Nacional

Valparaíso rechaza el “corralito político”plasmado en el “acuerdo por la paz”

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Fotos: Guillermo Correa Camiroaga

Las porteñas y porteños, al cumplirse un mes del inicio de la rebelión popular que sigue estremeciendo las calles del territorio nacional, demostraron hoy lunes 18 de noviembre, con una multitudinaria marcha, que no aceptan el “corralito institucional” acordado por el gobierno de Sebastián Piñera y la clase política parlamentaria que busca apaciguar y mantener encerrado al pueblo rebelde, pero este, como un bagual, sigue manifestándose libre y briosamente en la búsqueda de caminos que lo lleven a construir los instrumentos necesarios para avanzar en la conquista de sus derechos pisoteados por décadas de modelo neoliberal.

 

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La maniobra cocinada en el Parlamento ha comenzado a desplegar sus pegajosas redes comunicacionales con el objetivo de instalar la idea de que como consecuencia de la firma del “acuerdo histórico” está todo solucionado y ahora corresponde recorrer el camino fijado allí, preocupándose solo de discutir los mecanismos establecidos en él. Nada se habla de las numerosas reivindicaciones concretas expresadas por las y los manifestantes a lo largo de todos estos intensos treinta días de protesta popular, como por ejemplo la exigencia de renuncia de Sebastián Piñera y su gobierno junto con el termino de los abusos en todo orden de cosas; el mejoramiento de las pensiones, de las condiciones laborales y de vida; la recuperación de las riquezas minerales, marítimas y forestales para  los chilenos y chilenas, incluyendo servicios esenciales como el agua, la educación, la salud y la vivienda; el castigo a los culpables de las brutales violaciones a los derechos humanos que se han cometido en contra del pueblo movilizado durante este mes y se siguen cometiendo; y un largo etcétera de exigencias que no están presentes en este denominado “acuerdo histórico”.

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 Desgraciadamente, como ya ha sucedido en el pasado, empiezan a escucharse los cantos de sirenas y comienzan a aparecer analistas políticos y ex autoridades de gobierno quienes, junto a expertos y académicos de todo tipo y bajo el pretexto de solo querer implementar una educación cívica que permita estar preparados para el proceso constituyente, entregan su granito de arena para participar, sin cuestionamientos  de fondo, en una cancha y con unas reglas elaboradas a espaldas del pueblo por aquellos sectores políticos que no tienen ninguna legitimidad para los millones de chilenas y chilenas que han desarrollado una multifacética lucha en las calles y en todos los sectores y territorios de Chile en estos treinta días de rebelión.

 

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La soberanía popular, a través del ejercicio directo de sus movilizaciones y su accionar cotidiano, ha ya realizado en la práctica su propio plebiscito, rechazando el modelo neoliberal consagrado en la Constitución Política elaborada durante la dictadura cívico militar y que, con algunos maquillajes superficiales, sigue permitiendo los abusos y profundizando las desigualdades sociales hasta el día de hoy  en nuestro país.

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La multitudinaria marcha realizada hoy en Valparaíso, que desde hace algunos días sufre además el embate de extraños incendios intencionales, es una respuesta concreta de rechazo al “Acuerdo por la Paz y la Justicia Social”, en el que las chilenas y chilenos rebeldes no tuvieron ninguna participación.

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Hoy en la tarde, cuando la movilización llegó a las inmediaciones del Congreso Nacional fue nuevamente interceptada por las Fuerzas Policiales y en el momento en que comenzó la represión y los enfrentamientos con las y los manifestantes, en una sospechosa coincidencia, las alertas de nuevos focos de incendio resonaron en los celulares por largos minutos, bloqueando su funcionamiento y quedando así impedidos de realizar registros fotográficos o de videos.

 

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Los gases tóxicos y el agua pestilente inundaron el ambiente ya enrarecido por el humo de los incendios.  El uso de balines y perdigones tampoco quedó de lado, pese a la resolución adoptada en tal sentido por la Corte de Apelaciones de Valparaíso, ya que dicho recurso legal los prohíbe cuando se trata de movilizaciones pacíficas, pero contiene una “letra chica” no escrita, ya que quien define si ese concepto aplica o no en determinada protesta popular son las propias fuerzas represivas. 

 

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El pueblo rebelde porteño, pese a todas las maniobras que se han desplegado para detener su movilización, sigue resistiendo y expresándose enérgicamente en las calles de Valparaíso, así como también continúa organizándose en los sectores, barrios y cerros del Puerto, para realizar cabildos y asambleas territoriales orientadas a desarrollar en forma libre, soberana y auto convocada, su propio proceso constituyente.

 

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Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 18 noviembre 2019

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