Crónicas de un país anormal

Afganistán y el declive norteamericano

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La huida de miles de personas desde el Aeropuerto de Kabul colocó a ese país en el centro de la producción mediática y, además,  se repite el decir que Afganistán ha sido siempre el cementerio de los imperios: la ruta de Alejandro Magno a la India, el dominio de los mongoles, (incluyendo a Gendiskán quien provocó la primera gran peste en la historia universal). En el siglo XIX rusos y británicos se disputaron Afganistán, país que antes habría librado tres guerras contra el imperio británico: Afganistán, durante el siglo XX se había convertido en un terreno de disputas entre la URSS y Estados Unidos, durante el período de la Guerra Fría.

La invasión soviética ha sido parte del derrumbe de los Países Socialistas Soviéticos durante el gobierno de Mijail Gorbachov, que fue una de las grandes “hazañas” del actor criminal Ronald Reagan. Los soviéticos fueron destruidos por la difícil geografía de Afganistán, que está formado por montañas y desiertos, parte de la cordillera del Himalaya: en ejército soviético no pudo penetrar en las intrincadas cuevas de la geografía montañosa u desértica de Afganistán, debiendo protegerse en las grandes ciudades, (Kabul y Kandahar, preferencialmente).

El 11 de septiembre de 2001 el gobierno de George W Bush decidió invadir Afganistán con el objetivo de castigar al grupo terrorista Alkaeda, comandado por el billonario árabe-saudí, Osama Bin Laden. La guerra contra Afganistán ha costado a Estados Unidos entre dos y tres billones de dólares, (millones de millones en castellano), sumado a la derrota militar del país invasor y, sobre todo, la calificación de Afganistán como uno de los países más pobre del mundo, según en el Índice de Desarrollo Humano, de la ONU.

Afganistán tiene una larga frontera con Paquistán, además, limita con Irán y con tres repúblicas soviéticas. Con China forma parte de la “Ruta de la Seda”, y se distancia de la frontera china en apenas 77 kilómetros, es decir, es un verdadero nido geopolítico.




Afganistán posee el cerca del 90% del opio y sus derivados, y actualmente es el primer país productor de Lapislázuli, además, ostenta los primeros lugares en tierras raras, litio, oro, plata, platino, cobre, entre otros minerales, pero el problema radica en cómo explotarlos.

Los Talibanes han sido los dueños de Afganistán desde que los soviéticos fueron derrotados y abandonaron el país. Hoy, el hijo del héroe de las guerrillas contra los soviéticos dirige el combate, ahora contra los Talibanes.

El gobierno de Donald Trump había decidido dejar a Afganistán sobre la base de un pacto, firmado en Doha, (Qatar), que desempeña el papel de árbitro, (como lo ha Noruega Noruega con los países de occidente).

El Acuerdo con el Talibán lo llevó a cabo y lo firmó el Secretario de Estado Norteamericano del gobierno de Trump, Mike Pompeo, por consiguiente, Estados Unidos ya estaba de acuerdo con el abandono de tropas en Afganistán.

Se ha repetido en múltiples ocasiones que el vocablo Talibán significa “estudiante del Corán”, grupos de jóvenes formados y protegidos por Paquistán. Al ser los conflictos geopolíticos no solamente religiosos, la disputa entre chiitas y sunitas, (estos últimos, la gran mayoría en Afganistán), no es decisivo para comprender los conflictos en el mundo árabe, que tienen muchas aristas geopolíticas.

La India, ahora una gran potencia mundial, es la gran derrotada en este conflicto geopolítico: desde Ghandi, la India y Pakistán se disputan territorios, principalmente, el paraíso terrenal de Cachemira. Pakistán posee un buen número de bombas nucleares, que siguen amenazando a la India.

Es evidente que Estados Unidos figura actualmente como el gran derrotado de lo que podríamos denominar la “batalla del Aeropuerto de Kabul”, pues fue incapaz de implementar las políticas correctas del abandono de ese país: bastaron siete días para que el ejército de 300.000 soldados, (tanto mercenarios como norteamericanos), fuera derrotado. En sólo una semana los Talibanes se apropiaron de todo el territorio afgano, y aún no terminan de conformar un gabinete ministerial.

La clave explicativa de la realidad afgana hay que buscarla en el cambio fundamental por parte de Estados Unidos, de un mundo unipolar, propio del fin de la “guerra fría”, a uno multipolar como el actual en el mundo, en que se disputan el poder Estados Unidos, Rusia y China. No cabe duda de que China, con la “Ruta de la Seda”, se está convirtiendo aceleradamente en una potencia, ocupando el primer lugar en África, Asia y América Latina, (en el caso chileno, China se ha convertido en el primer país importador-exportador en Chile).

En otro grado Rusia, Turquía e Irán juegan un importante papel en el desafío del tema afgano: Rusia es militarmente poderosa, sin embargo, tiene problemas económicos; Turquía, a su vez, pretende transformarse, como antes, en el imperio y en el país líder del mundo árabe; Irán quiere seguir siendo, en su fase chiita, heredero del mundo persa.

Los Talibanes se hicieron famosos por los crímenes cometidos a partir de la huida de los soviéticos de su territorio. Hoy, la Prensa y las redes sociales recalcan la aplicación violenta de la  ley islámica, especialmente en contra de la mujer, (el tema de la burka ha reaparecido en todo si rigor), sin embargo, el gobierno talibán asegura que, esta vez, hará un gobierno plural y tratará de respetar los derechos de la mujer.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/09/2021

 

 

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Historiador y cronista

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