El presidente argentino Javier Milei genera permanentemente una agenda paralela para distraer de los verdaderos problemas que aquejan a la sociedad y pasea por el mundo, a costas de erario público, sembrando enemistades con pueblos y gobiernos.
No hay peor respuesta a una provocación que caer en ella. Así podríamos definir el rifirrafe montado tras las palabras del presidente de Argentina, Javier Milei, llamando corrupta, sin nombrarla, a la esposa del presidente de gobierno de la monarquía española Pedro Sánchez.
La conferencia internacional de la derecha realizada en Madrid es sólo una expresión pública de una red de nacionalistas ultraderechistas que están trabajando de manera coordinada para brindar apoyo mutuo, a fin de ampliar su poder político, afirman expertos.
Javier Milei se autoconvenció que debía convertirse en un verdadero líder de la ultraderecha internacional, y creyó que la forma más directa de lograr destacarse y asentar su arraigo político era crear conflictos a través de excesos de verborragia destructiva
En este contexto de abierto enfrentamiento, y tras la participación de Milei en el congreso de partidos de extrema derecha europeos organizado por Vox, Viva24, el mandatario español explicó en un foro organizado por el diario Cinco Días, que “entre los Gobiernos, los afectos son libres, pero el respeto es irrenunciable.
Madrid es la capital internacional de los partidos de extrema derecha, que acudieron al llamado de Vox para celebrar un acto político en el que expondrán sus mensajes de odio
La censura es una herramienta que el Mileinato no solo ejerce en lo interno, ya que cerró la Agencia de noticias Telam y todas sus corresponsalías. Además, vació los contenidos a la Televisión Pública y el Canal Encuentro, y arremetió contra toda opinión crítica, demonizándola a través de su vocero o de las redes.
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 58 segundosLas expresiones descomedidas, agraviantes. insultantes, escatológicas, que usa a menudo el presidente argentino Javier Milei para descalificar a opositores, en una retahila permanente sin antecedentes en una figura presidencial, tratan de ocultar las multitudinarias movilizaciones populares que marcan el termómetro del
La marcha fue considerada como un “hito histórico” ante la intención del gobierno no sólo de acabar con las universidades y escuelas públicas, “sino también con todos los organismos e instituciones de la ciencia y la cultura aquí y en todo el país, y hambrear al pueblo