¿Un nuevo pacto social?
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Se suele hablar – en los debates que se han abierto en el país con relación a una nueva constitución – de la necesidad de dar origen a “un nuevo pacto social. Pero ese concepto de “nuevo pacto social” creo que merece algunas consideraciones adicionales. La constitución actual no es fruto de ningún pacto ni social ni político. Es fruto de la imposición pura y simple realizada por una dictadura a la mayoría del país. La mantención de dicha constitución puede ser consecuencia de la incapacidad posterior de los sectores democráticos post dictadura como para modificar los aspectos más esenciales de dicha constitución. Puede haber resignación, acostumbramiento, incapacidad, mala correlación de fuerzas, amarres, etc., pero no un pacto. Un pacto, en última instancia, siempre expresa la correlación de fuerzas existente en un momento determinado, pero se asume que la parte con menos fuerza por lo menos se puede expresar, o hacer uso del derecho a pataleo, lo cual no estuvo presente en la génesis de la actual constitución. Ahora, por vez primera, se abre la posibilidad de pactar, al calor de la redacción de una nueva constitución, algo que no sea expresión de un “nuevo” pacto social, sino de un pacto social a secas.
Ahora ¿qué es un pacto social? Podríamos aproximarnos a la comprensión de este concepto diciendo que se trata de definir, con los mayores consensos posibles, no solo las reglas del juego que presidirán el funcionamiento de la sociedad chilena, sino que las características del juego mismo. Si lo ponemos en términos deportivos, hay que partir por definir si queremos jugar futbol, basquetbol o voleibol. Después viene el proceso de definir las reglas del juego. Y, si se salva todo lo anterior, entonces recién viene el juego mismo, en que es lícito competir, pelear y trata de ganar. No se trata, por lo tanto, de un pacto de no agresión, ni de un matrimonio, ni de un gobierno de coalición.
¿Con quién se pacta? Con el enemigo, sin duda. Con los amigos no hay necesidad de pacto alguno -o se trata de pactos de otra naturaleza – pues esa amistad se supone que se basa en el compartir una serie de principios y de puntos de vista. Pactar con los sectores de la actual derecha política y económica que se den cuenta de que el capitalismo salvaje conduce a la crisis, a la tensión y a la inestabilidad permanente, y que se necesita de un estado con capacidad de acción para llevar adelante una política de desarrollo, conformar alianzas público-privadas y garantizar los derechos sociales y políticos que se establezcan en la nueva constitución.
Pero para que ello se concrete hacen falta al menos dos circunstancias que no estoy seguro que estén presentes hoy en día. Lo primero, es tener claro que hay que pactar, lo cual implica conversar y ceder en algunas cosas, y no buscar la derrota total y definitiva de todos los sectores que sostienen el actual gobierno y al actual sistema político y económico. Pero, para bien o para mal, la mera palabra pacto es todavía una mala palabra en muchos sectores de la oposición. En segundo lugar, hay que ver si existen realmente sectores de la burguesía que estén dispuestos a ceder en la defensa total del capitalismo salvaje y que estén de acuerdo en pasar a una nueva etapa en la cual se potencie la capacidad de acción del estado. Es muy posible que una vez que se les pase el susto, busquen reconquistar todos los espacios en los cuales se han visto hoy en día obligados a retroceder. Para que ello no suceda es necesario mantener vivas las demandas, la movilización social pacífica, y una acción parlamentaria y política que se complemente con lo anterior.
Por Sergio Arancibia