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Votos blancos y nulos. Ensayos sobre la lucidez

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El domingo 7 de mayo del presente año se contaron más de dos millones seiscientos mil sufragios nulos y blancos, un récord superior al 17% de los votos en la elección parlamentaria, en el período de la transición a la democracia. Los votos nulos y blancos pueden ser analizados desde distintos puntos de vista, pero es innegable que, por su magnitud, muchos de ellos corresponden a un rechazo al proyecto generado en la “cocina” del Senado.

El Premio Nobel de Literatura, José Saramago, en sus Ensayos sobre la lucidez, relata que en un día lluvioso durante casi toda la jornada, no llegaba casi nadie a sufragar, y en el recuento de los votos los sufragios blancos y nulos alcanzaron un 75%: el 25 sobrante se repartía entre los partidos políticos de derecha, del de centro y, en una ínfima cantidad,  de izquierda. El Primer Ministro de ese país imaginario, alarmado por la situación, decretó el Estado de Sitio. La elección se repitió, (esta vez controlada por el gobierno), y los votos blancos y nulos aumentaron a un 80%. La Policía trataba de descubrir el comando de la conspiración por los votos blancos y nulos, que ponía en riesgo la estabilidad electoral del país imaginario.

El voto obligatorio  ha obligado a muchos ciudadanos que están en desacuerdo con la trampa senatorial, a no tener otro camino que el de expresar su protesta por medio del voto nulo o del blanco.

El triunfo de la ultraderecha asegura el poder omnímodo del Partido Republicano para corregir la plana del Proyecto presentado por la Comisión de Expertos nominados, (doce por el Senado y doce por la Cámara de Diputados), y, desde luego, prorrateado por los partidos políticos. Si sumamos los votos de la derecha tradicional a los obtenidos por los Republicanos, tendrían los 2/3 para rechazar, en su totalidad, el borrador entregado por la Comisión de Expertos.




El clivaje a partir del resultado de las elecciones del domingo último queda limitado a seguir manteniendo la Constitución dictatorial de 1980, o bien, agregarle uno que otro afeite, (similar al del Presidente Ricardo Lagos, en 2005), “”si me lo ponen me mata, si me lo sacan, me muero”, es decir, para nada sirvió lo vivido durante el período del comienzo del “estallido social”, (octubre 2019 hasta nuestros días), y en pocos años Chile pasó de la revuelta anti-neoliberal a la hegemonía de una derecha que no tiene ningún empacho en revivir el pinochetismo que algunos creían terminado. El “nunca más” (a una dictadura) se ha convertido en un buen deseo, más que en una idea-fuerza.

La agonía de los partidos políticos históricos, (Radical, Democracia Cristiana, Partido por la Democracia), sólo proyectan la expresión del fin de un ciclo en la historia de la democracia chilena, caracterizada por la modernidad del sistema político, y la debilidad del sistema económico, este último, muy bien definido por el escritor Aníbal Pinto en su obra Chile, el caso de un desarrollo frustrado.

El sistema actual de Partidos Políticos ostenta un récord de 29 Partidos Políticos, (sólo igualado con los existentes durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo), por consiguiente, el 5%  de los votos exigidos para legalizar un Partido es imprescindible para terminar con la balcanización  del sistema parlamentario.

En el año 1965 se produce la muerte de los Partidos Liberal y Conservador: el primero, con el 7,5%de los votos, y el segundo, con el 5,2% de los sufragios. La Democracia Cristiana  logra el 42,3%, (muy cercano al porcentaje que ha logrado actualmente el Partido Republicano). El Partido Radical, que en los años 40 del siglo XX tenía el 20%, terminó reducido al 8,1% hacia los años 70; en la actualidad, a 1,5%. El PPD, fundado por Ricardo Lagos Escobar, hoy alcanzaría solamente el 5%, justo para su supervivencia para su supervivencia como partido político; la Democracia Cristiana ha sido reducida a la misma votación que tenía en 1941, 3,4% recién fundado el Partido, en 1938. De aplicarse hoy el límite del 5% para supervivencia de los distintos partidos políticos, los radicales, los democratacristianos y el Partido por la Democracia, se irían al limbo de los Partidos fenecidos,  (irían a hacerle compañía a los Demócratas, Agrario-Laboristas, Liberal y Conservador).

