Poder y Política Opinión e identidades

Vamos en contra con todo

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La masiva llegada de republicanos para que escriban la constitución es un proyecto que nació muerto.

Nos hace volver a un pasado cercano que nos duele y el mundo comprende.

Chile intenta dignamente recorrer los inicios del tercer milenio para superar incontables deudas entre derechos fundamentales, con un modelo económico que es sostenido por el lucro, la ganancia, la desigualdad y la pobreza. Los asuntos serios no van por esos lados.

No hemos ganado nada

La voluntad mayoritaria del pueblo chileno entregó un listado de necesidades por tantos años postergadas para una respuesta a la altura de los tiempos, cuando corrían esos días de octubre y no pasó nada.




Hubo algunos que se farrearon una gran oportunidad para enderezar el rumbo de un país que camina atravesado y que hoy deambulan contando batallas que nunca ganaron. También están los gatos que sacaron las castañas para la añeja clase política, y la derecha al lado de los grupos empresariales, bancos y financieras.

Extremadamente difícil es hacer avanzar un país con una constitución sesgada, excluyente y que niega derechos consagrados que vienen mucho antes de la revolución francesa. La extrema derecha y sus cercanos niegan el valor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Los hijos de Pinochet, Jarpa y Guzmanes niegan otorgar derechos a las mujeres, las consideran personas sin alma. Sólo están para procrear, así lo manda su Dios y lo suscribe Escrivá de Balaguer. Una vez más se enfrenta la razón, el conocimiento a los dogmas. Los republicanos y sus cercanos son algo así como el resumen talibán de cuello y corbata.

Chile es un estado laico

No es aceptable la imposición de una sola verdad, Nadie quiere volver a los tiempos de Mussolini/Hitler, ni de los Papas, sencillamente urge que el modelo educativo, la cultura y la transmisión del conocimiento esté abierta al debate, a la creación para que  el hombre libre pensador pueda seguir siendo un creador sin ser interrumpido. Para que la ciencia y sus investigadores no sean lanzados a la hoguera eterna.

Inaceptable es otorgarle valor a Goering quien proclamaba que la palabra cultura lo obligaba a empuñar su pistola. En la propuesta republicana hay más de aquello.

Sostenible es que el fin del Estado tiene el sentido del bien común. Aquello implica que derechos conquistados son patrimonio del hombre con su legítimo derecho a ejercerlos y cuando se les niega también necesario hacerlo desde las calles y la plaza pública, también legítimo ir más allá también.

La extrema derecha y la derecha con su historia golpista desconoce que Chile tiene un pasado desde antes de la llegada de los españoles. Para ellos los pueblos originarios son una fábula y leyendas para las escuelas. La civilización es blanca y de los blancos, allí está la razón para los Kast y seguidores avalen y justifiquen el genocidio cometido por los alemanes entre 1940-1945.

“Medio siglo de impunidad espesa, infranqueable, en que una dictadura todo poderosa y sus medios de comunicación serviles negaban las muertes, escenificaban falsos enfrentamientos, inventaban purgas entre grupos de izquierda, o atribuían el horror a delitos comunes o a una imaginaria guerra.  “Daniel Matamala. Columna el Espanto”.

Cualquiera propuesta que postergue al hombre y sus derechos constituye una aberración jurídica en todo su ancho y por aquello es justo en el justo ejercicio democrático obligatorio su rechazo. En contra entonces es la bandera necesaria a enarbolar para impedir la mantención en el tiempo de la miseria. La prolongación cruel de un país sumido en el subdesarrollo cuando otros ya han superado su dependencia.

La mujer es quien es dueña de su cuerpo y sus deseos, es a ella que el Estado debe otorgar derechos y justas condiciones para ayudar a salvarla. Las cifras de niñas violadas de menos de catorce años en Chile es sencillamente un desborde de la racionalidad. Nadie puede obligar a una niña mantenerse con una agresión sexual violenta. Los republicanos consideran que las violaciones son actos justos, lo que reafirma su cuestionamiento al derecho al aborto en tres causales.

Un país como lo dibuja la derecha y su extrema no es aceptable, todo lo contrario, se abren nuevos caminos y otras alternativas para hacer volver el sentido común y las demandas que desde la calle manifiestan. En contra es la alternativa bajo el sistema de voto obligatorio. En todos estos asuntos jamás se debe olvidar que siempre existirán diferentes alternativas, nadie ha enterrado ni la huelga general, así como tampoco hacer avanzar las ruedas de la historia bajo todas las formas de lucha.

No son tiempos de devaneos ni de gustos personales. Si se constata que el liderazgo es débil entonces necesariamente se debe volver aquella sensación que la paz social corre peligro. Debe necesariamente todo el poder femenino ocupar Santiago y las calles de Chile. Deben volver los maestros para defender la educación pública.

Nada más fundamental que iniciar un sistema previsional diferente al que existe actualmente. No puede ser aceptado que sean los trabajadores los que posibiliten la mantención de un sistema que sencillamente los maltrata y los hunde en el pozo del olvido al llegar a la jubilación. No pueden convertirse en habitantes de los altares madrigueras para que grupos económicos de las más variadas raleas sigan expoliando a millones de chilenos.

Acá no está en juego las opiniones de la derecha y su extremo, sencillamente no aceptamos su propuesta por la memoria propia de Chile y desde sus inicios. La Escuela Santa María de Iquique, la Coruña, Ranquil, la masacre de pobladores en la José María Caro en Santiago o los de la ciudad de Puerto Montt.

Es la historia, todo ese legado lleno de convicciones no es reconocido ni se expresa en el ideario mezquino y clasista de la extrema derecha y sus cercanos.

Está más cerca la posibilidad de golpear la mesa al convite que ellos propusieron. Poco le duraron los pájaros que se instalaron en sus cabezas como si de una corona de laureles se tratara. Deberán ir a buscar sus rastrojos al fuego de la historia.

Y han de saber: que la historia es nuestra y la hacen los pueblos, a propósito de los cincuenta años como lo dijera en esas reclamadas horas el hombre aquel de lentes gruesos.

 

Por Pablo Varas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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