Crónicas de un país anormal

Jaime Mañalich ya era un muerto en vida

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La mayoría de los reyes y emperadores, a través de la historia, ha tenido un ministro predilecto: Carlos IV, de España, tenía al asturiano, Manuel Godoy, (este último personaje le ponía los cuernos con la reina María Luisa); la emperatriz Catalina II, contaba con su fiel ministro, Potenkin, que la engañaba aparentando que las villas que iba a visitar lucían muy bien, (previamente las había pintado y decorado); el secretario Pérez era el válido de Felipe II…

El “rey” Piñera, que es una figura decorativa a partir del 18-O del año pasado, (una especie de Isabel II a la chilena), y sólo le faltaría encerrarse en los muchos “castillos” que tiene para huirle al peligroso Covid-19), bien le valdría, de una vez por todas, aceptar la realidad. En Chile, sin cambiar una sola letra de la Constitución de 1980, estamos en pleno parlamentarismo: Piñera es una figura decorativa, y los partidos, en dos ocasiones, le han salvado el trono.

Al comienzo de su segundo gobierno, su válido principal era su primo, Andrés Chadwick, que oficiaba de ministro del Interior. A partir de la pandemia, el papel de ministro predilecto lo asumió Jaime Mañalich, quien ocupó cotidianamente las cámaras de televisión, como también los principales Diarios. El rey Piñera para vanagloriarse de su generosidad, (regalar cajas de alimentos con plata ajena), usaba las Cadenas nacionales con el único objetivo de hacerse querer por la gente y subir algunos puntos en las encuestas, (de empresas pagadas por él mismo, y con el empleo de este subterfugio era fácil pedir a su empleado que lo subiera del 6% al 26%).

El ministro “estrella”, Mañalich, en los primeros meses de la pandemia se mostraba un duro de la derecha, y aprovechaba muy bien los poderes dictatoriales que dan los estados de emergencia: podía hasta sacar los militares a la calle sin que nadie protestara, así como cambiar las cuarentenas de un lugar a otro, (cuarentenas dinámicas), mientras que los habitantes de las demás comunas se desplazaban libremente de una comuna a otra.




En las comunas ricas, (Providencia, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea), la cuarentena puede funcionar a la perfección, pues los habitantes de la mayoría de ellas pueden tener casas hasta de un millón de dólares, con jardín, gimnasio piscina y sauna, y en su interior, varias habitaciones de más de 50 metros cada; si por acaso faltara algún alimento en la nevera o en la despensa, bastaba con tomar “el helicóptero e ir a buscarlo hasta Constitución”, como ocurrió en la realidad.

Al comienzo de la pandemia, Chile se declaraba como modelo latinoamericano en el combate contra el virus, Mañalich afirmó que nuestra Salud Pública era la mejor del planeta, (incluso, la admiraban los alienígenas de la presidenta) y, en el colmo de la tontería, envalentonado llegó hasta decir que “el virus podía mutar en buena persona”.

Que un personaje tan poderoso, en este caso Mañalich, te mencione, puede ser un gran honor o un llamado de atención. La subsecretaria de Salud, Paula Daza, que parece muy aplicada en su tarea, (como una niña a quien se le puede utilizar para copiar en pruebas), se le ocurrió la feliz idea de recomendar el compartir un café con las amigas, pero Mañalich, (tenía un buen maestro de la broma, Piñera), resolvió cambiar el café por un buen vaso de cerveza, demostrando que era un macho de verdad.

Con Mañalich como líder, la ultraderecha había encontrado a su hombre clave, (fuerte, decidido, lenguaraz y, además, con plenos poderes), para instalarlo en el mando después de terminada la pésima aventura de Sebastián Piñera que, para algunos de ellos, no era más que un traidor, venido de la Democracia Cristiana. Con Mañalich no era necesario pactar con los socialdemócratas.

La estrategia de “cuarentenas dinámicas” comenzó a fracasar apenas se aplicó en las comunas más pobres, especialmente de la capital. El mismo Mañalich reconoció que no tenía ni la menor idea de cómo vivían los pobres en este país, lo que es muy lógico, pues los ricos se han encargado de instalarlos en guetos que los hace invisibles.

En los barrios de los ricos, los pobres se ven sólo en el servicio que prestan, por ejemplo, los maestros de la construcción, las empleadas domésticas, los choferes, los jardineros y los carabineros rasos, (los oficiales hablan un mejor castellano que los mismos periodistas).

Desde comienzos del mes mayo la meseta, el llamado a aplanar la curva, tocó fondo: el Chile modelo, (incluso para Trump que llamó al Presidente Piñera para felicitarlo), pasó a convertirse, después de Brasil y Perú, en el peor de todos países e, incluso, en el aspecto en que más resaltaba, la letalidad, es decir, el porcentaje de los fallecidos.

La periodista Alejandra Matus, una profesional e investigadora de alta calidad, (en la actualidad cursa estudios de posgrado en Nueva York) comprobó, gracias a varias fuentes, que la cifra de fallecidos en Chile no tenía ninguna concordancia entre lo que se informaba al público diariamente y aquello que entregaba a la OMS. Esta fue la gota que rebasó el vaso, y Piñera no tuvo más remedio que llamar a la “funeraria”.

Es muy conocido el dicho “no hay muerto malo”, y en el caso de Mañalich, esta sentencia se confirma; (sólo la ultraderecha salió dañada con la salida de Mañalich, pues tendrá que conformarse con José Antonio Kast)

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

15/06/2020

 

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