Poder y Política Opinión e identidades

La lucha se reemprende ahora

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Le ha dado tanto susto a la derecha con la nueva Constitución, que andan diciendo que les van a quitar las casas y van a mandar a los niños a Cuba. Igual como decían que si ganaba Salvador Allende iban a llegar los tanques rusos a La Moneda, y el Mercurio ponían fotos trucadas con esas imágenes. En realidad los que llegaron fueron tanques y aviones chilenos, que bombardearon el palacio presidencial  para intentar asesinar al Presidente y a sus compañeros, y cometieron así un crimen de lesa humanidad que se mantiene impune.

Pero claro, las Constituciones no traen tanques rusos ni mandan niños a Cuba. Porque como bien he dicho el compañero Manuel Cabieses, la  Revolución Socialista no se hace en el papel, que es lo mismo que he repetido cientos de veces: las revoluciones no se hacen con un lápiz.

Desde luego, este proyecto de  Constitución es bueno, un gran adelanto a favor de las clases medias y de las más pobres y desposeídas, sobre todo porque reconoce muchísimos  derechos sociales. Así, por ejemplo, dispone lo siguiente entre muchas otras normas:

“El Estado debe respetar, promover, proteger y garantizar el pleno ejercicio y satisfacción de los derechos fundamentales, sin discriminación, así como adoptar las medidas necesarias para eliminar todos los obstáculos que entorpezcan su realización”.

Igualmente, facilita “la organización sindical”, que hasta ahora ha sido muy deficiente en Chile, al igual que “la organización  social y política y la protección del medio ambiente”[1].




Pero a los ricachones tampoco les hace gran daño, pues aunque tengan que pagar más impuestos, mejores salarios y otros beneficios a sus trabajadores, no se van a arruinar ni mucho menos. Ellos siempre encuentran la manera de ganar más dinero. Y ahora con la pandemia, que fue la desgracia de los más pobres, los millonarios chilenos entre los cuales se encuentran Iris Fontbona, Julio Ponce Lerou, Horst Paulmann y Sebastián Piñera, han aumentado sus fortunas en  más de un 70% [2]

También  tiene cosas  frustrantes la Constitución.  Por ejemplo no haber re-nacionalizado el cobre, que es el sueldo de Chile, y cobrarle los debidos impuestos y royalties a las empresas extranjeras.

Por otro lado, no les dio la debida importancia a las FF AA, pues pudo buscar algunas maneras de democratizarlas, como por ejemplo establecer  un solo escalafón, no los dos que hay ahora, en que los oficiales estudian en lugares diferentes a los suboficiales y soldados, ganan mejores rentas y, sobre todo, pueden escalar posiciones hasta las más altas: generales, almirantes o lo que sea. Es decir, es una organización totalmente clasista la de las FF.AA. y también la de Carabineros.

Tampoco se ocupó mayormente la Constitución de la formación que se les da a los miembros de las FF AA en materia de Derechos Humanos, aunque lo menciona muy al pasar. Ni garantizó que se les inculque el conocimiento de la historia verdadera de Chile, esa historia aterradora y desconocida que han descrito Felipe Portales y otros, y que es indispensable que conozcan los soldados.

Desde luego, a los convencionales no se les podía pedir más, porque ellos no son dirigentes políticos avezados, ni menos cuadros revolucionarios que pretendieran hacer el socialismo en Chile. Son compañeros abnegados que fueron elegidos por sus zonas o etnias, por ser personas instruidas, confiables, rectas  y talentosas.

En la CC. había gente de partidos políticos, naturalmente, pero qué podíamos esperar de ellos, pues los partidos están desprestigiados sin excepción. Si en los sucesivos gobiernos de la Concertación no hicieron nada de lo señalado anteriormente, no lo podían hacer en la  C.C.

Es cierto, la Constitución deja muchos asuntos para que los  desarrollen  las leyes. No se acortó el tiempo de vigencia del actual Senado, que continuará hasta 2026,  porque en tal caso habría que poner término al mandato de todas las autoridades elegidas con anterioridad, incluso el Presidente de la República, y eso no le habría aceptado el pueblo que eligió en forma arrolladora a Gabriel Boric.

Entonces ¿Todos los beneficios populares que  establece la Constitución los van a bloquear en el Congreso, como dice el compañero Felipe Portales? Sí, es muy posible. Son custro años de duras batallas los que esperan a Chile.

