La expansión de la violencia en Chile

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En este último tiempo hemos observado como la violencia se ha impuesto en la vida cotidiana en nuestra sociedad. Sin lugar a duda que la violencia es una temática bastante compleja, puesto que tiene varias aristas. Delitos de aloa impacto social por parte del crimen organización ha acaparado la visibilidad en los medios de comunicación nacional, así como de las redes sociales. El aumento o no de la delincuencia y los asesinatos es algo que debe mirarse con detención, aunque también puede ser cierto que existan delitos no registrados en las cifras oficiales.

Sin perjuicio de lo anterior, la pandemia y la crisis económica actual han creado un prolongado telón de fondo de polarización y división. El populismo de derechas e izquierdas y las tendencias políticas autoritarias puede configurar un sustrato intolerante donde la violencia se ha convertido en parte de la confrontación política. El extremismo violento, en sus diversas formas, es el mayor peligro que amenaza a la democracia chilena.

La violencia tiende a dispersarse en nuestra sociedad. Observo tres dinámicas principales. El primero es la violencia como proceso de resolución de disputas personales. Desde los “ajustes de cuentas” entre criminales hasta el enfrentamiento cotidiano por automovilistas ha ido en aumento. Este es un aspecto interesante que nos recuerda la violencia como parte integral de la resolución de disputas como se hacía en sociedades pretéritas.

La segunda dinámica es la violencia como medio de adquisición de identidad. Muchos jóvenes, especialmente menores de edad, han encontrado en la violencia un medio de canalizar frustraciones de todo tipo. Unirse a organizaciones o grupos que glorifican y apoyan la violencia actúa como una forma simplista de pertenecer. Aquí podemos encontrar dos dimensiones principales: a) Violencia entre grupos menores de edad en escuelas y bandas vinculadas al narcotráfico y b) Violencia de hinchas en el fútbol. Este año hemos visto un aumento en la violencia en estas dimensiones.

La tercera dinámica se refiere a la cultura y la iconografía de la violencia. El feminicidio o la violencia doméstica como una dimensión de una cultura de «superioridad», principalmente masculina.

Sostengo que el Estado chileno como proveedor de seguridad debe evolucionar y enfatizar formas de violencia que antes se consideraban de baja prioridad. En ese sentido el gobierno del presidente Gabriel Boric, con su agenda de seguridad, va en ese camino, a diferencia del gobierno del expresidente Piñera basado en la confrontación y represión.

Fabián Bustamante Olguín

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