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Senadora Vodanovic, el lobby pesquero y la foto tardía

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Mientras en las caletas del país se acumula la indignación por el nuevo fraccionamiento de la merluza común —que favorece ampliamente a la industria pesquera en desmedro de la pesca artesanal—, en los pasillos del Senado se ensayan gestos que llegan tarde, cargados de simbolismo vacío y sospechas de acomodo político. Esta semana, la presidenta del Partido Socialista, senadora Paulina Vodanovic, entregó una carta en La Moneda exigiendo al presidente Boric vetar el polémico fraccionamiento aprobado en la Comisión Mixta. Pero su intervención, más que un acto de convicción, se parece a una operación de control de daños.

Las organizaciones de pescadores artesanales, agrupadas en la Alianza Nacional por la Defensa de la Pesca Artesanal, fueron tajantes: la senadora apareció cuando todo estaba consumado. “Vino a sacarse la foto”, acusó Hernán Cortés, presidente de CONDEPP, sintetizando el sentir de una parte del mundo artesanal que ve en estas declaraciones tardías más cálculo político que compromiso genuino.

Y no les falta razón. Vodanovic, en calidad de líder de un partido que ha tenido senadores clave en la votación favorable a la industria, omitió cualquier crítica directa a sus correligionarios. Ni una palabra sobre Fidel Espinoza ni sobre Gastón Saavedra, ambos socialistas, ambos votantes a favor de la fórmula que hoy favorece el 55% de la cuota a la pesca industrial. En lugar de llamar a la coherencia interna, la senadora optó por cargar la culpa en la gestión del gobierno, desmarcándose de su propia bancada.

Resulta difícil no ver en este comportamiento un eco del poderoso lobby de las grandes pesqueras, que en esta tramitación han operado con eficiencia. La empresa Pacific Blu —filial de Blumar— llegó a amenazar con cerrar su planta en Talcahuano si no se acogía su demanda por una mayor tajada del recurso. ¿Fue esa presión la que inclinó la balanza en la Comisión Mixta? ¿Qué rol jugaron algunos parlamentarios socialistas en abrirle la puerta a esa influencia empresarial? Son preguntas que aún no tienen respuesta, pero que el silencio de Vodanovic frente a sus colegas solo contribuye a agudizar.




Desde distintas regiones —Coquimbo, el Norte Grande, el Biobío— los dirigentes pesqueros coinciden en un diagnóstico: hay un abismo entre los discursos públicos de algunos parlamentarios y su conducta en el Congreso. La falta de coherencia se transforma en traición cuando se trata de defender la fuente de trabajo de miles de familias del mar. “¿De qué sirve llorar sobre la leche derramada?”, preguntó Pascual Aguilera, de CORANOR. La respuesta parece obvia: de poco o nada.

En medio de este panorama, las palabras de Sara Garrido, presidenta de la Red Nacional de Mujeres de la Pesca Artesanal, resultan elocuentes: “Hoy intenta limpiar su imagen ante la opinión pública y nuestras caletas, pero ya es tarde”. No es solo la tardanza lo que molesta, es el oportunismo.

La política, cuando se reduce a gestos simbólicos, pierde todo sentido. Y cuando se sospecha de su captura por intereses empresariales, se transforma en un problema mayor. Lo ocurrido con el fraccionamiento de la merluza es una señal de alerta: mientras las pesqueras mueven sus fichas con eficacia en el Congreso, los representantes de los territorios parecen titubear, ausentarse o, peor aún, actuar en silencio a favor de quienes debieran fiscalizar.

Si la senadora Vodanovic pretende recuperar credibilidad, no bastará con cartas ni declaraciones en la prensa. Tendrá que empezar por ordenar su propia casa política y, sobre todo, romper el silencio cómplice frente a un lobby que sigue operando con impunidad en el corazón del Senado.



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