Israel, palestina y los cisnes negros

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Durante cientos de años, sólo se había visto, y sólo había registro de un tipo de cisne en particular: los cisnes blancos. Hasta que de repente, apareció un cisne negro en la naturaleza. Tranquilo, viviendo como siempre lo había hecho, sin saberlo ese cisne había cambiado en un instante lo que se consideraba posible y lo que no.

Hoy en día, este suceso da nombre a una teoría: la teoría del cisne negro. Según esta, cada cierto tiempo hay un tipo de sucesos (sucesos de cisne negro) que resultan en cambio políticos, sociales e históricos permanentes, algunos de éstos son la Primera Guerra Mundial, la caída de la Unión Soviética, la creación del internet y los ataques del 11 de septiembre. En mi opinión, el 7 de octubre de 2023 otro de estos sucesos acaba de ocurrir. El mayor conflicto en décadas de tensiones entre Israel y Palestina acaba de estallar con un nivel histórico de violencia.

Hay dos condiciones para clasificar algo como un evento de cisne negro. La primera es que tiene que ser, en cierto grado, único. La segunda que, a posteriori, debe ser obvio que iba a suceder. Este conflicto, no sólo en cincuenta años de «paz», sino en toda la historia de Israel, es único. A primera vista, no parece distinguirse entre las incontables guerras entre Israel y el resto de sus vecinos musulmanes. Es un suceso preocupante, sí, pero no único. Pero la verdad es que nada como esto ha pasado desde la creación de Israel.

Israel es un estado cuyo libro de historia está escrito con sangre, y mayoritariamente habla sobre numerosas guerras (la guerra de Yom Kipur, por ejemplo, ha acabado de cumplir su 50 aniversario). Pero por primera vez Tel Aviv no está siendo atacada por ninguno de sus vecinos, por ningún estado árabe en busca del prestigio de «resistir contra el estado sionista. de Israel». No, por primera vez el enemigo a las puertas, el peligro real, son los palestinos, ese colectivo de segunda clase que ha sido ignorado en sus jaulas como animales por tantas décadas.

Aunque la verdad es que los atentados y los ataques de rudimentarios misiles no son nada nuevo, Israel ya se había acostumbrado a estos peligros desde hace años. En territorio israelí, el sistema Iron Dome intercepta 9 de cada 10 misiles lanzados desde la franja de Gaza. El ejército y la inteligencia israelí se han vuelto expertos en cualquier método por el cual mantener el paraíso hebreo sin importar los constantes ataques de grupos como Hamas. Durante años, los bombardeos se han vuelto poco más que pequeñas disrupciones de la vida diaria, los asentamientos en zonas palestinas según la ley internacional han aumentado e Israel aprendió a vivir en paz aún con la amenaza en su puerta.

Pero por primera vez, en vez de sufrir los regulares ataques aéreos y los intentos de tiroteos, Israel ha sido invadido por el mismo grupo que ha oprimido durante décadas. Desde hace años, la idea de un estado árabe invadiendo a Israel es poco más que un recuerdo del pasado. Cada vez más países cercanos han decidido iniciar relaciones diplomáticas con Israel y, en el imaginario moderno, Israel es visto como un país más estable y seguro que varios países europeos o norteamericanos. Esa ilusión se acaba de romper. Israel no sólo ha sido atacado, ha sido invadido. Ninguna guerra ha podido penetrar en territorio israelí desde la formación del estado, pero Hamas, un grupo que no llega al tamaño ni a los recursos de un ejército tradicional, ha logrado romper esa imagen de estabilidad. Ha irrumpido en la vida diaria de ciudadanos israelíes, infiltrado en sus casas, secuestrado a cerca de un centenar de personas y asesinado a turistas.

Esto es único, por primera vez, el conflicto entre Israel y Hamas ha dejado de ser uno caracterizado por su «normalidad», y está cada vez más cerca de volverse uno con la supervivencia del estado hebreo en juego.

Como ya he mencionado, la segunda característica de los sucesos de cisne negro es cómo en el futuro, el preámbulo de estos se vuelve obvio, como un misterio mágicamente revelado. Lo más increíble no es que la invasión de Hamas se supone debería haber sido algo aparente desde antes que sucediera, sino que no lo haya sido para Netanyahu y su gabinete extremista. Desde que este llegó al poder ha empezado una campaña estratégica y brutal contra la población palestina, en la que aparte de las típicas muertes de civiles, han introducido cemento en pozos de agua potable, se ha borrado al pueblo palestino de los mapas oficiales y se ha eliminado cualquier tipo de negociación entre ambos lados.

Sin ir más lejos, Netanyahu fue advertido por su grupo de asesores que si la Autoridad Palestina seguía siendo debilitada de esta manera «fuerzas más hostiles ocuparían ese vacío de poder». No sería una exageración decir que aparte de Hamas, Netanyahu ha sido la causa principal de esta situación. Israel y Palestina existían en un frágil equilibrio, una especie de pacto secreto, y Netanyahu lo ha roto.

Aparte de las tensiones, uno tiene que pensar que este era el momento perfecto para atacar. Aparte de la ayuda estadounidense, Israel ha sobrevivido a sus hostiles vecinos gracias a la unión. Desde antes de la edad media, el pueblo judío ha sido un pueblo unido, organizado, acostumbrado a las persecuciones por parte de monarcas necesitados de alguien a quien culpar por las constantes hambrunas y desastres. Israel ha resistido por la unión y los conocimientos de su pueblo, pero Netanyahu ha roto esa unión.

