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Los Fujimori, familia de japoneses delincuentes, no puede aceptar tres derrotas seguidas en las elecciones presidenciales: este clan fue capaz de dominar a Perú durante una década, con un método que, por cierto, está hoy de moda en la pseudo-democracias latinoamericanas.

En los años 60 del siglo XX bastaba con la bota militar para imponer presidentes de la república, pero actualmente, con el reinado del neoliberalismo, el paradigma reinante es mucho más sutil y refinado: es suficiente una alianza de Bancos y parlamentarios para imponer o retirar a un Presidente; lo hicieron en Brasil, Paraguay, y lo han intentado en repetidas ocasiones en otros países, con el solo recurso de utilizar algunos Artículos de la Constitución.

En 1990, la pareja Fujimori-Montesinos supo, durante un decenio, con golpe de Estado de por medio destruir, una a una, las complejas instituciones virreinales de tal manera que los Mandatarios que les sucedieron, terminaran por robar los millones de soles de un país rico, y que usando las vacancias, el camino de los últimos Presidentes de Perú sea la cárcel, el exilio o el suicidio, (en el caso concreto del ex Presidente Alán García).

La herencia burocrática de Felipe II y de su secretario, Antonio  Pérez del Hierro, dejaron al virreinato de Perú un conjunto de instituciones que se han leído, pero no cumplido (y hasta hoy), convirtiendo al país en una mafia de abogados, jueces y leyes que delinquen para favorecer a los dueños del poder y del dinero.




La candidata Keiko Fujimori logró formar a su alrededor un ejército de abogados, quienes aseguraban que en esta tercera oportunidad el Tribunal Electoral la declararía Presidenta de Perú, y sólo faltaba la intervención del “padrino”, Vladimiro Montesinos quien, desde la prisión donde se encuentra recluido, (cumple sentencia a más de 20 años), debiera asegurar la mayoría necesaria, está claro, con el aporte de 30 millones de dólares, a fin de que el Tribunal Electoral proclamara como Presidenta a la hija del dictador, Alberto Fujimori. La carta de Montesinos dirigida al denunciado miembro del Tribunal Electoral es clara y precisa: señala como “huevones” a quienes están llevando al padre de Keiko Fujimori a la muerte, y a la hija, a 30 años de prisión. El recuento de votos, a petición de la candidata, que se cree electa, ya lleva cerca de un mes, y van quedando muy pocas triquiñuelas para que Keiko Fujimori, (poseedora de los medios de comunicación, tanto escritos como de televisión y radio), sea declarada ganadora en la segunda vuelta, según la candidata.

Los reclamos de la candidata y su potente equipo de abogados no ha tenido el éxito esperado, a pesar de que, día a día, por distintos caminos, tratan de hallar la forma de anular la elección y, en el colmo de la audacia, la candidata ha pedido al Presidente actual, Francisco Sagasti, su intervención mediante la petición a la OEA de revisión y conteo de votos de la segunda vuelta, que tuvo lugar el 6 de junio último.

La  mayoría de los gobiernos de América Latina y Europa se han negado a seguir y a apoyar los intentos de la candidata Keiko Fujimori a fin de que el Tribunal Electoral declare fraudulento el resultado.

Rafael Gumucio Rivas (El Viejo)

29/06/2021



Historiador y cronista

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