Líderes de la antigua Concertación de Partidos por la Democracia fueron derrotados, (a excepción de Ricardo Núñez, del Partido Socialista, que venció en Atacama, pero fue eliminado a causa de la paridad), incluso el Partido Socialista, eje del gobierno del Presidente actual, Gabriel Boric, logró una votación muy lejana de sus mejores éxitos históricos.

La izquierda chilena, después de la elección del 7 de mayo de 2023,  ha obtenido uno de los peores resultados de su historia política, y está condenada a ser espectadora de las deliberaciones del Consejo Constitucional y de aceptar, además, una Constitución que en poco se diferenciaría de la dictatorial  de 1980, incluido el “reencauche”, durante el gobierno de Ricardo Lagos.

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

13/05/2023

Bibliografía

Ricardo, Cruz Coke, Historia electoral de Chile, (1925-1973), Santiago, 1973

Rafael Luis, Gumucio Rivas y Claudio, Vásquez Lazo, El desafío de la soberanía popular. Democracia y Partidos Políticos, CESOC, Santiago, 1988

José Saramago Ensayos sobre la lucidez

 

 

 

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Patricio Serendero says:

    Seguramente todos los que llamaron a no votar Apruebo al proyecto de Constitución presentado por la CC, no imaginaban lo que vendría a acontecer desde entonces. No les gustaba el nuevo texto. Faltaba la «nacionalización» del cobre. Faltaba esto y aquello. No era muy difícil no gustar alguna cosa o varias de una propuesta con más de 360 artículos. Se recuerdan o no los críticos? Entendían o sospechaban al menos el proceso regresivo que se inciaría? De haber ganado el Apruebo entonces no nos tendría ahora en la disyuntiva de tener que aceptar la constitución de Pinochet-Lagos o de Pinochet-Republicanos (cualquiera sea el retoque que le den). Habrá autocrítica?. Hasta la fecha, no se oye padre.

  2. Felipe Portales says:

    Concuerdo con Serafín. Además, el artículo no se hace cargo que ha surgido en el ámbito de la «centroizquierda» una recreación de la «Nueva Mayoría» que apoyó el segundo gobierno de Bachelet y que continuó, en definitiva, manteniendo la «política de los consensos» entre la derecha y la Concertación que venían desde 1989 con regalo de la futura mayoría parlamentaria de la Concertación a la derecha. El actual gobierno de Boric -por el control de sus principales ministerios de connotadas figuras de la vieja Concertación- puede considerarse para todos los efectos prácticos como el sexto gobierno de la Concertación. Y el Acuerdo infame efectuado entre la derecha, la ex Concertación, el FA y el PC (como muy bien lo denominó Miguel Lawner) garantiza también que la «nueva» Constitución seguirá manteniendo las bases que permitan la continuación del actual modelo de sociedad.

  3. Serafín Rodríguez says:

    Y dele con que eso que el domingo 7 de mayo se hizo llamar «Unidad para Chile» y «Todo por Chile» es «la izquierda chilena»!

    La izquierda chilena está entre los 2.119.516 votos nulos y los 568.673 votos en blanco —el 17% y el casi 5% del total de los votos emitidos— y los 2.666.463 que se abstuvieron —casi el 18% del padrón electoral.

    Nótese que no digo que todos esos votos nulos, votos blancos y abstenciones sean de izquierda, pero ahí es donde está la izquierda chilena y ciertamete no en las coaliciones de gobierno que sólo han sido funcionales al neofascismo que logró atraer buena parte del voto popular el domingo anterior.

    Llamarlas de izquierda es una forma de encubrir sus políticas reaccionarias de las cuales ya hay una larga lista.

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