A los empresarios se les fue la mano
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El empresariado, ese que todos los años se reúne en la ENADE, es un partido más de la derecha. Y ahora más que nunca. En este 2024, el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Ricardo Mewes, y varios de sus miembros, extremaron sus dichos culpando a la política y al gobierno actual por el lento crecimiento de la economía. Además, reiteraron en el encuentro su cuestionamiento a las reformas de pensiones y tributaria y, por cierto, la seguridad estuvo presente a lo largo de todo el debate.
Días después, la politización empresarial creció a propósito de los lamentables asesinatos de los tres carabineros en Cañete.
La Cámara Nacional de Comercio (CNC), mostró garras y dientes para desahogar su enojo al declarar: “…exigimos a la clase política y a las autoridades que dejen de exhibir cifras, de tramitar leyes y que comiencen a actuar”(Declaración de la CNC, 27-04-2024) A lo que se agregó otra declaración, en la misma línea, y de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA): “…no vemos acciones concretas de las autoridades del Estado de Chile para detener, de una vez por todas, estas acciones que generalmente quedan impunes”(SNA, 27-04-2024)
A los empresarios se les fue la mano.
Es cierto que siempre se han identificado con la derecha, o más bien que ésta representa fielmente sus intereses; pero ahora están actuando sin mediadores. Y la frase de Voltaire les calza bien: “Los que creen que el dinero lo hace todo, suelen hacer cualquier cosa por dinero”.
La CNC y la SNA desconocen las innumerables medidas que ha impulsado el gobierno y el Parlamento para enfrentar la delincuencia, el narcotráfico y la violencia en la macrozona sur. Y esa negación se muestra en esos preocupantes dichos de la CNC, la que insta a la acción directa, más allá de las leyes, para enfrentar la delincuencia. Es un desprecio por el Estado de derecho.
Ya basta de historia y cuentos.
Los empresarios se han convertido en un partido político más de la derecha y tienen en Boric a su principal enemigo.
Marta Lagos lo dice sin eufemismos: “Los empresarios están en política. Y no es porque no hayan ganado dinero. Los empresarios quieren que se vaya Boric. No soportan a Boric. No soportan a los comunistas. No quieren que haya justicia social. Rechazan un sistema de pensiones y sólo quieren a las AFP” (Marta Lagos en El Mostrador, 25-04-2024)
El gran empresariado quería a Lagos, a Michelle Bachelet la soportaban, pero a Boric lo odian.
Según Mewes, el ambiente político crispado es el que dificulta el crecimiento, y según él, para mejorar los negocios se debe modificar el régimen político. Para él, la modificación que le interesa es volver a la política de dos bloques, de los primeros años de la Concertación, al binominalismo. Porque, en su opinión, el mecanismo proporcional actual, con más de 20 partidos en el Congreso, ha incentivado la polarización y el desorden.
Se equivoca Mewes, porque no fue el régimen binominal el que favoreció el dinamismo económico de las dos primeras décadas de la transición. Los negocios se potenciaron gracias a los nuevos espacios que abrió la democracia, sobre todo en el ámbito internacional, que multiplicó los negocios. Ello, además, se vio facilitado por la complacencia de la Concertación con el modelo económico neoliberal, y eso es lo que dio tranquilidad al empresariado nacional.
O sea, la política es buena cuando todo permanece igual, cuando nada cambia, cuando el neoliberalismo permanece intocado.
La derecha, la Concertación y el empresariado coincidieron, entonces, que lo único que importaba era el crecimiento y bastaba con el derrame para reducir la pobreza. Entonces, no hubo mayores tensiones políticas ya que, para beneficio del gran capital, permanecieron intocadas las instituciones promotoras de las desigualdades, sobre todo en la educación, salud y previsión.
Así las cosas, lo que sucede hoy día, cuando ha emergido un nuevo sector político que intenta transformaciones al modelo de injusticias, es que el empresariado ha entrado en pánico, mostrando “…una abierta nostalgia del Chile binominal, en la que tenían mayor control y capacidad para bloquear cambios al marco dictatorial heredado” (Camila Miranda La Tercera 26-04-2024).
Según sostiene Marcela Ríos, la democracia representativa puede funcionar perfectamente bien con un alto número de partidos si esos partidos son programáticos, cohesionados, y disciplinados (Marcela Ríos, diario El País, 28-04-2024). Entonces el asunto en nuestro país no es el número de partidos, sino la solidez ideológica de éstos, sus propuestas programáticas y sobre todo sus vínculos con la sociedad civil.
Pero el otro error de Mewes es no asumir la responsabilidad empresarial en la caída del crecimiento. El rentismo de los recursos naturales ya no da los mismos frutos de las décadas pasadas, no da para más. Existen limitaciones productivas en la explotación del cobre, la pesca y las forestales. Y, por tanto, se requieren nuevas fuentes de crecimiento, con inversiones en sectores de transformación, en actividades industriales.
No es casual entonces que desde hace casi dos décadas la productividad se encuentre estancada y ello haya debilitado el crecimiento potencial y, además, sin diversificación productiva muy difícilmente se recuperarán los niveles del empleo de los años noventa y, por tanto, la informalidad persistirá.
En suma, el empresariado chileno es conservador, sin capacidad para innovar y crear nuevas tecnologías (prefiere importarlas) y ha optado por aumentar su tasa de ganancia por el camino fácil: financiando campañas parlamentarias para conseguir leyes a su favor y/o pagando a funcionarios de gobiernos para frenar o favorecer decisiones que los afecten.
En medio de dificultades, el actual gobierno ha entendido las limitaciones que presenta el régimen productivo extractivista y por ello se esfuerza con el hidrógeno verde y en la explotación del litio, y ojalá lo haga con producción de baterías. Es un esfuerzo interesante, aunque el país requiere mayores avances en diversificación productiva.
Seamos claros, entonces. No corresponde asociar el agotamiento del crecimiento con el contexto político actual y, en particular, con el gobierno del presidente Boric. Porque, en realidad, desde hace varios años existe una caída en el PIB y un freno en la productividad. Es un fenómeno secular y no coyuntural.
A los empresarios se les fue la mano y se impone una rectificación.
Por Roberto Pizarro Hofer