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Chile, un probable caso de Estado fallido

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A principios del siglo XXI, se pueden identificar tres tipos de Estados. El Estado Democrático, el Estado Pretoriano y el Estado Fallido.

 

El Estado Democrático. El Estado democrático se distingue por las siguientes características principales. Las autoridades políticas del Estado han sido elegidas a través del voto mayoritario de sus ciudadanos. Estas elecciones han sido realizadas de acuerdo a leyes electorales justas y respetadas por los ciudadanos del país. Las decisiones del sistema político democrático han creado una sociedad justa, eficiente, libre, solidaria e igualitaria. El producto del trabajo social se distribuye de manera equitativa. Los ricos son pocos y ellos reciben ingresos anuales no superiores a 20 veces el ingreso de los trabajadores más pobres. Los dueños de las empresas privadas puede que ganen mucho dinero con su trabajo, pero el sistema impositivo es rigurosamente progresivo y por lo tanto las ganancias del capital  son sometidas a un estricto sistema impositivo. Estos bienes se destinan a financiar servicios que benefician a los ciudadanos de menos recursos. Este sistema impositivo, altamente progresivo, es el que permite mantener un adecuado y justo balance en la distribución del producto y renta nacional.

Como los objetivos de la verdadera democracia, se han logrado plenamente y consolidado a través de los años, el Estado democrático goza de igualdad, fraternidad y libertad ciudadana. La cohesión social y el sano espíritu de comunidad está así plenamente consolidado. Esto hace que las fuerzas armadas y de policía, sean reducidas y ellas representan no más del 1 por ciento de la población del país. El Estado democrático puede ser de tipo liberal o de tipo socialista. Es liberal si la mayoría de los miembros de la elite dirigente, están inspirados por los principios e ideas de la ideología liberal. Es socialista si la mayoría de la elite dirigente está inspirada por los principios de la ideología socialista. Países que podrían caer en la categoría de democracia liberal hoy día son los países escandinavos (Islandia, Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia).

 

El Estado Pretoriano. Este Estado se caracteriza por tener un sistema de gobierno donde las autoridades han obtenido el poder por medios no democráticos. El poder político por lo general se ha obtenido por medio de un golpe de Estado o revolución. El poder político está en manos de una minoría dirigida por los ciudadanos más ideologizados del país en alianza con los jefes militares. Las masas populares son explotadas y es así como la distribución del ingreso y la riqueza nacional, es extraordinariamente desigual. La pequeña elite, o sea, el 1 por ciento de la población se apropia de no menos 30 por ciento del ingreso nacional anual. Existe una clase media de no más de un 20 por ciento de la población y que recibe el 60 por ciento del ingreso nacional. La población más pobre constituye el 80 por ciento de la población, pero solo logra sobrevivir con un 10 por ciento del ingreso anual del país. El poder político se mantiene mediante el aplastante uso de la fuerza militar. Esta fuerza militar representa el 10 por ciento de la población del país. En otras palabras, hay 10 soldados y policías por cada 100 habitantes. Es precisamente esta abundancia de las fuerzas militares y policiales las que le dan a este sistema el nombre de Estado Pretoriano. El Estado pretoriano es de tendencia liberal cuando la mayoría de los miembros de su elite están inspirados por la ideología económica neoliberal. El Estado pretoriano es de tendencia socialista cuando la mayoría de los miembros de la elite dirigente, están inspirados por ideas socialistas. Dictaduras cívico-militares o Estados pretorianos han existido en muchos países, particularmente en América Latina durante los años 70 y 80 del siglo XX. Países tales como Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Colombia, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Honduras, El Salvador y Guatemala fueron todos Estados pretorianos en el siglo pasado. Dictaduras cívico-militares de tipo socialista se dan hoy día en países tales como Cuba, China y Rusia.




 

Estado Fallido. Es aquel Estado donde reina el caos y el desorden social. En muchos casos el Estado fallido es un descendiente directo del Estado pretoriano. No obstante, la elite cívico-militar se corrompió y estúpidamente dominó a las clases oprimidas y así cometió gravísimos errores politológicos. Entre estos errores el más significativo fue descuidar estúpidamente la organización y fortaleza de las fuerzas armadas y sobre todo de la policía.

La antigua y aplastante opresión sobre las masas fue tan profunda que ellas se convirtieron en los llamados “familistas amorales”. Es decir, individuos que no quieren saber nada con la política contingente, pues la participación en política se convierte en sinónimo de suicidio. Cada vez que el pueblo aplastado trata de organizarse, este es brutalmente reprimido y masacrado. Por lo tanto la dictadura ha creado una masa amorfa de individuos amedrentados y que no quieren tener ninguna participación política. La política es considerada y castigada como un pecado mortal del cual había que alejarse lo más rápidamente posible.