Pero yo creo que a pesar de todo, tiene una gran ventaja esta Constitución, porque le dará al pueblo consignas claras para luchar unido.

No serán los derechos de cada sector postergado los que se reclamarán por separado. Será el cumplimiento de una Constitución que reúne todas las reivindicaciones en un solo texto, lo que unificará las acciones de las organizaciones populares. Pues le dará al pueblo el apoyo necesario para impulsar la carrera por los cambios  sociales, económicos y políticos que Chile necesita.

La Constitución será el elemento unificador de las izquierdas, será el inicio de la unidad tan buscada y nunca lograda, será la argamasa que nos unifique a todos.

Porque también las protestas de octubre 2019 son una enseñanzas para cada uno de nosotros y para quienes alguna vez fueron dirigentes de izquierda. Ahora habrá que reconocer que un pueblo al que se creía adormecido, temeroso  y  dominado por el consumo y el egoísmo, carente de una dirección política revolucionaria, se logró levantar espontáneamente para reclamar sus derechos pisoteados y, en definitiva, reclamar lo que los unifica a todos: dignidad.

El gobierno puede unirse o no a esta batalla. Pero si no lo hace, el pueblo le pasará por encima.

Hay compañeros desolados, pero creo que sin motivo. La lucha sigue, se ha dicho,  pero sería mejor decir que la lucha recomienza ahora.

Hay que votar por el apruebo porque no es igual luchar separadamente y en forma dispersa por la dignidad como se hizo en octubre/19, que luchar juntos, unidos por la Constitución.

Y lo más importante es que en esta batalla no estaremos solos: muchos de los países de América Latina se están uniendo a esta lucha por eliminar el neoliberalismo que está destruyendo la civilización humana, y por el reconocimiento de la definitiva independencia de nuestra patria común.

Y la Constitución ni siquiera es todo, es un comienzo que nos da una base para llegar más lejos, llegar el cobre, llegar al litio, llegar a la conjunción del pueblo con sus FF.AA, llegar a Bolívar, llegar a Allende, y llegar finalmente a Pablo Neruda y a su América independiente y unida

Desde la paz del búfalo  

hasta las azotadas arenas  

de la tierra final…  

 

Por Margarita Labarca Goddard  


[1]  Cabieses, Manuel  “La nueva Constitución abre un camino para hacer realidad, mediante lucha organizada, los derechos sociales…”, entrevista en Clarín.  

[2] Diario Financiero / Chile 06 de abril de 2021.

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Felipe+Portales says:

    Creo que el artículo peca de voluntarismo. No da cuenta de la maquiavélica habilidad de las dos derechas que han consensuado el «modelo chileno» desde 1989. Y siempre engañándonos al hacernos creer que se dividen realmente entre una derecha conservadora y una centroizquierda reformista.
    Ahora están engañándonos nuevamente al aprobar conjuntamente algo INÉDITO en todos los procesos constituyentes del mundo: ¡Que el viejo Congreso -de la Constitución fenecida- sea la que cumpla el rol decisivo que haga aplicable, a través de leyes, los dispositivos constitucionales! ¡Y un Congreso donde la sola derecha tradicional tiene mayoría; volviendo entonces al escenario ideal para la «centroizquierda», de justificar que no puede aplicar los textos progresistas que efectivamente tiene el proyecto de nueva constitución porque carece de mayoría para ello! La Constitución, sin las leyes que la apliquen se convierte en una simple hoja de papel sin contenido alguno para «constituir» el sistema político y social. Y si ni siquiera tenemos conciencia de esto, porque EN NINGÚN medio de comunicación realmente masivo (TV, diarios y radioemisoras) se habla de esto; NINGÚN partido político lo está planteando; ni tampoco NINGUNA organización social o de derechos humanos; entonces, evidentemente no se podrá tener siquiera la debida conciencia respecto de este grave problema. Menos para solucionarlo… en el futuro previsible.

  2. Margarita Labarca Goddard says:

    No tienen que ser necesariamente cuatro años. Depende de la presión que pueda hacer el pueblo en la calle sobre el Senado y sobre el gobierno. Si el pueblo no se manifiesta, nunca va a conseguir nada y pueden ser otros cuarenta años. Pero las protestas de octubre me hacen pensar que el pueblo ha adquirido mucha conciencia de sus derechos.

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