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Ningún programa presidencial plantea cambio de paradigma en educación

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A menos de dos semanas de las elecciones presidenciales en Chile, llama la atención que, a pesar de que hay coincidencia en que la educación requiere un cambio profundo, ningún candidato plantea un cambio de paradigma en su programa de gobierno. Sus programas responden a aspectos marginales del sistema educacional que pueden resultar interesante para los involucrados, pero no plantean un futuro esperanzador para niñas, niños y jóvenes actuales y futuros.

La educación de excelencia dejó de ser un proceso de docente que enseña/estudiante que aprende, porque el nivel de conocimiento acumulado en el mundo es de tal magnitud que lo importante es desarrollar la curiosidad por investigar y las habilidades para poder lograrlo.

A través de la historia de la humanidad, los cambios sociales, culturales, económicos, tecnológicos, religiosos, etc. ocurrían a una velocidad tal que era difícil para una generación darse cuenta del impacto que dichos cambios tenían en sus vidas, a no ser que hubiera una guerra o una revolución. Sin embargo, en los últimos 100 años y en especial, en los últimos 30, el cambio es perceptible en la vida diaria.

El mayor de mis nietos tiene 11 años y todos ellos me miran con extrañeza cuando les cuento que en Chile no había televisión cuando yo era niño, que el computador personal recién estuvo disponible en de los años ‘80 y que la masificación de las redes sociales y el acceso a celulares ocurrió después de que ellos hubieran nacido. Les cuesta entender que mi abuelo y uno de mis tíos murieron jóvenes, porque antes no existían los antibióticos.




Y cuando me preguntan cómo era la educación en esos años, me entristezco en decirles que poco ha cambiado, porque seguimos en el mismo paradigma desde que se crearon las escuelas. Les relato que yo estudié en el mismo colegio al que ellos asisten y que casi todo sigue igual después de 50 años. Quizás tengan razón cuando dicen que el colegio es aburrido, cuando uno les pregunta si les gusta ir a clases. El mundo cambió, pero la escuela, tal como la conocemos hoy, continúa resistiéndose el cambio, al igual que muchos que no ponen a niñas, niños y jóvenes en primer lugar.

El principal paradigma que debemos cuestionar es que la calidad de la educación sea el resultado de la aplicación de pruebas estandarizadas de matemáticas y lectoescritura. Se deja afuera asignaturas relevantes para el desarrollo integral de los y las estudiantes como, por ejemplo, el arte, un área de la educación absolutamente subvalorada. El arte permite explorar mundos antiguos y nuevos, traspasar fronteras culturales, ideológicas y estéticas. Pero, por sobre todo, el arte desarrolla la capacidad de observación y apreciación, y despierta y ejercita la curiosidad, el cuestionamiento y el pensamiento crítico.

Hay otros temas que copan la agenda política y es lamentable que la educación no sea una bandera que movilice a la ciudadanía como lo fue a comienzos del siglo XX, cuando la educación primaria se hizo obligatoria en Chile en el año 1920, después de dos décadas de discusión, cuando cambió el paradigma de que no existía necesidad que segmentos significativos de la sociedad dejaran atrás el analfabetismo. A pesar de que es imprescindible para el futuro, los programas presidenciales no proponen cambios de paradigmas que lleven a nuevas políticas públicas en educación.

Marcelo Trivelli

fundacionsemilla.cl

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Fundación Semilla

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  1. Pedro Vera Román. says:

    Absolutamente de acuerdo con Trivelli. Tengo 82 años. Mi primer título fue de Profesor de Castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Recién en quinto año se enseñaba Didáctica. Antes 3 años de Gramática, Lingûística, Estètica, Latín, Griego, Literatura Universal, Hispanoamericana, Estadística, etc. Me decidí a buscar becas de estudio afuera, apenas Egresado. Me fuì a Yugoeslavia a estudiar 2 años de Especialización en Educación de Adultos en Empresas de Autogestión Obrera, becado por el Gobierno en 1966. Al mismo tiempo ejercí como Agregado Cultural de la Embajada de Chile en Belgrado, y como Profesor de Español en la Facultad de Filología en la Universidad de Belgrado. Me llamaron desde Chile para que asumiera la Alfabetización Campesina en el Proceso de Reforma Agraria en 1969. Donde ya estaba asesorando Paulo Freire. En dicho cargo permanecí hasta el 11 de septiembre de 1973, practicando el método psicosocial de alfabetización . Ya en dictadura, trabajando en la Vicaría de la Solidaridad, en los años 80, participé en la creación del Centro Educacional Rubén Darío en la Comuna de la Reina en Santiago. Institución privada sin fines de lucro, para educar a las hijas e hijos de los Detenidos Desaparecidos , a lo/as hijo/as de Retornados con la ayuda financiera de la Colaboración Internacional. Allí recién me gradué de Educador aprendiendo de la Pedagogía de Celestin Freinet, Paulo Freire, Makarenko y tantos otros educadores innovadores, creativos, enseñando y aprendiendo matemáticas mientras construíamos las paredes de las salas, las baldosas de los pasillos, etc.
    Nada ha cambiado desde esos años hasta hoy, La municipalización impuesta por la dictadura sigue igual hasta hoy.
    De allì, entonces, que es URGENTE una revolución
    metodológica para empezar en un Chile democrático.

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