
Leer a Vargas Llosa, es adentrarse en un mundo de no ficción. De historia personal. Su vida trascurrió entre cojudos y pendejos. Se habrá sentido un tonto útil, un cojudo, cuando aceptó su candidatura a presidente. Creyó que bajo la bandera de la libertad económica, la propiedad privada y las leyes del mercado, llegaría a la presidencia.














