Chile al Día Opinión e identidades

El mundo ideal y los pollitos dicen…

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Aunque cueste creerlo, este país funciona tal cual como debe. Cada cosa está en su lugar y cada institución es la que corresponde a este orden, a esta cultura.

En Chile, cada maestrito con su librito.

Casi no se encuentran anomalías que desafíen la armonía de una construcción perfecta y cuando algun desatinado intenta subvertir el orden, es prontamente acallado por los organismos adecuados: desde la familia, pasando por la escuela, hasta llegar a la policía y el sueldo mínimo y los tribunales.

Aunque parezca un contrasentido, el caos que se ha tomado el funcionamiento de este país, ha sido instalado por la derecha la que perifonea urbi et orbi su afán enfermizo por el orden.




El país y su funcionamiento es un todo armónico en el que cada cosa está en su lugar y funciona en perfecta consonancia con el resto.

Vea no más lo que respecta al complejo sistema educacional. Se le podrá adjudicar todo lo malo posible sin embargo es la que corresponde al orden: crea y cría personas perfectamente funcionales a las necesidad de supervivencia y proyección de la cultura dominante.

De haber una escuela que navegue a contrapelo de aquello que manda, es prontamente civilizada por las innumerables vías y herramientas con las que cuenta el orden. Y para aquellos profesores díscolos e influenciados por ideas veteranas tanto como exógenas, se les anula por la vía de controlar sus organizaciones y dirigentes.

Pongamos por caso otro ejemplo que está de moda: la delincuencia. ¿Por qué Chile tiene la delincuencia que tiene? Porque es la adecuada al sistema que domina e impone sus condiciones.

Constituida por delincuentes elegidos por la gente cada dos años y medio, por una parte, y por adolescentes criados por el Estado, por otra, el hampa nacional tiene sus orígenes en la más profunda filosofía del capitalismo: sálvate solo y como puedas.

Cierto que a veces la contradicción aparece cuando la delincuencia de grandes volúmenes hace ver su desprecio por el minorista que roba autos, carteras y celulares.

Con todo, el sistema solidariza con esos emprendedores y hace leyes, adiestra policías y forma jueces para tratar con la benevolencia del caso al reincidente, al contumaz y al principiante.

Otro ejemplo. La seguridad social es un concepto que existe en Chile aún cuando en los hechos, cuando es necesaria la atención de salud, cuando se quiere jubilar, cuando ataca la vejez o el desempleo, entre otras lacras, aparece como un negocio que no se diferencia de una minimarket o de un banco.

Efectivamente, el derecho a la seguridad social tiene en su origen el tinte indiscutible de lo bolchevique, es decir, del enemigo mitocondrial del mundo libre y la libertad para elegir, por lo tanto, es un derecho relativo, controlado y minimizado porque contradice el dictum original: el que caga, caga.

¿El sistema político?

Vea que sin políticos como los que tenemos correríamos el riesgo de que las cosas podrían no ser como son. En ese aserto evidente están las claves que define a todo el resto.

¿Habría escuela, delincuencia seguridad social con tal como la conocemos con otros políticos diferentes y antípoda de estos?

Sí, ese es el riesgo y la certidumbre: para que las cosas sean como son, se necesitan quienes las hagan y confirmen la perfección abrumadora y la potencia indiscutible de la cultura que manda.

En esta muestra aleatoria de las demostraciones de lo perfecto del mundo en que vivimos, no sería malo ver si en el dominio de esta función juega también la izquierda, para los más jóvenes, sector político, social e ideológico que se proponía el fin de la explotación, la más perfecta libertad de países y personas y la fundación de una sociedad justa y humana.

¿Qué hay de aquello?

Conforme a la potencia ordenadora de la cultura victoriosa, su gravedad imbatible logró trastocar las definiciones bautismales de la izquierda y desembocarlas en una relativización en la que no caben afirmaciones tajantes tales como que el capitalismo es el enemigo de la humanidad o que otro mundo es necesario.

Y he aquí que la cultura efectivamente dominante ha logrado crear una izquierda que le ha sido perfectamente funcional y a la que no considera su enemigo sino en el discurso para la galería. Eso sí, mientras no cambien las condiciones porque ahí sí que aparece su brazo secular y hasta verte Cristo mío.

Mientras tanto, por ahí cerca siempre hay de aquellos porfiados irreverentes y rebeldes, que se las arreglan para resistir y guardan en la memoria las armas que alguna vez serán necesarias al momento en que las condiciones objetivas se encuentren con las subjetivas y otro gallo comience a cantar.

Aunque sea desde el muy básico pío pío.

 

Por Ricardo Candia Cares

 

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Escritor y periodista

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  1. Serafín Rodríguez says:

    Excelente descripción de cómo operan los poderes reales y efectivos que rigen al país, de cómo funciona la Constitución real, de hecho y de derecho que va a perfeccionar el proceso constitucional en curso! Te anotaste un poroto, Candia!

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