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José Antonio Kast desplaza a Sebastián Sichel: la derecha en estado natural

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No es la primera vez que la derecha se derrumba en las elecciones presidenciales: en 1965, después de la derrota de Curicó, en que el candidato Óscar Naranjo, – socialista – ganó al candidato de la derecha, en una zona baluarte de la derecha, riñón de la oligarquía. Aterrada por su propia campaña del terror y ante el peligro de que Salvador Allende llegara al poder, la derecha retiró su candidato, el radical Julio Durán, y se inclinó por apoyar a Eduardo Frei Montalva – democratacristiano –haciendo parte del “FAF”, (Freistas a la Fuerza). En las siguientes elecciones parlamentarias, liberales y conservadores prácticamente desaparecieron del mapa electoral, viéndose forzados a fundar un nuevo partido político, el Nacional, esta vez dirigido por un ex ibañista, de ideas nacionalistas; muchos de los dirigentes del recién fundado Partido pertenecían al grupo de los estanqueros – nacionalistas, dirigidos por Jorge Prat,  y autoritarios portalianos -.

La derecha tuvo que esperar mucho tiempo para que los militares se tomaran el poder, luego del derrocamiento del Presidente Salvador Allende. El Partido Nacional pre dictadura tuvo una existencia corta y mediocre, sin embargo logró un 20% en las elecciones parlamentarias, previas al golpe militar de 1973. En la CODE, (Confederación Democrática), la derecha fue auxiliada por la Democracia Cristiana, que había virado hacia posiciones golpistas, lideradas por Frei Montalva y Aylwin Azócar.

Una vez recuperada la democracia, luego del plebiscito de 1988, la derecha, si bien tenía seguros y cerrojos, heredados de Jaime Guzmán Errázuriz y Augusto Pinochet, en la Constitución de 1980, (senadores designados entre otras trampas), tuvo pésimos candidatos en las elecciones presidenciales siguientes: contra Patricio Aylwin, el candidato Hernán Büchi, ex ministro de Hacienda de Pinochet, (su jefe de campaña, Sebastián Piñera), una especie de hippy, que si tenía dudas, las consultaba en sus incursiones montañistas. Esta vez, Aylwin ganó con holgura, convirtiéndose en el primer presidente democrático, luego de la larga y oscura noche de la dictadura.

En las siguientes elecciones presidenciales la derecha no contaba con ningún candidato, en consecuencia, tuvo que recurrir a uno de los descendientes de Alessandri, Arturo, (el mismo nombre del patriarca y demagogo, que terminó su vida política siendo derechista). Esta vez, Eduardo Frei Ruiz-Tagle ganó de lejos, con un 58%, al candidato Alessandri, (competían dos apellidos históricos pero, esta vez, en versión bastante decadente, pues mientras exista el sufragio universal, los monarcas-presidentes pueden ser elegibles, pero no heredables).




En las elecciones de 2013 la derecha se presentó a las elecciones presidenciales con tres candidatos, el primero, muy lejano a la derecha oligárquica y aristocrática, Laurence Golborne; el segundo, Pablo Longueira, el “Cristo de Palo”, que le ganó al “pasajero del desierto” Andrés Allamand en las primarias; la tercera candidata, Evelyn Matthei, era la más cercana y fiel a la derecha.

Golborne, siguiendo el mito de la meritocracia,  se presentaba como un candidato de las capas medias, (habitantes de la comuna de Maipú, hijo de ferreteros), tuvo que retirarse cuando se descubrió que violaba el «paraíso fiscal” de las Islas Vírgenes. El destino de Longueira fue aún más grave, pues a poco andar de su candidatura, mediante una conferencia de prensa, sus hijos declararon que su padre sufría de una seria depresión, estado que lo obligó  a renunciar a su candidatura; la candidata Matthei tuvo que inventar una hazaña imposible: ganar a Michelle Bachelet, que había terminado su primer gobierno con un 80% de apoyo en las encuestas.

