Crónicas de un país anormal

Perú: la extradición, el ex Presidente Toledo y el ex juez Hinestroza

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Los casos de Alejandro Toledo y del ex Juez Supremo, César Hinestroza, permite comparar cómo los tribunales norteamericanos y españoles enfrentan el tema de la extradición.

 

Ayer, 19 de julio, el juez norteamericano decidió que el ex Presidente Toledo esperara en prisión la tramitación del expediente de extradición, dictamen justificado por el hecho de haber sido encontrada una maleta con la suma de 40 mil dólares en efectivo, lo cual presuponía un eventual peligro de fuga.

 

En España, hace dos meses la Audiencia Nacional decidió favorablemente la extradición del ex Juez Supremo, César Hinestroza, por el delito de tráfico de influencias, sumado a otros dos hechos punibles, pero no aceptó el que conlleva mayor penalidad, el de jefe de una asociación ilícita para delinquir.

 

En los casos de extradición los delitos por los cuales se ha solicitado ese recurso deben ser considerados en las legislaciones de ambos países, y el candidato a extraditado sólo puede ser juzgado en su país de origen por los delitos que señala el auto de extradición, por consiguiente, de volver a Perú el juez Hinestroza, sólo podría ser juzgado por acusaciones de baja penalidad en Perú. (En el caso de Alberto Fujimori los Tribunales peruanos tuvieron que pedir a la Corte Suprema chilena una ampliación de la causa de extradición a fin de que pudiera ser juzgado por nuevos delitos).




 

En el juicio que lleva el gobierno norteamericano ante los Tribunales parece bastante claro, pues fue el mismo Estados Unidos el que denunció los casos de corrupción Odebrecht en Perú. A su vez, las pruebas contra Toledo son contundentes a causa de las confesiones de testigos-colaboradores con la justicia, entre ellos, el brasilero Jorge Barata y su amigo, el peruano-israelí, Joseph Maiman.

 

En el escándalo de los “cuellos blancos del Puerto” dos fiscales mujeres, las señoras Sandra  Sánchez y Rocío  Castro, jugaron un papel fundamental en descubrir las redes de poder en las instituciones peruanas que, como las células cancerosas, terminaron por comprometer a la alta magistratura, el parlamento, el empresariado e, incluso, la Federación Peruana de Futbol. Las grabaciones autorizadas por el juez de la causa permitieron llegar a conocer pormenorizadamente los movimientos de las redes que se tejían en el seno del Poder Judicial.

 

La jefatura de la red de corrupción correspondía al ex Juez Supremo, César Hinestroza, que se daba el lujo de repartir cargos en el poder judicial, así como anular fallos en las casaciones e involucrar en sus relaciones de poder a los miembros del Consejo de la Magistratura, (en Perú esta entidad tiene el poder de nombrar jueces y fiscalizar a la Magistratura).

 

Como siempre en los casos de corrupción, todo comenzó con la grabación de las conversaciones telefónicas entre narcotraficantes, que luego permitieron ampliar el radio de investigación a los jueces del Callao, liderados por el presidente de la Corte, Walter Ríos, para luego llegar al Juez Supremo, Hinestroza.

 

A partir de esta intrincada maraña, una grabación del juez Hinestroza permitió conocer las relaciones entre este juez y la “Sra. K”, (se supone que es Keiko Fujimori). La idea de esta asociación ilícita consistía en abarcar y comprometer, con sus prosélitos, el mayor número de instituciones, es decir, un tráfico permanente de puestos a repartir entre sus leales. (El modus operandi no es muy diverso al empleado por los tres jueces de la Corte de Apelaciones de Rancagua, que extendieron sus tentáculos hasta a la “operación Huracán” y a otros casos).

 

El ex Juez Supremo, César Hinestroza, tenía que ser juzgado en primer lugar, por el Congreso peruano, que lo condenó a diez años de pena, por la cual se le prohibía postular a cualquier cargo público y,  a su vez, se le condenaba como jefe de asociación ilícita, pero en el Consejo Nacional de la Magistratura dejaba a sus cómplices libres de esta acusación, por consiguiente esa asociación contaba solamente con el juez Hinestroza, hecho que captó muy bien la Audiencia Española al negarse a incluir este delito en la suma de causales que dio pie a la extradición .

 

La huida del juez Hinestroza, con destino final a España fue posible gracias a un conjunto de complicidades, que le permitieron pasar fácilmente la frontera entre Perú y Ecuador, dirigirse a Guayaquil, tomar un avión de la empresa KLM, llegar a Ámsterdam para luego instalarse en un poblado cercano a Madrid, lugar donde vivía su hija, odontóloga de profesión. A los pocos días solicitó el asilo, que le fue rechazado. Finalmente terminó en la cárcel del Soto del Real centro de lujo para los políticos presos.

 

La corrupción, que funciona sobre la base de redes y poder, ha terminado por minar los balances y contrabalancees, que permiten la existencia de la democracia, así sea meramente formal. Las elecciones nunca han definido las democracias, pues han permitido la llegada de tiranos al poder y, también, se llevan a cabo en los regímenes totalitarios, (recordemos que la Constitución de Stalin fue un modelo de proclamación de los derechos humanos, justo en medio de la razzia contra los compañeros de Lenin).

 

En el caso peruano la corrupción logró instalarse en todos los poderes del Estado, y el único control posible radicó en las fiscales  Sandra Sánchez y Roció  Castro, y cierta Prensa, en especial los medios de comunicación, dirigidos por el periodista Gustavo Gorriti, concretamente Panorama.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

20(07/2019

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