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La muerte de Cormac McCarthy nos pronostica un muy mal futuro*

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Hace mucho tiempo que no me asomaba por estas ventanas. Pero las circunstancias obligan El martes falleció Cormac McCarthy, mi novelista más amado. No podía, por obligación no solo moral sino para mí existencial, hacer un breve reconocimiento.

“Que se tome en consideración que el mundo en su ser más profundo está cimentado en la aflicción de sus criaturas” es una sentencia que aparece en la primera página de la última novela de Cormac McCarthy, que falleció este martes a los 89 años seguramente en su casa en Texas. Su muerte me tocó, no lo puedo negar, en especial porque parte de febrero lo dediqué a leer El Pasajero y Stella Maris, esa novela gemela y portentosa de 600 páginas.


De qué escribía Cormac. De la cultura, de la humanidad, de la especie humana ante la naturaleza. Una especie de por sí cruel que, con ciertos rasgos de benevolencia, a veces a sus semejantes o a la naturaleza expresada en la belleza y sabiduría de los animales, podía lograr momentos de redención. La frase que cité al comienzo también puede expresar el sentido de su obra.

La inquietud que deja su partida, además de aquel malestar que es la sensación de soledad y desamparo, y que nos hace profundamente infelice,s es que no escribirá nunca más. Lo recordaremos por sus obras, pero nos deja un enorme silencio entre líneas. Cormac no daba entrevistas y como otros autores, citan siempre al enmarañado Thomas Pynchon los comentaristas de libros, vivía aislado en el campo. Un misterio como personalidad y también, vuelvo a Pynchon, una obra misteriosa.




No lo conocemos bien en Sudamérica aunque todos sus libros han sido traducidos al español. Pero en Estados Unidos es una gran referencia, tal vez el mayor novelista junto a Pynchon o DeLillo, con millones de seguidores. El viejo Cormac fue un par de veces candidato al Premio Nobel de Literatura. Una vez le preguntaron a Javier Marías, que murió de Covid el año pasado, sobre su candidato al Nobel y no dudó en apuntar a McCarthy.

El primer libro que leí de Cormac fue Meridiano de Sangre. Una narración feroz en la frontera de Estados Unidos con México hacia finales del siglo XIX. A medida de pasaba las páginas, recuerdo que fue un verano en Pichilemu, no podía creer la capacidad de narrar la maldad humana. ¿Hay otra? Seguí su lectura con la trilogía de Todos los Hermosos Caballos, todos relatos en la frontera entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. Caballos, pistoleros, perros y lobos, adolescentes extraviados que derivan por la frontera. Después leí No es país para viejos, que todos conocimos en la versión cinematográfica de los hermanos Coen, y La Carretera, también en una gran adaptación para el cine. A diferencia de sus otras novelas, No es País para viejos, aunque era una novela de frontera, aparecían espacios y personajes urbanos. Pero el gran salto en su tradición narrativa fue La Carretera, un relato distópico postapocalíptico. Fue un gran momento para comprenderlo mejor y amarlo aún más.

En diciembre del año pasado publicó su última novela. Una obra compleja que si transcurre en los márgenes geográficos también lo hace en el centro civilizatorio. Los dos protagonistas son dos hermanos, un chico y una chica, hijos de un cercano colaborador de Robert Oppenheimer en el Proyecto Manhattan.


En el libro hay cientos de citas, no sé si verdaderas, pero es presumible, de las mentes más brillantes del siglo XX ligadas a la mecánica cuántica y a la construcción de la bomba atómica. Qué tema. “Todo aquel que no entienda que ese proyecto (Manhattan) es uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad es que no se entera. Está a altura del fuego y del lenguaje. Es al menos el número tres y puede que sea el número uno. Aún no lo sabemos. Pero lo sabremos” dice Cormac a través de uno de sus personajes en El Pasajero.

El 21 de julio se estrena “Oppenheimer”, la última película de Christopher Nolan. He visto el trailer de 12 minutos y podría ser, aunque espero no lo sea conociendo la obra de Nolan, una película más de la industria. El filme está basado en una biografía del físico, un libro de 800 páginas del 2006 y solo publicado en español en enero pasado. Corrí a comprar el libro de Editorial Debate y espero tenerlo bien leído para el estreno.

La partida de Cormac nos deja no solo un gran vacío, sino en un pronosticado muy mal futuro.

 

Por Paul Walder

 

(El título de este post fue sugerido por Gustavo Burgos)

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Periodista

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