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Telescopio: El déficit ético ¿Y dónde está Mr. Pipa?

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Admito que el fútbol está muy bajo en mi lista de prioridades, sin embargo, no siempre fue así. Recuerdo que cuando tenía ocho años mi padre me empezó a llevar a los partidos, a ver las estrellas de entonces: los hermanos Robledo (primeras figuras chilenas que brillaron en el fútbol inglés y luego en Colo Colo y en la selección de esos tiempos). Bueno, delato mi edad con estos datos, pero al mismo tiempo dejo ver la diferencia con el tiempo actual. Evidentemente, si algún padre lee esta nota debe haber pensado “¿Llevaban a un niño de ocho años al estadio?” Porque claro, en los días actuales si alguien llevara a un chico de esa edad, estaría cometiendo una irresponsabilidad. Me refiero, por cierto, a la presencia de los maleantes de las llamadas barras bravas. Hoy si la gente adulta arriesga su integridad asistiendo al fútbol, es de imaginar lo que puede ocurrirle a un niño.

En esos años, en cambio, era común ver a padres y familias con niños pequeños en el fútbol, las únicas barras de las que entonces se hablaba eran las de las universidades, que montaban un espectáculo artístico en cada clásico. Las barras de la U y la UC eran entonces de estudiantes de esas casas de estudio, y no reclutados del lumpen que ahora hacen destrozos en cada partido, en nombre de esos clubes.

Fue en esos años también que hizo su aparición una revista que marcó un hito en la historia de las publicaciones infantiles: Barrabases fundada en 1954 por Guido Vallejos y que de vez en cuando hace sus reapariciones en nuevas generaciones. Recientemente me he enterado del lanzamiento de una nueva época de la icónica publicación, aunque con otros dibujantes y guionistas. El equipo de fútbol de Barrabases, formado por un grupo de niños de un barrio típico, era entrenado por Mr. Pipa, que no sólo les enseñaba las tácticas en el uso del balón en la cancha, sino que era una suerte de mentor que guiaba a los niños impartiéndole importantes enseñanzas éticas.

Aunque Barrabases era ciertamente un equipo exitoso, por lo menos la mayor parte de las veces, el énfasis que Mr. Pipa hacía, era en lo que entonces se llamaba la “deportividad”, esa cualidad humana que permitía saber ganar, y saber perder. Esto es hidalguía, reconociendo la superioridad del adversario, y dignidad, no se humilla quien hizo lo mejor que pudo dentro de sus capacidades.




“Saber ganar, saber perder…” esto último especialmente, quizás lo más difícil. Pero las enseñanzas de Mr. Pipa eran un bálsamo que permitía a los noveles jugadores sobrellevar los tragos amargos de la derrota, porque al fin y al cabo, tampoco ese era el fin del mundo. ¡Cómo hacen falta esas enseñanzas del personaje creado por Vallejos cuando vemos algunos de los eventos presentes! Tal cual señalaba al comienzo, el fútbol ya está muy lejos de mis preocupaciones, la última vez que lo disfruté fue justamente con mi padre durante ese inolvidable Mundial del 62 inmortalizado en el famoso rock de Los Ramblers. Ese además fue el año de la mejor actuación de una selección chilena en el plano internacional—tercera detrás de Brasil y Checoslovaquia. Nunca más se alcanzó ese nivel, aunque ha habido chispazos, por cierto, ya que no intento desconocer méritos de generaciones más recientes. Lo que no todos parecen entender, y basta ver las estadísticas, es que en Sudamérica hay sólo tres selecciones de primera calidad: las de Brasil, Argentina y Uruguay, y en ese orden. Son los que han ganado mundiales y múltiples otros torneos. Son los que en cualquier momento pueden tener  en sus filas a los mejores jugadores del mundo. ¿Y los demás, Chile incluido? Bueno, digamos que se trata de selecciones de comportamiento en la medianía, que de repente tienen sus chispazos, pero, con todo respeto y aprecio, son las selecciones del “montón”, Chile incluido.

En las eliminatorias del Mundial de este año una de esas selecciones, la de Ecuador ha sido la que le ha tocado brillar. Y bien por ello, excepto que para vergüenza nacional, a un grupo de dirigentes chilenos se les ha ocurrido una maniobra de última hora para privar a los muchachos ecuatorianos de lo que se ganaron en la cancha y en cambio quieren meter por la ventana a una selección chilena que sí demostró pertenecer al lote de los mediocres del continente.

Amparándose en una presunta irregular inscripción de un jugador ecuatoriano que habría sido colombiano, la dirigencia del fútbol chileno con una desvergüenza espantosa, se apresta a invertir miles de dólares en abogados y—para que estamos con cosas—probablemente afinando los sobres con coimas para los capos de la FIFA que deben decidir, y hasta capaz que lo consiguen. Aunque confío que el caso ecuatoriano es suficientemente fuerte como para que no prospere el reclamo chileno, como decía Quevedo: “Poderoso caballero es don dinero” y la dirigencia chilena lo tiene por montones, los ecuatorianos en cambio, pueden estar más desguarnecidos en estas lides donde los manejos de estilo mafioso son comunes. En estos mismos momentos un ex capo del fútbol chileno, Sergio Jadue, aguarda juicio por una serie de irregularidades en Miami.

