Crónicas de un país anormal Nuestra Región Latinoamericana

Las elecciones en Bolivia y el triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS)

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El conteo manual de los votos en las elecciones del domingo, 18 de octubre, ha sido de una lentitud de antología: hasta hoy, martes, sólo se contabilizaba el 33% de los sufragios, pues el gobierno de facto impidió dar a conocer a la opinión pública otra forma de escrutinio rápido que hubiera podido informar el mismo día de las elecciones.

Dos empresas encuestadoras dieron el triunfo, con un porcentaje inesperado, al candidato Luis Arce, del MAS: 52% hasta ahora, (bien podría aumentar con el voto rural); en segundo lugar, el historiador Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana; en tercer lugar, el ultra reaccionario santacruceño, Fernando Camacho; los demás candidatos obtuvieron una votación de menos del 2%.

El triunfo de Luis Arce ha sido reconocido prácticamente por la mayoría de los gobiernos del mundo, y en Bolivia, por la Presidenta de facto, Jeanine Áñez y por su rival, Carlos Mesa, (sólo restaría Fernando Camacho, quien dice esperar los resultados oficiales).

El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, artífice del golpe de Estado de hace un año, en contra de Evo Morales, tuvo la audacia de reconocer el triunfo de Arce, pero no disminuye su culpabilidad, y ahora deberá responder por sus delitos de golpista al servicio de los Estados Unidos.




En lo relativo a las elecciones parlamentarias – Cámara y Senado – el MAS ya cuenta con mayoría de los miembros en ambas Cámaras, sin embargo, aún no se sabe si, en alguna de ellas podrá lograr los dos tercios, pues de lo contrario, tendría que recurrir a una alianza con otros partidos.

Luis Arce pertenece a la clase media boliviana, y se considera el artífice del éxito económico en Bolivia: logró reducir la pobreza, y aseguró un crecimiento del 5% en promedio durante los años de su gestión como ministro de Economía.

El triunfo del candidato del MAS probó que el famoso fraude electoral del cual se acusaba a Evo Morales, fue un invento de Almagro, fraguado por Estados Unidos, para instalar en Bolivia un gobierno de derecha.

El gobierno de Áñez comenzó con el juramento ante la biblia, usada para perseguir y someter a los indígenas, (al igual que los conquistadores españoles, “los blancos bolivianos leyeron a los pueblos originarios las famosas ´capitulaciones´, que exigían el sometimiento al rey y a la religión católica”).

El gobierno dictatorial de Áñez fue desastroso: en el manejo de pandemia terminó por hundir la economía boliviana, y los robos, asesinatos y corrupción se convirtieron en asunto cotidiano; el más conocido de todos se centró en el sobreprecio de los ventiladores mecánicos que, además de escasos, eran de pésima calidad, y la mayoría de ellos inutilizables.

El Ministro de Gobernación del actual gobierno, Arturo Murillo, un ultraderechista fanático, que días antes de los comicios había viajado a Estados Unidos para buscar armamento para asesinar a opositores que osaran acusar al gobierno dictatorial de fraude, a su regreso al país fue censurado por la Cámara de Diputados obligando a Áñez a dictar un decreto por el cual lo suspendía del cargo, que se hizo efectivo antes de las elecciones.

Afortunadamente Bolivia, con el significativo triunfo de Luis Arce en las elecciones del 18 de octubre, ha recuperado la democracia y, a su vez, seguirá la senda exitosa que, durante el gobierno de Evo Morales, llevó al país a convertirse en uno de los más exitosos de América Latina.

A diferencia de la coja democracia chilena, los ciudadanos de Bolivia concurren a votar con entusiasmo, y creyendo en el partido MAS. Según los datos oficiales, un 87% de los ciudadanos concurrió a las urnas en estos comicios, (a partir del triunfo de Evo Morales el promedio de votantes de ese país siempre ha superado el 80%, mientras que, en Chile, ni siquiera llegamos al 50%, y los Presidentes de la transición a la democracia sólo tienen, en promedio, el apoyo del 25% del universo electoral).

Si Janine Añez, Arturo Murillo y demás cómplices no logran huir de Bolivia, deberán responder ante los Tribunales por graves delitos, especialmente contra los derechos humanaos y la corrupción generalizada durante el lapso de gobierno de facto. (Sería muy loable el vigilar las fronteras para que los culpables no escapen).

En su primer discurso El Presidente electo, Luis Arce, hizo un llamado a la concordia nacional y, además, prometió un gobierno de integración de todos los ciudadanos bolivianos.  A su vez, el historiador Carlos Mesa se autodefinió como el líder de la oposición.

La ofensiva de la derecha latinoamericana, con el triunfo de Arce, ha sufrido una derrota de proporciones, hecho que puede hacer posible que la izquierda, que estaba por los suelos, retome el camino del triunfo. Los Piñera, los Duque, los Bolsonaro, los Moreno, los Trump…, actualmente son repudiados por aquellos que una vez votaron por estos presidentes, creyendo que por el solo hecho de apoyarlos se convertirían en millonarios.

El papel de Alberto Fernández y de Andrés Manuel López Obrador ha sido fundamental para salvar la vida de Evo Morales, de Álvaro García Linera y de otros dirigentes bolivianos, perseguidos por la jauría de derechistas y militares.

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

20/10/2020

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  1. En otra vuelta de tuerca , la historia se empieza a re escribir de otra manera en la azotada y demacrada sud américa.Desde ya , es primera vez que un golpe «militarizado» es sacado por el pueblo (será cierto?) en un plazo corto y con una votación en contra notable!.Dice un viejo proverbio :
    «Ojalá que le dure y no madure».

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