Crónicas de un país anormal

La guerra asimétrica financiera China-USA

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Cuando llegue la tercera guerra mundial, de seguro, no estaremos para contarla, por consiguiente, no es tema.

 

Tucídides, el padre de la historia científica, sí tuvo la oportunidad de relatar la guerra del Peloponeso, (entre Esparta y Atenas). El diálogo de los Malienses es una pieza modelo de las relaciones entre la fuerza y la razón en las guerras.

 

Hoy, los comentaristas internacionales hablan de la trampa de Tucídides, es decir una potencia nueva que desafía a la establecida conduce a una guerra; el temor que Atenas inculcó en Esparta hizo que la guerra fuera inevitable. Ahora podría ocurrir entre la nueva potencia, China, y Estados Unidos; este último país ha bajado del 60% del mercado mundial a apenas 22 %; por su parte, China tenía, en 1980, el 2% de la economía mundial, y hacia el 2016 ya contaba con el 18%.

 

El determinismo carece de sentido en la historia, y si bien la “trampa” de Tucídides fue fundamental en las dos guerras mundiales del siglo XX, existen  varias excepciones a la regla: Estados Unidos vs Reino Unido, a principios del siglo XX; Estados Unidos vs la Unión Soviética, desde los años desde 1945 hasta fines de los 90; el Reino Unido y Francia vs Alemania, desde el 45 hasta hoy.




 

La competencia entre Estados Unidos y China no se limita solamente a una guerra comercial de aranceles: se ha expandido a una guerra de divisas y, finalmente, a una financiera, cuyas armas son las Bolsas de Comercio, los mercados secundarios de bonos y metales y, fundamentalmente de petróleo y gas natural. Se trata de destruir el sistema financiero del rival.

En la guerra asimétrica China está triunfando en la tecnología: por ejemplo, Huawei ha logrado colocarse a la cabeza de los aparatos de quinta generación; China  tiene el arma secreta de las tierras raras, básicas para la fabricación de alta tecnología, y bastaría que a causa de la guerra comercial China se negara a vender a Estados Unidos las tierras raras para que dejara KO a ese país.

 

En la guerra actual la infantería tiene poca importancia: hoy los combates se dan, a kilómetros de distancia, basados en poder atómico y computadores de alta resolución; en estos combates, los hackers son fundamentales, por ejemplo, los apagones no son un monopolio hacia Venezuela, pues hace pocos días se dieron apagones en Washington y Nueva York.

 

En el mundo tripolar, (Rusia, China y Estados Unidos), en el cual estamos inmersos, se hace cada vez más difícil mantener la neutralidad: ya no tienen espacio los países no-alineados. Los chinos y los rusos se complementan perfectamente, (los primeros, segunda potencia económica, y los segundos, una gran potencia militar, apenas ligeramente inferior a Estados Unidos). Los chinos son los primeros compradores de petróleo y gas natural, mientras que  los rusos se encuentran los más grandes productores.

La alianza ruso-china atrae a la India, hoy cuarta potencia mundial, como también  a Turquía, a Irán e Irak, a gran parte de los países africanos y a Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, en América del Sur. Estados Unidos pretende alinear a los gobiernos derechistas de América Latina, y Canadá  y México, en América del Norte y de la mayoría de los países de Centro América, como también a Israel, Emiratos Árabes y Arabia Saudita.

 

Estados Unidos, que hasta ahora había tratado a los países de la Unión Europea como sus subordinados, hoy enfrenta problemas ante aún débiles intentos de independencia por parte de Francia y Alemania, y la excepción es la “pérfida Albión, que siempre ha sido la lame-botas de los norteamericanos.

 

Para Chile y el resto de Sudamérica se les hace muy difícil ubicarse a favor de cualquiera de estos bandos, (Estados Unidos y China), en primer lugar, China es el primer comprador de materia primas  en los países latinoamericanos, en su mayoría mono productores; bastaría  que la economía china bajara del 6%, para que el precio de las materias primas  aminorara.

 

En el caso de la guerra comercial entre Estados Unidos y China  se da la paradoja de que Argentina, por ejemplo, prácticamente en default y con 900 puntos de riesgo país, pudiera aprovechar el castigo que China impondrá a los productos agrícolas norteamericanos subiendo el arancel al 25%, para vender a muy buen precio la soja, la carne y otros productos agrícolas; por el contrario, Chile es mono-productor de cobre, por consiguiente, depende de la capacidad de compra por parte de China, muy seriamente castigada por la guerra arancelaria.

 

La economía – para mí – es incomprensible, y ni siquiera conozco sus conceptos esenciales, pero simplificando, una devaluación monetaria, como en el caso del yuan, que llegó  a siete yuanes por dólar, favorece a las exportaciones y desfavorece a las importaciones, en consecuencia, los productos chinos son  más baratos en el mercado mundial; cuando la moneda se aprecia – como es el caso del dólar – los productos norteamericanos se encarecen y exporta menos y, lógicamente, la balanza comercial, (importaciones-exportaciones), es favorable a China, pues exporta más de lo que importa con respecto a Estados Unidos, es decir; China vende más a Estados Unidos que este país compra a China.

El Swift, con sede en Bruselas, tiene dos delegados  norteamericanos, es el canal donde se realizan todas las transacciones económicas del mundo, y basta con que un país castigado por Estados Unidos se le aparte del Swift para que no pueda comerciar con ningún país, (es el caso de Irán, cuyo petróleo tiene que venderse en sus respectivas monedas nacionales, por ejemplo,  a Rusia, India, China, Irak, Turquía, y otros países).( terminar con el swift es el gran objetivo  de  la Unión Europea para romper el bloqueo a Irán)

 

(En el próximo artículo trataré tres temas fundamentales de la guerra financiera: el de las Monedas, es decir, la competencia entre el petro-yuan y el decadente petro-dólar; el de la deuda norteamericana; el posible default de los Bonos del tesoro norteamericano y las posibilidades que pueden abrirse para Chile y América Latina, que aprovecha las oportunidades que toda crisis puede abrir a los países en vía de desarrollo)

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

08/08/2019    

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