoy completamente seguro que Chile fué creado por KAFKA, o simplemente la democracia en Chile es una paradoja.

  9. Yo personalmente, considero el voto obligatorio como anti democrático e incluso contra los derechos humanos. Así como todo ciudadano tiene derecho a votar, toda persona debe también tener el derecho a no votar. Puede que hayan países con voto obligatorio, pero yo no conozco ninguno. Antiguamente el voto era obligatorio pero, la inscripción en los registros electorales era voluntaria. Al argumento, de que en las comunas «ricas», había mas participación que en las «pobres», tampoco le encuentro validez, eso se prueba en el plebiscito de salida. incluso en las comunas populares ganó por distancia el rechazo.

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