Crónicas de un país anormal

La pobreza y el hambre: el látigo de la esclavitud moderna

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Las manifestaciones, llevadas a cabo en casi todos los países del mundo a raíz del asesinato de George Floyd, no se limitan al sólo rechazo del trato brutal e inhumano de las policías, especialmente contra los negros y otras minorías étnicas, sino también, y sobre todo se amplía al sistema económico neoliberal que crea, día a día, un número mayor de “desechables” esclavos modernos.

A diferencia de la “revolución industrial” de los siglos XVIII-XIX, hoy las ideologías y partidos políticos llamados progresistas, que pretendían defender los derechos de los obreros, (las Socialdemocracias y las Democracias Cristianas, por ejemplo), también se vendieron al neoliberalismo. En este proceso, el centro político, que morigeraba los conflictos de clase, hoy sólo hace parte de un conservatismo humanitario. En medio de este vacío, podemos ver que va quedando la ultraderecha nacionalista y populista y la ultraizquierda, cuyo camino se materializa en la propaganda por los hechos.

Los norteamericanos, decepcionados de la casta política y traicionados por Obama y otros, se ven forzados a elegir, en noviembre próximo, entre un fascista, sexista, corrupto, demagogo y, además, con sus facultades mentales perturbadas, y un candidato Demócrata, cercano a la demencia senil, quien representa la corrupción de ese Partido al aliarse a los millonarios de Wall Street.

El Partido Demócrata tuvo la oportunidad de acercarse a los ciudadanos, hartos del podrido sistema político norteamericano, dando paso a Bernie Sander, a Elizabeth Warren o bien, a alguna de las senadoras progresistas que han surgido en el último tiempo; en cambio optaron por un viejo político, Joe Biden, perteneciente a la casta financiera.




El decir que la historia de Estados Unidos está marcada por el racismo es, prácticamente, un lugar común: los padres fundadores, en su mayoría, fueron dueños de esclavos. Una vez derrotados los estados de Sur e impuesta la 14 enmienda a la Constitución, los esclavistas de la época impusieron la frase “iguales, pero separados”.

Los afroamericanos de los estados del Sur siguieron siendo la mano de obra barata que permitía a los grandes granjeros la exportación de algodón a Europa, y a los industriales del Norte, contar con mano de obra barata en las grandes cadenas de producción.

  1. O B. De Bois, gran intelectual de la negritud, creyó que la Primera Guerra Mundial era la oportunidad para imponer la supremacía negra: en primer lugar, los europeos estaban desangrándose a raíz de la guerra imperialista por la posesión del África; en segundo lugar, triunfaba el proletariado con la Revolución Rusa.

Coincidentemente, el filósofo de la historia, Oswald Spengler escribía en su obra La decadencia de Occidente que “el imperialismo y el colonialismo es la música fúnebre de occidente”.

Los años 20 y 30 – siglo XX – fueron desastrosos para los negros, condenados a una nueva esclavitud, a la cual se agregaba la condena a vivir en guetos miserables ubicados en barrios abandonados por los blancos, (especie de apartheid en los estados del Norte).

La época de los años 50 a los 70 – siglo XX – está marcada por la época de oro de los movimientos de liberación de los negros, que comenzó en 1955 cuando Rosa Parks se sentó en la parte del bus destinada a los blancos. El pastor bautista Martin Luther King (Jr.) encabezó un boicot a los autobuses que duró 380 días, que arruinó a las empresas.

Luther King adoptó el método de lucha por medio de la no-violencia activa, (preconizaba por Mahatma Ghandi, a quien le dio buenos resultados), y su cercanía con Robert y John Kennedy le permitió impulsar la lucha por la conquista de los derechos civiles, que marcaba la igualdad entre negros y blancos, incluido el derecho a voto.

Después del asesinato de J.F. Kennedy y, posteriormente, de su hermano, Robert, el presidente texano, Lyndon Johnson, firmó la ley de derechos civiles. En 1968 fue asesinado Martin Luther King en un motel, en Memphis.

Luther King, en una visita previa a Chicago, ya había captado que el problema de los negros no se limitaba sólo al apartheid, (no bastaba que los negros tuvieran acceso al mismo restaurant que los blancos, o que pudieran sentarse en cualquier sitio del bus y que su voto valiera igual para todos los ciudadanos), sino que el centro del problema era la pobreza, la miseria, la cesantía y la droga, en las cuales se hallaban sumidos los negros en sus guetos.  Antes de ser asesinado había planeado la gran campaña contra la pobreza.

Luther King, por ese entonces, se había distanciado de los directivos del Partido Demócrata a causa de su valiente rechazo a la guerra de Vietnam.

El gran rival de Martin Luther King, por entonces, era Malcom-X, que rechazaba toda posibilidad de convivencia con los blancos, incluso, afirmaba que el “poner la otra mejilla” sólo servía para humillar al negro; otro teórico, Markus Garvey planteaba “la guerra de razas”, y que “el futuro de la humanidad estaría en los hombres de color”.

Junto a la peste vendrá el empobrecimiento de las capas medias, y en cada país habrá más pobres que en la gran crisis del año 29, y contrario a esa época, ya no habrá una segunda guerra mundial, sino una gran desobediencia civil que, ojalá, termine con la corrupción de las castas que se han apropiado del poder, tanto en los países desarrollados, como en los subdesarrollados.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

08/06/2020

 

 

 

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