50 años del Golpe Chile al Día Columnistas

Del nunca más al siempre más

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Hablar de “nunca más”, puede constituir un deseo profundo, destinado a corregir una actitud negativa. Ráfaga de aire limpio venido desde la cordillera de Los Andes. Esta expresión también debe entenderse, como cambiar de opinión o asumir una nueva conducta frente a ciertos hechos. Alguien puede decir: “Nunca más regresaré a esta ciudad, donde viví momentos tan ingratos”. Así, el uso de esta locución, nos puede conducir por insospechados vericuetos, hasta finalizar con la idea acuñada en estos días, destinada a limpiar el pasado. De una plumada, borrar diecisiete años de infame dictadura civil-militar, auspiciada por la oligarquía y tolerada durante largo tiempo, por gobiernos timoratos. Entonces, germina este nunca más a la dictadura, atropello a los derechos humanos, abuso, tortura y muerte en nuestra sociedad. Así, este “nunca más” suena como una conquista de nuestra sociedad, anhelos que, sin excepción, se alojan en el corazón de la patria.

¿Hasta dónde llega este sincero deseo de asumir y reconocer la mayor tragedia sufrida en nuestra historia? Desde el golpe militar y muchos años después, Chile sufre ignominiosos abusos, destierros, torturas y muertes, en ese empeño destinado a eliminar a quienes apoyaron al gobierno de Salvador Allende. Ningún vestigio puede quedar de esa experiencia emancipadora. La oligarquía, aterrorizada al comprobar el rumbo revolucionario de la Unidad Popular, se amedrenta y corre a buscar apoyo a Estados Unidos. Lo obtiene a cambio de volver a entregar las riquezas al imperio y a continuar su dependencia a esa nación.

Desde ahí a bien entrado el siglo XXI, la oligarquía asume el control total de la economía y sus riquezas y trae de obsequio al país, las ISAPRES, AFP, bancos, empresas de seguros, alianzas que le permiten adueñarse de Chile. Nada ha quedado al albur. La astucia en tejer alianzas económicas internacionales, ha dado sus frutos. De ahí que, la rapiña descontrolada, alcanza groseros límites. Acuña el “siempre más”, dominado por la desenfrenada glotonería, ese frenesí por adueñarse de todo. Lo consiguió a costa de la traición, de ir a humillarse a Estados Unidos y de involucrar a las FFAA, donde no hubo unanimidad entre sus miembros, en dar el golpe militar.

El queremos más y más, se convierte para la oligarquía criolla, en un sistema que jamás ha desestimado, rechazado o sentido la necesidad de cambiar ni una coma. Está dentro de sus creencias religiosas y juran que Dios así lo quiere, porque ellos representan la salvación del alma. Algunos de sus miembros llegan a la política, sin embargo, privilegian el sistema de utilizar sirvientes, empleados y sacristanes para que los represente. Revise usted la composición de los miembros del congreso y examine sus currículos. No hay sorpresas. Puede haberlo en el monto de la remuneración que reciben por servir a sus patrones. Los advenedizos y escaladores sociales, donde hay nietos de vendedores ambulantes, reciben la mitad del sueldo en comparación a sus colegas blanqueados.




A la especulación, prebendas, abuso de poder, la oligarquía siempre ha utilizado esa doctrina que los une y los convierte en los dueños de Chile. No existe doble lectura, pues está marcado a fuego en nuestra historia. Se jacta de ello y se siente orgullosa de reconocerlo. ¿Y qué queda para el resto? Ver en televisión como la burguesía, en las telenovelas, disfruta hasta el delirio y sentir por algunos minutos, ser parte de ella. Consuelo que permite soñar por algunos minutos.

 

Por Walter Garib

 

 

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