No obstante, la generación de familistas amorales había, con el paso de los años y décadas, creado una gran masa de descendientes sin cultura política pero si muy conscientes de las gigantescas desigualdades e injusticias del sistema pretoriano. Los hijos y nietos de los familistas amorales habían aprendido el arte de la organización política imitando a otros pueblos y países que habían logrado zafarse de las cadenas del Estado pretoriano. La actividad política de los descendientes de los “familistas amorales” había, de esta manera, creado condiciones favorables a la protesta social extrema. Estas desorganizadas manifestaciones políticas no habían logrado derrotar a la corrupta elite del Estado pretoriano, pero sí habían sido capaces de crear una gigantesca situación de caos y desorden social generalizado. De aquí viene el nombre de Estado Fallido.

Para la juventud rebelde, los bienes y servicios que el Estado fallido produce son considerados totalmente insuficientes.  O peor aún, como meras migajas y estúpidas limosnas de una elite corrupta e incapaz, y en muchos casos definitivamente, criminal. De esta forma, la corrupta elite no tiene con quien negociar. Los disturbios y explosiones sociales se repiten constantemente y el país cae en un abismo de desorden y subdesarrollo político total. Ninguna de las fuerzas en disputa, por un lado el gobierno del Estado fallido y por otro la juventud rebelde y revolucionaria, son capaces de dar un golpe mortal y definitivo a su enemigo político. De esta manera el Estado fallido se paraliza y pasa a ser presa fácil para ser conquistado y colonizado por un Estado mejor organizado.

 

El Caso Chileno

En Chile, debido a la mala implementación del sistema liberal, el país es una de las sociedades más injustas del planeta. Esto particularmente se debe a la manera como se distribuye el ingreso y la riqueza nacional. Todo esto quiere decir que las mayorías de la población chilena, reciben una proporción muy pequeña del valor de los bienes y servicios que el país produce en un año de trabajo. Es de este forma, como Chile tiene una de las más injustas y desiguales distribuciones del ingreso del mundo. No obstante esta enorme injusticia social; las fuerzas militares y del orden en Chile, no sobrepasan los 200 mil soldados y policías. Esto significa que Chile tiene menos del 2 por ciento de la población, trabajando en las fuerzas armadas y la policía. Dada la mala distribución del ingreso y la riqueza en Chile y el gran resentimiento que esto provoca, el país debería tener un cuerpo de soldados y policías en una proporción cercana al 10  por ciento de la población. En otras palabras no menos de 1 millón 800 mil soldados y policías. Este es el tipo de fuerzas policiales y militares que poseen los Estados clasificados como estables Estados pretorianos. Toda esta enorme fuerza se necesita con el propósito de mantener el orden público en un Estado que tiene niveles críticos de desigualdad económica y social.

Después del llamado “estallido social” del 18 de octubre del año pasado, se ha hecho evidente que las fuerzas armadas y del orden no han sido capaces de controlar los cotidianos desmanes y turbulencias que han producido las marchas de cientos de miles y en ocasiones millones de chilenos. El ejército chileno fue utilizado por unos pocos días, pero esas fuerzas fueron rápidamente retiradas y así todo el peso de mantener el orden público ha caído sobre los carabineros y la policía de investigaciones. Está más que claro que estas fuerzas del orden han sido superadas por el descontento popular. Las fallas del aparato de control social  y político que hoy día existe en el país parece ser una consecuencia directa de que Chile tiene la ética corrupta del Estado pretoriano, pero al mismo tiempo carece de la indispensable fuerza militar y policial para controlar adecuadamente el desorden cotidiano que se ha producido en casi todas las ciudades chilenas a partir del 18 de octubre del año 2019. Toda esta gigantesca contradicción explica la enorme caída en el prestigio y apoyo que la población chilena actualmente le está dando a su clase política y en particular al presidente de la república. La corrupta elite política, tanto de derecha como de izquierda ha permitido el crecimiento de una gigantesca desigualdad. Pero al mismo tiempo esta elite dirigente, no se ha preocupado de crear los necesarios instrumentos represivos para evitar que el desorden se apodere del país.

Si la elite, tanto de derecha como de izquierda fracasa en sus intentos por desmovilizar y pacificar al país, a partir del próximo mes de marzo, el sistema político chileno se consolidará como un patético caso de Estado fallido. Este Estado se ha definido como aquel que no es capaz de satisfacer las necesidades de la mayoría de sus ciudadanos y que tampoco es capaz de mantener un adecuado nivel de orden público y paz social. Así, la causa de esta tragedia polítológica caerá por igual, tanto en los partidos políticos de derecha como en los de la ex izquierda concertacionista. La derecha por décadas creó las condiciones suficientes y necesarias para explotar económicamente a la inmensa mayoría. Por su parte, la ex izquierda concertacionista creó las condiciones para que los nuevos ricos, junto a los viejos, siguieran explotando al país después de la muerte del general Pinochet.  El país ha probado con creces que en éstas últimas cinco décadas, su elite política y empresarial, carecen de las condiciones éticas suficientes y necesarias para hacer funcionar bien el modelo neoliberal. Este modelo demanda una ética empresarial que en Chile dejó de existir después de la muerte del presidente Balmaceda a principios de la última década del siglo XIX.

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  1. Duque Ph.D

Cientista Político

Puerto Montt, 04 de febrero 2020

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