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Vendimias: entre lo cultural y lo comercial

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Vendimia es un término usado para la cosecha de uvas que serán utilizadas para la producción de vinos o de licores. Estas constituyen una acción colectiva que en nuestro país tiene un valor familiar, social y cultural que trae consigo el rito celebrativo a partir de la “fiesta de la vendimia”, siendo así esta particular cosecha uno de los eventos más importantes para la producción elemental del vino. Desde un punto de vista más espiritual podríamos considerar  a la vendimia y su fiesta como un agradecimiento de carácter sagrado por la madurez de los granos de uva que se dispondrán a la fermentación.

El quehacer de la vendimia es una técnica milenaria que para algunos historiadores se remite al 6000 a.c, ésta se trata de que los vendimiadores recolectan los racimos de uvas en canastos siendo llevadas a un lagar que puede ser de piedra, barro o madera, en donde extrae el jugo de la fruta, principalmente pisoteándola para ser puesto en vasijas u odres para su fermentación y guarda. Ese proceso milenario sigue estando presente en el modo de hacer las vendimias particularmente por aquellos vitivinicultores que respetan la tradición patrimonial y las prácticas agroecológicas.

En el caso de las culturas griegas y romanas la festividad dura alrededor de cinco días constituyendo un auténtico carnaval en donde hay cese de la vida política y militar con el fin de que toda la sociedad se involucre participativamente en la celebración en la cual se realiza con vino nuevo un brindis en honor al dios Dionisio, o para Júpiter en las vinalias romanas, en donde las mujeres son protagónicas siguiendo un orden de prioridad hacia los granos que les llegan los primeros rayos del sol. Estas vendimias de la antigüedad anteceden el desarrollo de la viticultura mediterránea que involucra a la Península Itálica, Galia e Hispania en la Península Ibérica.

Las vendimias representan algo histórico, social, económico, religioso y cultural en los países que  se destacan como grandes productores de vinos. Estos aspectos social y cultural hoy se encuentran invisibilizados por la visión más industrial y comercial impuestos por grandes corporaciones del vino. Es curioso que en nuestro país no existe una fiesta nacional del vino como hay en otros países, son varias las fiestas de las vendimias determinadas principalmente por la diferencia climática entre los distintos valles, generalmente suceden entre los meses de marzo y abril, cuestión que coincide con el tiempo litúrgico católico de la cuaresma previa a la semana santa permitiendo algunas relaciones cristianas populares propias de la cultura campesina del valle central.




Un elemento gráfico que destaca es el chuico que acompaña a los vendimiadores dada la costumbre de los trabajos colectivos son amenizados y agasajados con vino y comida, un buen “patrón” es el que asegura porciones generosas de estos alimentos infaltables en una celebración festiva caracterizada por la integración y fraternidad familiar o social.

Hoy las fiestas de vendimias además de ser una promoción del enoturismo son una oportunidad de campaña publicitaria para los valles con sus respectivas rutas y las marcas comerciales de los vinos extendiéndose esta práctica a lugares geográficos que desde un punto de vista histórico son inexistentes como productores realizándose una fiesta sin arraigo cultural suficiente perdiendo el sentido patrimonial que puede ser el fundamento de una historia auténtica que relata parte de nuestro quehacer a favor de un fortalecimiento de nuestra identidad que sigue estando en nuestra memoria colectiva y que puede ofrecer resistencias a ese relato hegemónico del poder.

 

Alex Ibarra Peña.

Dr. En Estudios Americanos.

@apatrimoniovivo_alexibarra



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