Chile al Día

A 50 Años del Golpe: Reflexiones del Polo Clasista sobre la Unidad Popular y el camino hacia el poder popular

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En una declaración pública, el Polo Clasista conmemora el quincuagésimo aniversario del golpe militar en Chile, reflexionando sobre el legado de la Unidad Popular (UP) y su impacto en la búsqueda de un horizonte de poder popular. En un comunicado, las organizaciones que conforman el Polo Clasista subrayan su compromiso con la lucha, la organización y la construcción de una sociedad más justa.

La Unidad Popular, producto de décadas de activismo popular, es el resultado de una participación ciudadana arraigada en la lucha y la organización. Enfatizan los avances en la conciencia y las herramientas forjadas por la clase trabajadora y el pueblo durante aquel período. La base de la organización popular comenzó a dar forma a sueños y a trazar un rumbo para los trabajadores. En el seno de la UP, la acumulación de fuerzas previas comenzó a materializarse en elementos incipientes de poder popular, desafiando los límites de la representación democrático-burguesa.

Las masas, en su determinación por labrar su propio destino, dieron origen a cordones industriales, comandos comunales, redes de abastecimiento directo y acciones de resistencia territorial. Estas manifestaciones cuestionaron el burocratismo de estructuras como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que comenzaron a contener el potencial popular. Desde el Polo Clasista, recalcan y rinden homenaje a estas expresiones organizativas que tejieron la trama del empoderamiento popular.

Sin embargo, aunque la UP presentó un programa centrado en los trabajadores, sufría de limitaciones al depositar confianza en la democracia burguesa como vía de transformación. La dicotomía entre reforma y revolución se inclinó hacia la primera, debilitando la capacidad de tomar la ofensiva. A pesar de las imponentes fuerzas populares, la tendencia reformista erosionó la posibilidad de un avance contundente.




Las organizaciones revolucionarias de la época no llegaron a la madurez necesaria para superar este paradigma reformista. La historia atestigua que, tarde o temprano, la burguesía se reafirmaría en sus privilegios, y los antagonismos de clase desembocarían en la violencia. Esta perspicacia fue advertida por los cordones industriales en una carta dirigida a Salvador Allende el 5 de septiembre de 1973.

El golpe de 1973 cristalizó la reacción de la burguesía ante la crisis y obedeció a la imposición de un modelo capitalista, financiero y monopolista por el imperio. Los años posteriores a ese episodio trajeron consigo tortura, persecución y muerte, silenciando a vidas que hoy recordamos y honramos. Esta memoria colectiva nos previene de depositar confianza en pactos de dominación, autoritarios o democráticos, de aquellos que detentan el poder.

El poder popular, como enseña la historia, se construye en independencia de clase y en una dialéctica que desafía a los opresores. Rendimos tributo a los luchadores que desafiaron la dictadura, y reconocemos el papel central de las protestas en las décadas subsiguientes. Sin embargo, la historia también nos insta a mirar hacia adelante.

En el siglo XXI, hemos sido testigos de la resurgencia de las luchas populares. Trabajadores, estudiantes, mujeres, comunidades y pueblos originarios alzan sus voces contra la explotación, la precarización y la opresión. La revuelta de octubre de 2019 marcó un punto culminante en esta oleada, subvirtiendo la imagen de un país modelo. Sin embargo, los esfuerzos de la burguesía para restaurar su orden no se han detenido, manifestándose en medidas represivas y en un proceso constituyente cuya legitimidad es cuestionable.

El Polo Clasista se reafirma en la convicción de que la institucionalidad burguesa no será fuente de justicia. La organización, la autonomía y la solidaridad son los pilares de nuestra lucha. Los desafíos persisten y son apremiantes. La construcción de una fuerza social revolucionaria exige unidad, y solo desde esta base podremos articular un campo popular capaz de alcanzar el socialismo, poniendo fin a la propiedad privada y a la explotación.

En conmemoración de 50 años desde el golpe, miramos al pasado con la certeza de que el presente y el futuro dependen de nuestra determinación y acción. Con la lección de la historia en mente, nos comprometemos a seguir construyendo el poder del pueblo y a luchar por un Chile más justo y equitativo.

 

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