La desgracia se llama Piñera en un país que busca de su destino; el 7% y el clamor por su renuncia
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Sebastián Piñera, desde niño, ha pretendido ser amado y, para lograrlo, no ha economizado esfuerzos, de ahí la clave, por ejemplo, de importarle, durante los años de sus dos gobiernos, los resultados de las encuestas Cadem, (que él mismo paga), y como la vieja bruja, de La Cenicienta, le pregunta al espejo quién es el mejor, inteligente, simpático, Presidente de Chile; ante la respuesta, que no es de su agrado, no se ocurre, ni siquiera, romper el espejo.
Un Mandatario querido que, cuando fue elegido como Presidente tuvo el honor de ser considerado por su pueblo como el mejor Presidente de Chile, pero luego fue odiado, es el caso Pedro Montt, (“negro y con cara de sepulturero”, según Joaquín Edwards Bello), como el culpable indirecto de la Matanza de Santa María de Iquique, (para más remate su mujer, doña Sarita del Campo, le ponía los cuernos con el senador Guillermo Rivera). Incluso, hombres revolucionarios de la época, como el profesor Alejandro Venegas y el Presidente del Partido Comunista, habían votado por él.
Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, dedica un capítulo a la consideración de si vale más ser amado que temido, pero la respuesta es que Piñera no cumple ninguna de las dos condiciones: no ha logrado ser amado, como tampoco temido. Cuando declaró la guerra a todos los chilenos, a raíz de la revuelta del 18-0, hasta su subordinado militar, encargado del estado de excepción para la ocasión, lo desmintió con palabras que ´él era un hombre feliz y no estaba en guerra con nadie´, (la única persona que se asustó fue su señora, Cecilia Morel, que veía “alienígenas” en los pasillos de La Moneda).
No pienso que un Presidente deba tener muchos votos para ocupar legalmente el cargo, es el caso de Joaquín Prieto, Manuel Bulnes, Manuel Montt, eran designados a dedo por su antecesor y la votación indirecta – como en Estados Unidos – era un verdadero fraude, (el decir que el pueblo era soberano, hacia el siglo XIX en Chile, era una mentira más). Ni siquiera se hacía necesario violar la Constitución, (como le gustaba a Diego Portales, que gobernaba bajo Estado de sitio); por desgracia, los profesores de historia y de educación cívica ensañaban la estupidez de que los gobernantes del siglo XIX, en Chile, eran demócratas, cuando sólo eran “dedócratas”, (a Federico Errázuriz Zañartu, por ejemplo, no le gustaba la candidatura de Benjamín Vicuña Mackenna, e impuso a Aníbal Pinto, de quien los historiadores clásicos cuentan sólo mentiras, como la de que eran honrado y que no tenía dinero ni para su manutención, y por ello, tuvo que trabajar como traductor, en el Diario El Ferrocarril).
Con frecuencia se olvida que antes y después de la guerra del salitre, Presidentes peruanos y chilenos hacían negociados, como el investigado por Víctor García Belaúnde, sobre los robos del expresidente de Perú, Mariano Ignacio Prado, quien huyó a Francia luego de haberse quedado con ´el santo y la limosna´.
El hecho de que Sebastián Piñera cuente, apenas, con el 7% de apoyo, (según la última Encuesta de CRITERIA), no lo hace ser un Presidente ilegal: cada día es más distante. La soberanía popular, si la estudiamos bien, está en todas las Constituciones que se llaman democráticas, y la delegación que el pueblo hace del poder en sus representantes elegidos, tiene el defecto de que el soberano posee tan mal criterio, que ha llevado en dos ocasiones, por ejemplo, a elegir a Sebastián Piñera para la presidencia de la nación; en cuanto a los representados, deben soportar estoicamente, durante cuatro años, a un personaje que los engañó, o bien, el pueblo mismo se ha auto-engañado, en la apuesta de elección a la mejor persona para el cargo más importante de un país (los Presidentes pueden llegar a convertirse en el ´Tartufo´, capaz de arruinar a su pueblo).
La única solución a la decadencia de la democracia representativa es la democracia directa, es decir, que el pueblo tenga poder de iniciativa de ley, pueda vetar a quienes no cumplen con las expectativas del soberano, la existencia de plebiscitos revocatorios de mandato de elección popular e, incluso, la democracia plebiscitaria, (de la cual hizo tan mal uso Napoleón III, con tanta razón criticado por la autoridad moral del mejor escritor francés – a mi gusto – del siglo XIX, Víctor Hugo).
El semipresidencialimo, una de las soluciones para dar fin a la monarquía presidencial, (que es como una “dictablanda”, (como la de Dámaso Berenguer, en España), podría ser un camino para Chile, aun cuando existen muchas formas de este régimen que van desde un cuasi parlamentarismo (Irlanda) a la cohabitación, (a la francesa), pasando por la Rusia autoritaria de Vladimir Putin, pero esta búsqueda exigiría una seria investigación que aún no se vislumbra a corto plazo, al menos en Chile.
El poder trae, por lo regular, desgracias, y el Presidente Piñera, tan amante de los negocios y del dinero, le iría mejor si se preocupara de estos asuntos y no de la política, para la cual no está capacitado.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
12/12/2020
Regímenes semipresidenciales
Irlanda
Portugal
Austria
Finlandia
Rusia
Francia
Islandia
Humberto Nogueira
El régimen semipresidencial
Andante 1986
Bordeau, George
Derecho constitucional y instituciones políticas
Nacional, Madrid,1981
Duvarger,Maurice
La Monarquía Republicana 1974 France
Sociología Política. Ariel, Barcelona, 1972
Los partidos políticos, FCE, 1951
Luis says:
El problema no es solo del que gobierna,ni del modelo neoliberal(economia social de mercado)instaurado a sangre y fuego por la dictadura del capital sobre el trabajo el 11de septiembre de 1973;es el sistema capitalista,el modo de produccion capitalista,las relaciones de produccion capitalista….Entonces cual es la solucion…No basta solamente con cambiar el presidedente ni el modelo! Hay que terminar con el sistema capitalista y construir la Sociedad Socialista….Otra solucion es solo reformismo,oportunismo y revisionismo!!
(perdonen las faltas de acentos y signos)
Felipe Portales says:
¡El problema no es Piñera; es el sistema neoliberal impuesto por la derecha pinochetista, y legitimado y consolidado por la derecha concertacionista!…