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¿Me vacuno o no me vacuno?

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Este dilema está afectando a miles de chilenos con  la fuerza de una  duda existencial. Semejante al que Hamlet  expresó en su aserto “To be or not to be”, Ser o no ser. No exagero,  la duda tiene una dimensión que toca muestre existencia misma como seres biológicos. .

La polémica  no es menor y ha obligado a intervenir a las autoridades sanitarias y a las fuentes académicas. Alguien tiene que poner orden y salir al paso a este nihilismo que para algunos daña la lucha contra la pandemia y para otros,  salva seres humanos de medidas que parecen más basadas en cuestiones de poder político y económico que en un serio camino para superar la crisis sanitaria.

Y aquí está el problema. ¿Es un  serio camino científico? Para alguno esto está fuera de duda, para otros las evidencias no dan para un fundamento científico de que las vacunas ayudaran a superar la pandemia. Lo que no se ve que lo que está cuestionado  es el carácter de la ciencia misma como respuesta cierta y segura a esta duda existencial  Sin embargo, como nos muestra el biólogo Francisco Varela razonando desde una perspectiva fenomenológica no positivista en ciencia,  los que participan en este tipo de debate tienden a creer  que su disciplina es la pieza maestra de todo un discurso que hay que seguir dogmáticamente. Sostiene este biólogo que en ciencia el que una  idea tenga un impacto es un hecho histórico y   no un “asunto de tener razón” Por esta  vía no hay diálogo posible y la  discusión no conduce  a ninguna parte.

Creo que la el mundo está en el umbral de un cambio que pasa por esta pandemia. En una publicación anterior hable de la pandemia como “cuarta herida narcisista” aludiendo a una  frase de Freud.  El padre del psicoanálisis sostuvo que a lo largo de la historia lo seres humanos han debido padecer tres grandes herida narcisista, esto es, tres duros impactos a su vanidad y su ego. La primera herida la provocó Copérnico con su espectacular “giro científico”. Nos dijo que no éramos el centro del universo, sino apenas una partícula que gira en torno a una estrella. La segunda, la abrieron los biólogos evolucionistas. No somos el  producto de un acto de creación única, sino apenas solo parte de una cadena evolutiva mayor, que nos hace primo hermanos de los simios. La tercera, es una herida que ayudo a provocar el propio Freud,  que puso  el énfasis en mostrar que nuestra conducta está básicamente determinada por procesos de los que apenas   somos consiente, no conocemos y menos controlamos. .




Pero como comento en ese escrito la pandemia viene a poner en evidencia lo que Freud no alcanzo a relevar, y es el hecho de que en los albores del siglo 20, Einstein pondría el piso a una cuarta herida narcisista. En los cien años desde su formulación la teoría de la relatividad abrió una revolución científica que hace surgir la mecánica cuántica e inaugura la era de las ciencias cibernéticas. El nuevo modelo de lo que llamamos realidad que nos trae  la relatividad cuestiona los dos absolutos newtonianos y nos muestra que tiempo y espacio forman una sola entidad y que plásticamente  se conforma de manera  tetradimensional

El broche de oro   a la búsqueda de certezas  absolutas lo viene a poner la mecánica cuántica,  que nos muestra que aquello en lo que creímos  ver como cadenas  de causa y efecto que nos daba la sensación de vivir en un  mundo ordenado y previsible, no es tal, sino solo una apariencia macrofísica de un inconcebible  micromundo donde reina el azar.

Toda esta tradición de pensamiento nuevo dará origen al estudio de los sistemas como fenómenos complejos. Los sistemas complejos, señalan sus sostenedores, tienen dos características básicas, primero son sistemas emergente y segundo,  son auto- organizados. Los interesados en profundizar sobre estos temas podrán encontrar en mi sitio Web www.metateoria.cl abundante material al respecto.

Por ahora, me interesa enfatizar que la polémica desatada por la aplicación de la vacuna debe tener presente, además de la crisis de paradigma que señalo,  que  ella se ha dado desde hace tiempo en el campo de la inmunología. Los biólogos cibernéticos  caracterizan  una  forma de interacción mediada por la autonomía del sistema que han  llamado clausura operacional,  (Varela “Principles of biological autonomy” 1979) La comprensión de este término  es usado en un sentido de operación al interior de un espacio de transformaciones y no como cerrazón o ausencia de  interacciones

 

Cito estas investigaciones que han demostrado que solo de manera secundaria la red inmunológica desarrolla capacidades de tipo respuesta inmunitaria a infecciones masiva como la del COVID 19  Ellas muestran  que esta característica  operacional es propia de los linfocitos y las regiones V variables de las  inmunoglobulinas, que posibilitan la identidad somática del organismo multicelular. Esta mirada científica  muestra que nuestro organismo, incluidos el sistema nervios y el sistema inmunitario,  están determinados en su estructura de modo que nada externo determina lo que pasa en ellos

Esta condición se puede observar con la aplicación de la vacuna en que en algunos organismos hay reacciones  secundaria o colaterales y en otros no. Esto no depende de la vacuna, depende del sistema, ya que la vacuna es un agente externo que solo perturba al sistema no lo determina  De esta manera el carácter terapéutico  o preventivo de la vacuna solo está en la intención de los que la diseñan y la aplican.

 

Si me hago cargo de estos desarrollos e investigaciones de este campo de la biología, que es lo que personalmente he hecho, la discusión sobre la conveniencia  o no de vacunarse cae en el terreno de la decisión personal. Nadie está en condiciones de predecir lo que pasa con la vacuna de manera absoluta.

 

Pero así como no estoy en condiciones de predecir nada y saber que pasara si me vacuno, tampoco lo está el Colegio Médico y su Presidenta, la Sociedad de Inmunología, los políticos,  el Alcalde de Recoleta, el Ministro de Salud, entre muchos opinantes profesionales del área  y legos y,  por cierto, tampoco el Presidente de la República

 

La pandemia esta marcando un punto de inflexión en nuestra convivencia que hace necesario que activamos la humildad para enfrentarla. Esta virtud creo que es el mejor escudo para defender nuestra dignidad tan vulnerada en estos inciertos días.

 

Por Jorge Leiva Cabanillas

 

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Psicólogo Ph.D.

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