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Perú: la metástasis de sus instituciones políticas

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El 28 de julio del presente año Perú celebró los 201 años de la Declaración de la Independencia. En un momento de crisis – podríamos decir radical – tanto del Ejecutivo, (presidido por el  Presidente Castillo, acusado de constituirse en jefe de una mafia criminal), como del Legislativo unicameral, ambas Instituciones están visualizadas por la ciudadanía como “una cueva de ladrones”.

El Jefe del Estado, Pedro Castillo, cumplió un año en el gobierno de ese país y, desde antes de la asunción al mando, la derecha militarista acusó la existencia de un fraude – permitió, según los fujimoristas – el triunfo del profesor chotano en las elecciones presidenciales, apoyado por el Partido Perú Libre, de tendencia ultraizquierdista, cuyo líder,  Vladimir Cerrón, (hoy ante la justicia acusado de corrupción cuando fue gobernador de Junín).

En la derecha peruana, además del fujimorismo, aparecen como líderes políticos algunos generales y almirantes, quienes no esconden su ideal de derrocar, lo más pronto posible, el gobierno de Castillo, para llevar al poder a miembros del partido fujimorista, así como a la derecha empresarial y militar.

El primer año del gobierno de Castillo ostentó el récord histórico de haber nombrado 62  ministros de Estado: siete ministros del Interior, dos peticiones de vacancia, (fracasadas), y convertirse en el primer Presidente a quien se ha abierto una carpeta de investigación acusado de delitos tan graves, como cohecho, obstrucción personal a la justicia, asociación para delinquir, nepotismo y enriquecimiento ilícito, tanto de su familiares, como de sus coterráneos chotanos. (Uno de sus sobrinos, Fray Vásquez, y su cuñada, Jennifer Paredes y, últimamente, los hermanos de la primera dama, tienen abierta sendas carpetas de investigación).




El ex secretario de gobierno, Bruno Pacheco, colega en el magisterio y amigo personal del Presidente, uno de los tres prófugos de la justicia, (junto al sobrino, Fray Vásquez y al ex ministro Juan Silva, se encuentran aún prófugos); en el caso de Bruno Pacheco, quien ya se entregó, pactó con la Fiscal General, Patricia Benitez, la calidad de “testigo eficaz”, condición que lo obliga a proporcionar informaciones precisas con respecto a su superior jerárquico, el Presidente Pedro Castillo.

En las primeras declaraciones del ex secretario, Bruno Pacusa al Mandatario de recibir 30.000 Soles, destinados a cohecharlo; por otro lado, reconoce que se compraban, por 20.000 Dólares, los ascensos en la Policía y, a su vez, se creó un fondo especial para comprar a los congresistas, a fin de que votaran en contra de las vacancias en su contra. Pacheco, además, agregó a los seis congresistas del Partido Acción Popular, y seis más de Alianza para el Progreso y Somos Perú, quienes también participarían del cohecho.

El Presidente Castillo, por vía del ex secretario, presionó a su ministro de Minería para imponer en el cargo de Gerente de Perú a Hugo Chávez, amigo de confianza de Castillo.

Previo a la fecha de Aniversario de la conmemoración de los 201 años de la Independencia de Perú el ministro del Interior, Mariano González, fue cesado en su cargo, por medio de un twitter, (según González, el Presidente Castillo lo expulsó del cargo por el hecho de haber creado un equipo especial de Policía que se encargara de perseguir a esos delincuentes),  y de inmediato, reaccionó el ex ministro, acusando a Castillo de proteger a los prófugos de la justicia.

La solución legal para encontrar una salida a la metástasis peruana, al menos, como cuidado paliativo, podría ser la renuncia conjunta, tanto del Presidente, Pedro Castillo, como de los 130 congresistas, convocándose a elecciones generales, sin embargo, el problema de fondo es la crisis de representación peruana, cuyo pronóstico es grave, en consecuencia, exige el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente que sea capaz de terminar con la herencia del dictador, Alberto Fujimori, que dio lugar a una seguidilla de Presidentes corruptos.

Los “cien años de soledad” del sistema político peruano, esclavo del dilema entre fujimorismo y la corrupción “magisterial” del profesor, Pedro Castillo, parece no tener fin.

Entre tanto político mediocre y corrupto, el Cardenal, Carlos Castillo, en la homilía pronunciada el 28 de julio, fue el único personaje capaz de recordar la generosidad del prócer José de San Martín, al permitir, luego de la entrevista en Guayaquil, el camino abierto al Libertador Simón Bolívar, que lo llevó al triunfo en la batalla de Ayacucho.

Ninguna democracia puede permanecer en el tiempo en manos de Instituciones que no representan a los ciudadanos y, además,  sean cuevas de ladrones, corruptos y colaboradores eficaces. Mientras el centro de la escena política esté en manos de Karelim López, Zamir Villanueva, los “niños” congresistas, los sobrinísimos, los cuñados e, incluso, la hijastra del Presidente Castillo,  Deber Camacho, el Perú estará condenado a debatirse en las cuitas de políticos corruptos.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

02/08/2022

 

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Historiador y cronista

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