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Las encuestas actualmente carecen de todo valor predictivo: en primer lugar no llegan, ni siquiera, a ser una fotografía del momento en que se realizan; en segundo lugar, sólo sirven para cazar clientes, (en Chile no hay electores  desde hace unas cuantas décadas); en tercer lugar, siempre gana quien las paga; en cuarto lugar, por lo regular se equivocan y, en general, dejan feliz a quienes las pagaron, (salvo el caso del Presidente Piñera, que últimamente no se ve precisamente eufórico, además, la gente lo desprecia).

A la encuesta del Centro de Estudios Públicos, (CEP), le han atribuido cualidades de las cuales carece, por consiguiente, es muy creíble y comentada por la casta política, los periodistas y los grandes empresarios. Hoy por hoy, salvo los políticos leen los Diarios impresos, (El Mercurio, La Tercera) que, por lo regular, son propiedad de grandes empresarios que dictan su línea editorial, y los periodistas acatan las órdenes de sus dueños.

Como consecuencia de la Pandemia de la Covid-19 ninguna encuestadora ha podido realizar un conteo de voto directo, (cara a cara), en consecuencia, los encuestadores han recurrido al teléfono, cuyo margen de error puede superar hasta el 10%, (esta encuesta telefónica carece de todo valor en la medición, tal como el espejito de la vieja bruja de La Cenicienta).

La última encuesta CEP dejó de lado la importancia de las elecciones para gobernador y, sobre todo, la de Constituyentes, reemplazándola por preguntas tan estúpidas como “quién de los miembros de la familia lavaba los platos, o era el encargado(a) de  educar a los niños”.




El retrato que se dio en la encuesta sobre la casta política es miserable: los partidos políticos sólo cuentan con un 2% de aprobación; el Parlamento y el gobierno también tienen magras cifras en los resultados de esta última encuesta CEP, y como se hace evidente, los políticos están catalogados como seres marginales y despreciables por parte de los ciudadanos, (¡y los imbéciles siguen votando por ellos!, y ahora gratis porque los costos de campaña corren por cuenta de las empresas).

A la pregunta sobre la simpatía o antipatía hacia los candidatos presidenciales – la elección tendrá lugar en diciembre próximo – la diputada Pamela Jiles obtuvo la aprobación de más de un 50%, con el apoyo del Partido Humanista solamente; los demás candidatos obtuvieron una cifra muy baja en apoyo ciudadano.

En tiempos actuales y en diversos países, la palabra “populismo” se ha convertido en un insulto, (antes lo era el comunismo); las personas más analfabetas políticamente usan este vocablo para eliminar a un candidato progresista, que pone en peligro la hegemonía de la clase dominante y corrupta.

Ahora le correspondió jugar este papel a Pamela Jiles que, prácticamente, no tiene apoyo de partido político, pero logra el primer lugar en todos los estratos sociales y etarios, incluidos en la última encuesta CEP.

En tiempos de pandemia – como el actual – no es muy difícil que gane el apoyo popular quien lidere la lucha por la obtención del 10% de los ahorros de las desprestigiadas AFP, y basta sólo la mala fama que han cosechado a través más 40 años desde su inicio, en plena dictadura de Pinochet, para que la persona que encabece el combate por los sucesivos tres retiros del 10% de los fondos del ahorro forzoso, tenga las posibilidades de competir por el sillón presidencial.

La diputada Jiles, acusada de populista, es bastante hábil para relacionar su causa con la lucha para terminar con las AFP, y como se manda sola, siempre hace montajes escénicos de relevancia e, incluso, sale permanentemente en televisión; ella ha sabido, como buena comunicadora, identificar su nombre con todos aquellos ciudadanos comprometidos, que pelea por el fin de las AFP, y su reemplazo por un sistema de previsión mixto y solidario.

El Presidente Piñera es el “mejor aliado” de la diputada Jiles, pues no hay chileno que no crea que defiende las AFP, que es su propio negocio: mientras más baja Piñera en las encuestas de opinión, más sube la diputada Pamela Jiles.

En el caso de los candidatos de partido, la Democracia Cristiana que estaba a punto de fenecer, desde comienzos de abril del presente año ha resucitado y cuenta con dos buenas candidatas, Ximena Rincón y, sobre todo, la irrupción de la presidenta del Senado, Yasna Provoste, (quizás con mejores cualidades de liderazgo que la senadora Rincón). No cabe duda de que la senadora Provoste es la mejor opción de la Democracia Cristiana.

El candidato PPD, Heraldo Muñoz, no logra aún remontar en las encuestas, y se le identifica mucho con la casta política a la cual hoy el pueblo rechaza, y con mucha razón.

La socialista Paula Narváez es la candidata de la ex Presidenta de la República, Michelle Bachelet, y salvo los militantes del Partido Socialista, es muy poco conocida a nivel nacional; su propio Partido está bastante desprestigiado, a causa de que un alcalde se halla involucrado con el narcotráfico, por lo demás, la misma Presidenta Bachelet fue traicionada por uno de los partidos de la alianza, la DC, y terminó nombrando, hacia el final de su mandato,  pésimos ministros de Estado.

Con respecto a las preguntas obvias sobre la situación económico-social del país, las respuestas eran evidentes: la economía nacional es un desastre, pero la gente se siente mejor en lo personal.

En general, las encuestas siempre se equivocan, por consiguiente, las predicciones sólo les sirve a quien las paga.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

04/05/2021

 

 

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Historiador y cronista

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  1. Gino Vallega says:

    El fenómeno de la irrupción de la diputada Pamela Jiles y el ataque a las encuestas podría ser hecho por especialistas en psicología poblacional y en estadísticas tal vez , aunque los politólogos e historiadores piensen que pueden hacerlo.

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