La derecha es porfiada y, además, repite los mismos errores, (descritos más arriba), para las elecciones de noviembre de 2021: en las primarias eligieron al más lejano y desconocido candidato, con muy poca habilidad política, Sebastián Sichel, dejando fuera de la competencia al político de vieja data, (había estado a punto de ganar a Ricardo Lagos, en el año 2000, quien a pesar de declararse “bacheletista-aliancista” y, luego, “socialdemócrata”, era casi dueño de una alcaldía rica e influyente, Las Condes), sin embargo, para la derecha pertenecía a sus filas y a su ADN.  En cuanto al otro candidato, Mario Desbordes, así lo “rotearan”, pues era apenas un ex suboficial de Carabineros de Chile, y con cierta inclinación por el llamado “socialcristianismo”, (otra manía de la derecha, buscando acercarse a los viejos falangistas que los conservadores tanto despreciaron en la historia contemporánea); no importaba mucho que Desbordes fuera “Paco” , pues en la UDI hubo líderes populares y, en el Partido Conservador, aún más, (Juan Antonio Coloma Mellado, por ejemplo, no pegaba con los apellidos aristocráticos).

A la derecha tal vez poco le importa que el candidato Sichel no marque ningún límite para ganar amigos y dinero en el mundo de las finanzas, (de hecho, es un lobista, candidato de los empresarios, parecido a Sebastián Piñera, pero sin la prosapia serenense del Presidente), y sin empacho, primero fue un democratacristiano “guatón aylwinista”, después fue velasquista del Partido Ciudadanos y, finalmente, aspirante a los mejores cargos durante el presente gobierno de Piñera, (la CORFO, el ministerio de Desarrollo Social y presidente del BancoEstado). Él mismo, “se puso la soga al cuello” cuando insistió ante los periodistas que su deseo era narrar su interesante infancia de privaciones económicas y de vivir en casas “okupas”, (un cuento que tenía siempre un “lobo feroz, su padre”, Saúl Iglesias, que golpeaba a su madre y a sus hijos), pero que gracias a su empeño, había salido de la pobreza, convertido en superhombre, omnisciente y omnipotente.

Sicuel quiso agregarse al juego de la anti-política y burlarse de sus jefes de los partidos políticos, concentrados en la alianza, “Chile podemos más” y, en su prepotencia, no aceptaba ningún consejo de los viejos sabios políticos. Cuando alguien la pregunta si Sichel había retirado dinero de las AFP, acusó de moralistas a quienes lo indagaban sobre su retiro del 10%, hecho que terminó de hundirlo al negarse, por varios días a confirmar algo que ya se daba por hecho. En el medio chileno lo peor que se puede hacer es recurrir a la mentira, y más cuando un candidato es denunciado, y un miembro de la Mesa de la Cámara de Diputados, del Partido de derecha, Evópoli, Francisco Undurraga, tuvo que presionarlo para que aceptar el hecho consumado, y como Sichel es obstinado, quiso salir del lío en que se encontraba, lanzando el balón a su propio arco, y la opinión pública lo censura, más que por haber sacado el 10%, por la inconsecuencia de obligar a otros a renunciar a aquello que él había realizado previamente, (es el síndrome del Padre Gatica). A estas alturas, no se le ocurrió nada mejor que tomar el proyecto del diputado Jorge Alessandri, que consiste en el retiro del 100% de los Fondos de las AFP, (como un ricachón que financia un Club, y cuando no le gusta como juegan, se lleva la pelota) y olvidan estos padres conscriptos que el Estado de Chile ha vendido gran parte de sus Bonos a las AFP.

La derecha ha probado ser capaz de superar tormentas más destructivas que la actual y, seguramente, ante el desplome de su candidato, Sebastián Sichel, viene a ocupar su lugar el candidato fascista de la extrema derecha, José Antonio Kast que, por lo demás, su programa político se adecúa a la perfección a una derecha aterrada con el avance de la izquierda, lo cual contribuye a que se trague su propia campaña del terror.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

04/10/2021

 

 

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Historiador y cronista

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  1. Felipe+Portales says:

    Lo más probable es que si Sichel sigue consistentemente bajo Kast en las encuestas; el grueso de la derecha ¡repita el esquema de 1964 y apoye a Provoste y deseche a Sichel (como lo hizo con Julio Durán en 1964)!; siguiendo, además, el mismo esquema del apoyo a Orrego para derrotar a Karina Oliva…

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