El ejército y los servicios de inteligencia israelíes se preguntan por qué Israel están peleando, y el pueblo israelí se pregunta en qué país viven. ¿En el Israel progresista, defendido hasta la muerte por los medios occidentales, la luz de democracia en Oriente Medio? ¿en el Israel de Netanyahu, ultraortodoxo rozando una teología en la que los jueces. están al servicio de los políticos? Desde el punto de vista de Hamas, qué mejor momento para atacar que uno en el que miles de personas salen a las calles cada semana contra su gobierno. Un momento en el que uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo no puede prever un ataque lanzado desde una ciudad que tiene vigilada las 24 horas.

El futuro es imprevisible, es imposible decir que va a pasar, excepto qué para los miles de civiles israelíes y palestinos en el medio, la tragedia sólo acaba de empezar. Los palestinos están desprotegidos ante un Israel con carta blanca por parte de Estados Unidos que no parará hasta realizar su «venganza», sin importar por cuantos inocentes tenga que pasar hasta derribar a Hamas. Las masas ya empiezan a tener dificultad para separar a terroristas de palestinos normales y corrientes, en el peor caso veremos la estúpida y reaccionaria criatura que es la opinión pública pedirá a gritos el fin de Palestina y toda la gente en ella.

Israel aún tiene mucho que temer. Hasta ahora la única respuesta que ha tenido a la invasión ha sido bombardeos de la franja, algo a lo que Hamas esta más que acostumbrado y sólo les ayudará a reclutar más soldados (probablemente motivado por la ira y el dolor de algún «daño colateral» de los bombardeos) para tirar a la picadora de carne. Además, fuerzas regionales normalmente «moderadas» como Egipto, Jordania y Arabia Saudí han cerrado filas diplomáticamente alrededor de los palestinos, señalando a la ocupación israelí como el culpable del conflicto. Mientras que Israel tiene apoyo incondicional por parte de Estados Unidos y otras fuerzas occidentales, Oriente Medio se vuelve cada vez más hostil tras varios años de ocupación. Sin ir más lejos, en Egipto un grupo de turistas israelíes fue tiroteado por un policía local.

Si recientemente las imágenes de civiles asesinados por Hamas ya han diluido la idea de los palestinos como seres humanos en gran parte de occidente, en Oriente Medio donde han pasado décadas viendo a sus «hermanos» siendo asesinados por las fuerzas israelíes la ira de gran parte de la población son un verdadero peligro para gran parte de los israelíes. También existe la constante amenaza de Irán, que recientemente se ha alzado en el plano internacional como un poder regional, y seguramente ha facilitado a Hamas las logísticas y el material para la invasión.

Aparte de Hamas, Irán y otros grupos palestinos, Israel tiene que temer el hecho de que Hezbolá parece estar tanteando las aguas del conflicto. Si el grupo chií decide unirse a la lucha junto a Hamas, Israel se enfrentará a una amenaza histórica. Hezbolá ha sido descrito en varias ocasiones como «el grupo armado no estatal más peligroso» por la ONU, «la fuerza guerrillera más peligrosa del mundo de lejos» por generales israelíes y según los Estados Unidos, su servicio de inteligencia es de los mejores del mundo. Hamas empezó su invasión abrumando a Israel con 5.000 cohetes, Hezbolá posee unos 40.000. Aparte de eso, Hezbolá tiene una influencia política descomunal en el Líbano, además de controlar directamente territorio en sí dentro del país. Esto ya es razón suficiente para entender por qué varios ojos del gobierno de Israel no están ahora mismo en Gaza, sino en el Líbano (sin ir más lejos ha habido reportajes del ejército israelí atacando a sus compañeros erróneamente creyendo que eran tropas de la milicia chií) pero aparte, Hezbolá también tiene otra fortaleza comparado con Hamas: finanzas.

Hezbolá usa su extraordinaria logística para transportar droga y cigarros de contrabando a través del mundo, lo que añadido al dinero proveniente de sus conexiones en el negocio de la extracción de diamantes en África, asegura suficientes fondos para una guerra. Además, Irán apoya frecuentemente al grupo a niveles desorbitados, mandando 80 camiones llenos de gasolina durante la subida del precio del petróleo en 2021.

Siendo realistas, Hezbolá aún con Hamas no aniquilará a Israel en el momento que se una a la invasión (si se une), sus miedos ante las repercusiones por atacar a Israel son lógicos y además sigue siendo una organización semiclandestina. Lleva décadas lanzando pequeñas ráfagas de cohetes a Israel sin mucho efecto y un ataque con todo lo que tiene no es lo más probable. Aun así, es probablemente la mayor amenaza para Israel actualmente y su posible unión al conflicto cambiará toda previsión a favor de Hamas.

Quien diga que sepa lo que va a pasar está mintiendo, este conflicto va a seguir, pero nadie sabe cómo. Solo algo es seguro: aunque la guerra termine mañana, lo que haya empezado durará generaciones. El futuro es imprevisible, y probablemente nada vaya a ser como antes. No sólo en Israel.

Por Martín Sánchez Moncada 

Fuente: La Jornada

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