Creo que en esto Ecuador tiene la razón y el jugador en cuestión es efectivamente nacional de ese país. Pero aun si no lo hubiera sido, cabe plantear que el fútbol no es un deporte individual como el tenis. Uno de once jugadores no es determinante. No habría por qué penalizar a un equipo completo por un hecho así. La dirigencia chilena, con el apoyo de algunos que parecen aplicar la frase de Chauvin: “mi patria con razón o sin ella”, causante de los peores arranques nacionalistas, están ansiosos de embarcarse en esta aventura en la que han puesto montones de dinero, como decía, en esto de coimear los chilenos parecen ser campeones. Un amigo peruano aquí en Montreal, me recordaba de vez en cuando de cómo en muchos partidos de Chile el adversario sospechosamente terminaba con alguien expulsado, yo mostraba mi escepticismo. Esta maniobra de la capa dirigente del fútbol chileno, que quiere privar a Ecuador de una victoria legítimamente obtenida en la cancha para poder entrar por la ventana al Mundial de Catar, me ha hecho sospechar que en verdad aquí parece haber un patrón de conducta.

Por cierto, si esa patota de gerentes de derrotas lograra su cometido y se cometiera la injusticia de que Chile desplazara a Ecuador de su legítimo lugar en el Mundial, ya sé que no estaría hinchando por una selección entrada “a la mala”: mi aliento iría para Canadá, que brillantemente se clasificó este año, y para los otros equipos latinoamericanos.

¿Dónde estará ahora Mr. Pipa para darles una lección de ética deportiva a esos mercaderes que se han apoderado del fútbol chileno? No, ya no se le ve en la cancha, ni en parte alguna. Ido está con la inocencia y la simplicidad del fútbol y el deporte de otros tiempos; un deporte hoy enmarcado por las ganancias de las acciones de los clubes en la bolsa de comercio, con jugadores que ya no son reseñados en la sección “Un caso ejemplar” que escribía con bonhomía el periodista Carlos Barahona en la revista Barrabases sino que aparecen en la sección de farándula de la televisión, junto a algunas modelos ligeras de ropa y manejando algún auto deportivo de último modelo.

Al final, el fútbol vino a ser parte del Chile que moldearon los Chicago Boys y su modelo neoliberal, con ello se vino el glamour y el oropel, el aparente brillo internacional, y también todas las miserias del fútbol: las barras bravas con su afán destructor, las coimas y ahora la “guinda de la torta” el afán de querer ganar “por secretaría” (y posiblemente coimas mediante) un puesto en el Mundial que no se fue capaz de ganar en la cancha. Mr. Pipa, mejor que ya estés sepultado.

Y UNA ACLARACIÓN PARA QUISQUILLOSOS

Mi referencia a la revista Barrabases y a su creador, Guido Vallejos, puede haber levantado algunas cejas. En efecto, Vallejos, poco antes de morir fue arrestado, junto a otros individuos, por haber utilizado los servicios de una prostituta menor de edad. Muy mala acción por cierto. Lo que me recuerda lo que dice el coro en Edipo: “no juzgues a un hombre sino hasta cuando esté en su lecho de muerte”. Una advertencia a no apresurarse a rendir honores a gente que luego puede desmerecerlo, pero la invocación también puede interpretarse como un llamado a hacer una evaluación balanceada del individuo en cuestión. Vallejos ya está muerto, cometió esa falta, que no fue pequeña, pero ello no debe de ninguna manera anular lo bueno que hizo. Esa “cultura de la cancelación” que se ha instalado últimamente es completamente deshumanizante. Al fin de cuentas, gracias a él nació Barrabases, “el equipo favorito de los niños chilenos” y las enseñanzas éticas que puso en boca de Mr. Pipa, el bondadoso entrenador que en verdad era un maestro, y que los mandamases del fútbol chileno hubieran hecho bien en repasar antes de embarcarse en esa acción contra Ecuador, denotando además una total falta de solidaridad con un pueblo hermano.

Por Sergio Martínez

(desde Montreal, Canadá)

 

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Desde Montreal, Canadá

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  1. Felipe+Portales says:

    ¡Toda la razón! Y los dirigentes de nuestro fútbol son tan poco éticos como imbéciles: Dejaron fuera a Chile para el Mundial de Rusia en el que que se ganó los puntos en cancha; pero los perdió por secretaría, gracias a ¡¡una demanda chilena contra Bolivia por un jugador mal inscrito!! El «pequeño problema» era que ese jugador había jugado en el empate de Chile con Bolivia y en el triunfo de Bolivia sobre Perú. De tal modo que Chile sumó un punto más ¡y Perú tres!, quedando nosotros fuera…

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