
Tras la muerte de Francisco: comienza la lucha silenciosa por el nuevo Papa
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Con el funeral del Papa Francisco celebrado ayer en la Basílica de San Pedro, se inicia uno de los momentos más solemnes y enigmáticos de la Iglesia Católica: el proceso de elección de su sucesor. La muerte de un Papa no solo representa la partida de un líder espiritual de 1.400 millones de fieles, sino también la activación de un complejo y antiguo sistema de transición que combina rituales medievales con decisiones que pueden definir el rumbo de la Iglesia y del propio Estado Vaticano por décadas.
El primer actor clave en esta transición es el camarlengo, actualmente el cardenal estadounidense de origen irlandés Kevin Farrell. Según la tradición, el camarlengo es quien verifica formalmente la muerte del Pontífice, sella sus aposentos y asume la administración temporal de los bienes y derechos de la Santa Sede. Desde ayer, Farrell encabeza un gobierno provisional que durará hasta que el nuevo Papa sea elegido.
En paralelo, el Colegio Cardenalicio, compuesto actualmente por 252 cardenales en todo el mundo, se activa para preparar el cónclave. De ellos, 135 son cardenales electores, es decir, tienen derecho a voto. Una particularidad que marcará esta elección es que 108 de estos electores fueron nombrados por el propio Francisco, lo que sugiere que la próxima elección podría prolongar o profundizar las reformas que el Papa argentino impulsó durante su pontificado.
El cónclave, cuyo nombre proviene del latín cum clave («bajo llave»), es la asamblea secreta que reunirá a los cardenales electores en la Capilla Sixtina. El reglamento establece que debe comenzar en un plazo máximo de 20 días tras la muerte del Papa, aunque podría adelantarse si todos los electores ya se encuentran en Roma. Durante el cónclave, los cardenales quedan completamente aislados del mundo exterior: sin teléfonos, sin internet, sin contacto alguno que pueda influir en su deliberación. La votación, que tradicionalmente se resuelve en cuestión de días, requiere de una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo pontífice.
El encargado de presidir el cónclave será el cardenal italiano Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. Tras recibir la confirmación de la muerte de Francisco de parte del camarlengo, Battista Re fue quien informó oficialmente a los cardenales y a los representantes diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. Durante el cónclave, además de guiar las deliberaciones, tendrá la responsabilidad de preguntarle al elegido si acepta el cargo y qué nombre asumirá.
Mientras tanto, la Basílica de San Pedro, uno de los lugares más emblemáticos del catolicismo, se ha convertido en el centro del luto y la oración. Construida en el siglo XVI sobre la tumba tradicional del apóstol Pedro, la Basílica acoge desde ayer a miles de fieles que acuden a rendir homenaje al Papa fallecido. Francisco, siguiendo su deseo de sencillez, reposa ante el altar mayor, custodiado bajo el monumental baldaquino de bronce creado por Gian Lorenzo Bernini, en un entorno que también guarda tesoros artísticos como La Piedad de Miguel Ángel.
Más allá de las formalidades, el nuevo cónclave enfrenta desafíos contemporáneos que no pueden ser ignorados. El próximo Papa deberá lidiar con una Iglesia que busca renovarse frente a escándalos, tensiones internas y una creciente secularización, especialmente en Europa. A su vez, el perfil del sucesor de Francisco podría marcar una continuidad de su apuesta por una Iglesia más abierta, cercana a los pobres y atenta a los problemas del mundo moderno, o bien un giro hacia posturas más conservadoras.
El mundo observa ahora con atención el humo que, dentro de poco, volverá a ser protagonista en la chimenea de la Capilla Sixtina. El humo negro, señal de votación fallida; el blanco, señal de un nuevo Papa. Así, la vieja liturgia vaticana se combina una vez más con los interrogantes de un mundo que cambia velozmente.
En los próximos días, mientras los cardenales se preparan para entrar en clausura, se multiplicarán las especulaciones sobre favoritos, alianzas y tendencias.